Los mosqueteros II: El vizconde de Bragelonne: 2

Lo que admiro en vos es, en primer lugar, vuestra memoria; luego, vuestra sangre fría; y, por último, el orden perfecto que reina en vuestra administración, siendo, como sois, el poeta por excelencia

No creáis que si la reina ha dejado vegetar a ese niño lejos del trono, ha sido porque fuera una mala madre

¡Dios mío! Me habéis llamado y me habéis rechazado, pero vuestra gracia es infinita. Por ello, cuando vuelva, olvidad que. e había alejado, porque cuando vuelva a vos, será para no abandonaros jamás

¡Ah! ¡Si viniera! ¡Si viniera! ... ¡Como le perdonaría todo lo que acababa de hacerla sufrir! ¡Cuanto más le amaría por haber sufrido!

Desconfío de los caracteres suaves y pacientes. Nada tiene más valor que un corazón paciente; nada tiene más seguridad que un ánimo suave

Haréis mejor, María, en desear que esas mujeres amen realmente a vuestro marido. En primer lugar, el amor constante de la amada es un elemento de rápida disolución para el amor del amante; por otra parte, la amada, a fuerza de amar, pierde todo su dominio sobre el amante, del que no ambiciona el poder ni la riqueza, sino tan solo el amor. De modo que haréis bien en desear que el rey no ame apenas y que su amante ame mucho

Usted surgió de un golpe, hace tres años, procedente no se sabe exactamente de qué medio, para revelarse súbitamente como arsène Lupin, es decir, un extraño compuesto de inteligencia y de perversión, de inmoralidad y de generosidad

- Señor D'Artagnan, sois en verdad el hombre más hábil de mi reino.
- Eso pensaba el señor de Richelieu, y eso decía el señor de Mazarino, Majestad.

Con que solo la traguéis la mitad de esa cabeza de jabalí que allí veo, Is veo convertido en duque y en par dentro de un año

¿Queréis ser mariscal de Francia, par, duque, y poseer un ducado con un millón de rentas?