[...] había aprendido que la vida era demasiado cortar para soñar con ser feliz en lugar de serlo.
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[...] había aprendido que la vida era demasiado cortar para soñar con ser feliz en lugar de serlo.
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"A los pocos días de llegar aquí, me di cuenta de que ya no estaban. No he vuelto a tenerlos, ni estos ni ningún otro, y no sé qué hacer. ¿Cómo los puedo recuperar? Lo he estado meditando y he llegado a la conclusión de que si no puedo recuperar los míos, quizás pueda obtenerlos de las personas que se hospeden en la casa, pero ¿cómo? Me niego a pensar que jamás volveré a tenerlos. "
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Cada poro, cada centímetro de su piel se erizó, poseída por una electricidad que le cosquilleó la piel. Pero lo más sorprendente para ella fue no sentir la necesidad de salir corriendo que había sentido en ocasiones anteriores, con otros hombres. Estaba agitada, nerviosa, excitada, pero no rehuía lo que sentía. Elevó el rostro y sus miradas se cruzaron como rayos en una tormenta. Y el tiempo se detuvo. |
Caballero, Aquí tiene su pedido. Espero que lo disfrute, pro que le advierto que no aceptamos devoluciones
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—Hola… Cuatro letras. Simples, vulgares, gastadas de tanto ser utilizadas en la vida cotidiana, y sin embargo en sus oídos sonaron como los acordes de un violín. Como una melodía lánguida y dulce que te hace vibrar el corazón hasta hacer que broten lágrimas inesperadas y estremecidas. Se quedó sin palabras, allí, confusa y perdida en la mirada del hombre que la saludó. Sacudida por su intensidad y sintiendo que acababa de abrirse un abismo bajo sus pies. |
(…) ya sabía cuál era el punto débil de Madeline Hart: su bondadoso corazón.
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(...) Confiaba en su intuición. No podía explicar por qué, pero Madeline le había demostrado que podía leer el alma de las personas. Tal vez fuese otra de las cosas extrañas que pasaban entre aquellas paredes. Pero desde que abrieron las puertas de la casa de huéspedes, habían recibido a suficientes clientes como para saber que rara vez se equivocaba con sus predicciones.
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Madeline parecía una mujer pequeña, frágil, casi delicada, debido a su apariencia. Tenía el cabello color cobre y muy corto, a lo garçon, con un flequillo rebelde que se empeñaba en arremolinarse sobre sus ojos verdes. Su piel era muy pálida y nacarada, tan solo marcada por las dispersas pecas que besaban sus mejillas. Era delgada y esbelta. Su madre la habría considerado demasiado flaca y por la falta de tono en sus mejillas, le habría recetado unos buenos guisos que llenasen sus curvas y proporcionaran algo de color a su rostro, pero a ella le pareció elegante y le recordó a un ser mágico de cuento. Cuando elevó los brazos y se estiró con un movimiento lento y flexible, en su mente se transformó en una distinguida bailarina. (...)
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La casa tenía algo que decir...la casa estaba agotada, sola y quejumbrosa, como ella... Se preguntó si también guardaría algunos secretos
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?