La coleccionista de noches vacías de Lorraine Cocó
—Hola… Cuatro letras. Simples, vulgares, gastadas de tanto ser utilizadas en la vida cotidiana, y sin embargo en sus oídos sonaron como los acordes de un violín. Como una melodía lánguida y dulce que te hace vibrar el corazón hasta hacer que broten lágrimas inesperadas y estremecidas. Se quedó sin palabras, allí, confusa y perdida en la mirada del hombre que la saludó. Sacudida por su intensidad y sintiendo que acababa de abrirse un abismo bajo sus pies. |