La coleccionista de noches vacías de Lorraine Cocó
(...) Confiaba en su intuición. No podía explicar por qué, pero Madeline le había demostrado que podía leer el alma de las personas. Tal vez fuese otra de las cosas extrañas que pasaban entre aquellas paredes. Pero desde que abrieron las puertas de la casa de huéspedes, habían recibido a suficientes clientes como para saber que rara vez se equivocaba con sus predicciones.
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