La coleccionista de noches vacías de Lorraine Cocó
Cada poro, cada centímetro de su piel se erizó, poseída por una electricidad que le cosquilleó la piel. Pero lo más sorprendente para ella fue no sentir la necesidad de salir corriendo que había sentido en ocasiones anteriores, con otros hombres. Estaba agitada, nerviosa, excitada, pero no rehuía lo que sentía. Elevó el rostro y sus miradas se cruzaron como rayos en una tormenta. Y el tiempo se detuvo. |