El juego del alma

Pocas veces se da uno cuenta de que en el futuro el presente solo será un mal recuerdo.

Supongo que la edad te hace darte cuenta de que no todas las personas merecen tanta inversión personal.

Cada uno camina en su propio infierno y pocos se arriesgan a apagar el de los demás.

“No hay hilo invisible más resistente que el que une a una persona con otra que le hizo daño”

La vida era eso: recuerdos puntuales que se te clavaban en la mente y que surgían cuando los evocabas con olores, discusiones, o emociones, y que nunca pasaban de nuevo, como si no los hubieses vivido, a menos que una chispa los rescatase de las profundidades de tu memoria.

Hay gente que te encuentras en el camino para ayudarte a que no salgas del tuyo y, a veces, aunque esa gente se marche, solo puedes mirar atrás agradecido.

Que mis experiencias no son las tuyas y que mis miedos, especialmente ellos, no se parecen a los que atormentan a ti. Nuestra vida es subjetiva y yo no soy nadie para cuestionar tus causas y guerras. No todos partimos del mismo punto en la vida y esta nunca golpea a dos personas distintas de la misma manera, pero todos tratamos de avanzar por ella intentando no perder demasiados pedazos de nosotros mismos por este camino lleno de baches y accidentes inesperados.

Es difícil sentirte acompañado cuando el mundo entero camina con la cabeza alta, incapaz de bajar la vista hacia los que nos arrastramos en nuestras pesadillas.

Es ese tipo de piezas del puzle lo que da sentido al dibujo. En un principio vas encajando sin comprender que construyes hasta que de repente colocas una y todo se ve claro. ¿Sabes cual es el problema? Que aun nos faltan demasiadas piezas.

La única regla del juego del alma es que no juegues si no puedes afrontar perderla.