El juego del alma

Cualquier tiempo pasado te recuerda lo que ya no tienes.

Pocas veces se da uno cuenta de que en el futuro el presente sólo será un mal recuerdo.

Y quién soy yo para juzgar al diablo en el que crees, si yo también creo en él.

Todos lucharíamos si nos quisiesen cambiar a la fuerza, ¿no cree?

Pero ¿cómo ver el fuego de otra persona una vez que tú estás en llamas?

Nos caemos cientos de veces en la vida y, aunque no lo sepamos desde un inicio, algunas veces solo son impulsos para volar.

La única regla del juego del alma es que no juegues si no puedes afrontar perderla.

Muchas veces el silencio suena más alto que la respuesta más sincera.

Es difícil sentirte acompañado cuando el mundo entero camina con la cabeza alta, incapaz de bajar la vista hacia los que nos arrastramos en nuestras pesadillas.

Es ese tipo de piezas del puzle lo que da sentido al dibujo. En un principio vas encajando sin comprender qué construyes hasta que de repente colocas una y todo se ve claro.