Una apuesta cualquiera
Adam Oliver y Lance se reúnen mínimo una vez al año para decidir cuál será el siguiente juego en el que se embarcarán. Siempre relacionado con el sexo, siempre teniendo que superarse. Este año Adam propone y su reto nos llevará a investigar los siete pecados capitales a través del sexo.
Y el warning que nos hacen en la sinopsis es cierto. No esperemos que la obra nos ofrezca una historia de amor redentor que gana al vicio del sexo, para nada. Nos encontramos ante una novela erótica con cierto voltaje que nos lleva por el camino de Adam para superar el reto que él mismo ha propuesto. Será así como conozca a Lidia, la otra parte de la historia, una mujer que ya por su propia circunstancia supone un pecado.
Así que con estos pilares, debemos decir que el libro va a lo que va, es decir, ofrecer al lector escenas eróticas donde ambos protagonistas no puede evitar la atracción que sienten el uno por el otro. En este sentido es verdad que, a nivel trama, se queda en un esqueleto simbólico, si acaso, que no nos ofrece más que una excusa (un poco endeble a mi parecer) para que sucedan los encuentros entre Adam y Lucía.
Lo capital
Sin embargo, concreto esto último, porque puede ser una percepción mía. La premisa de caer a través del sexo en los siete pecados capitales me parece un poco conceptual tal y como la lleva la autora en la obra. A lo que me refiero es que simple y llanamente el lector se tiene que fiar de lo que Adam dice que siente para saber si está cayendo en el pecado o no y, en ese sentido, no es mensurable y por tanto, en mi particular, no termino de saber si se está cumpliendo el juego. Justo en este punto creía que la historia a lo mejor se complicaba un poco para que viéramos efectivamente el pecado, pero no ha sido así o al menos a mí no me ha llegado así.
Por otra parte, sí que me ha gustado que la obra cayera en el tópico y lo destruyera. No ahondo mucho para no hacer spoiler, pero es interesante ver que no siempre el cazador tiene que ser el que se quede con la presa.
Desconexión
A nivel de estilo, la narración es muy ágil y rápida. La autora hace que personajes y situaciones se den ya, en el momento, y que el lector no se tenga que demorar mucho para poder leer la escena erótica. En este sentido, hay que reconocer que aparecen bien hiladas, aunque quizá me hubiera gustado que fueran un pelín más extensas.
Así ahora en frío, aunque es verdad que hay cosas que me han parecido un poco insustanciales, no es un libro que me haya disgustado, me ha parecido bien para desconectar y desintoxicarme de otras lecturas, pero ya está. A lo mejor al no ser asidua al género esperaba un pelín más de trama, pero la obra ha cumplido su función: se lee rápido, es ágil, ligera y muy amena. Si queréis desconectar de todo un poco, ya sabéis.
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