Atrapa a la liebre

El libro trata de un viaje desde Mostar (alusión al imperio Otomano) hasta Viena (alegoría del imperio austrohungaro), un recorrido desde Lejla hasta Sara, pero también desde Lejla hasta Lela pasando por Leja.
Dos amigas de una infancia que se recueentran tras doce años de distanciamiento para buscar a Armin, hermano de Lejla. En esa búsqueda, ponen en relación sus recuerdos y dibujan una Bosnia antes y después de las guerras de los Balcanes.

El final, es lo mejor del libro, sin duda es un momento en que el libro adquiere su mayor sentido. Y es que es un libro lleno de simbolismo que sabe plasmar la personalidad de estas dos mujeres haciendo uso de varias dimensiones, el presente y los recuerdos del pasado se unen en una atmósfera de posguerra.

No pude acabar con mejor lectura que esta en 2020. Leí mil reseñas positivas por las redes, y efectivamente, me uno yo también a recomendar esta historia que me atrapó desde sus primeras líneas, escrita por una autora que a la que llaman la Elena Ferrante yugoslava, ya que recuerda a la famosa saga de la escritora, con una historia de dos amigas como nexo en común.

Tal como dice la sinopsis, Sara, una joven nacida en Bosnia que actualmente vive en Dublín, recibe una repentina llamada de Lejla, su antigua mejor amiga de la infancia de la que no sabe nada desde hace doce años. Aparece de la nada y la invita, casi exigiéndole, a que la acompañe a realizar un viaje desde Mostar (Bosnia) hasta Viena, ya que han encontrado señales de Armin, su hermano desaparecido durante la antigua guerra de Bosnia. A Sara le cuesta tomar la decisión de ir a acompañarla, ya que ha trabajado duro para distanciarse de todo lo relacionado con Bosnia y su anterior vida.

Tras una valiente decisión, acompañamos a ambas amigas a través de este road trip y a través de sus recuerdos, a veces llenos de oscuridad, donde queda claro que ambas amigas no siempre recuerdan las cosas de la misma manera, dejando al lector que decida quien tiene la verdad absoluta.

Un viaje que nos llevará a ahondar en su relación y sentimientos, con unos puntos de vista a veces totalmente diferentes de un pasado en común.
Inevitablemente el pasado en común dejó cicatrices en cada una de ellas que son difíciles de cerrar, desde su primer acercamiento en la escuela de primaria, hasta su edad adulta, viviendo además en un ambiente de guerra tóxico.

Una novela de obligada lectura que gira en torno a la complejidad de la amistad, y que a mí al menos, me ha atrapado, dejándome a los personajes en la cabeza durante un largo tiempo. Un texto cargado de simbolismo, en el que incluso hace homenaje a la famosa novela de Lewis Carrol, Alicia en el país de las maravillas, viajando por el mundo pasado de ambas amigas, donde es difícilmente distinguir entre lo real y lo irreal de sus recuerdos y donde además aparece un conejo real com elemento clave en común de la infancia de Sara y Lejla.

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Llevo unas semanas sin ponerme frente a la hoja en blanco y eso, aunque no quiera, ha acabado pasando factura. Me encuentro con el corazón encogido intentando dar forma a todas esas notas que he ido escribiendo mientras leía. Me encuentro con el corazón encogido y con la mente totalmente en blanco. Las dudas me agolpan y no me veo capacitada para hablar de todo lo que he sentido. ¿Cómo explicar? ¿Cómo plasmar? ¿Cómo describir?

He hecho un viaje complejo, lleno de curvas, ascensos y descensos. Un viaje por carretera que me ha llevado a un viaje por la memoria y los recuerdos. He regresado a la infancia y adolescencia, a las primeras amistades y también romances, a la pérdida de la inocencia. He regresado a las raíces, a lo importantes que son y al arraigo que se tiene a ellas. Dolor, tristeza, melancolía. Recuerdos que pretendía olvidar pero que vuelven a la superficie y comprendo que están muy latentes, aún sin cicatrizar. He acompañado a las protagonistas en su viaje por carretera, en su viaje por sus vidas y he hecho un viaje por la mía. Sus vidas han acabado unidas a la mía por un hilo que casi no se percibe. Un hilo del que las tres vamos tirando y a medida que se va tensando desentierra recuerdos, anécdotas, sentimientos y sensaciones que ya no recordaba.

He hecho un viaje junto a dos mujeres a las que les he cogido mucho cariño. Dos mujeres en las que me he llegado a ver reflejada, a las que tan pronto comprendía como no conseguía hacerlo. Dos mujeres que me gustaría tener a mi lado para escucharles, abrazarles, secar sus lágrimas y darles mi cariño. Ha sido un viaje largo y agotador. Me sentía con los sentimientos a flor de piel cuando he llegado al FINAL. Ese final que me ha dejado perpleja, que me hizo reflexionar y tuve que leer varias veces. Tras hacerlo una sonrisa acudió a mi cara, el brillo iluminó mis ojos, cerré el libro y lo abracé con cariño. Un abrazo que me encantaría que traspasara las páginas y les llegara a Sara y Lejla.

He colocado el libro de nuevo en la estantería y un pedacito de mí se ha ido con él. Cada vez que paso por su lado siento un cosquilleo. Pasan los días y no puedo parar de pensar. ¿Son reales los recuerdos?
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Sara, que emigró de Bosnia a Dublín y vive alejada de los fantasmas del pasado, recibe una llamada de Lejla, su amiga de la infancia. Ella le pide que vaya a recogerla a Mostar y la acompañe a buscar a su hermano Armin, desaparecido durante la guerra. Juntas irán en coche de Mostar, pasando por Bania Luka -ciudad donde se criaron- a Viena en un viaje que, lejos de ser el reencuentro emotivo de dos viejas amigas, supondrá para Sara una vuelta a los fantasmas del pasado que dejó en los Balcanes.

Tenía mis dudas a la hora de empezar esta novela, ya que la presentaban como «Lewis Carroll y Elena Ferrante en un País de las Maravillas balcanizado», un reclamo bastante ambicioso a priori. Pero la verdad es que esta novela, conecta los distintos elementos de manera orgánicamente cohesionada.

Estructuralmente, la historia está narrada por Sara en primera persona, quien alterna el presente con el pasado y nos cuenta la evolución de la amistad entre Lejla y ella. Lejla, con un carácter fuerte siempre cegó a Sara, que sentía -por así decirlo- una gran idolatría hacia su amiga. Es esta amistad ‘desigual' entre las dos protagonistas aparentemente antagónicas la que en gran parte me ha recordado a Lila y Lenù de Ferrante en la tetralogía “La Amiga Estupenda”.

Podemos definir la novela como un ‘road trip' pero con varios planos entremezclados, pues es un viaje vital al pasado de una vida y de una relación, pero también al pasado de una época y un territorio. ¿El enlace entre pasado y presente entre ambas? Armin; la tercera pata del triángulo que mantiene la estabilidad entre ambas, su punto común como afirma la propia Sara y el motivo por el que sumergirse en las profundidades y conseguir así atrapar la liebre.
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Novela brillante de esta autora desconocida por mi, y que me ha impactado. Es una road trip literaria, con un lenguaje sutil y auténtico. Retrata la complicada relación de dos amigas, haciéndonos viajar del presente al pasado para comprender su historia. Y nos muestran como los traumas de los conflictos perduran a través de los años. Lo que no me ha gustado mucho es el final, para mí un poco abrupto y un poco confuso.

Memoria, identidad, viaje. Relato sobre los estratos de la memoria y sobre los recuerdos que reescriben a los recuerdos anteriores.

Una llamada. La voz de Lejla en el teléfono de Sara tras doce años. Sara, la narradora, se verá arrastrada por sus palabras a un viaje desde Dublín -donde vive- hasta Mostar (Bosnia). Desde allí habrá de conducir con su amiga de la infancia hasta Viena, donde se supone que encontrarán a Armin, el hermano desaparecido de Lejla, y el que representa un potente, misterioso y traumático vínculo entre las dos.

A través del viaje descubrimos la arrolladora personalidad de Lejla, a la que amaremos y odiaremos. Como en una entrevista dijo la autora “es víctima y verdugo”. Sara, por su parte, se ve desde el inicio completamente devorada por Lejla. Desea poder dejarla definitivamente atrás, pero busca siempre su aprobación.

La narración del viaje intercala pasajes clave de la memoria de Sara, en los que siempre está de algún modo implicada Lejla. Debajo de las capas de su memoria siempre hay otra capa que explica la anterior. Una estructura magnífica que deja claro, como sugirió Sebald, que las identidades y las biografías no se construyen en línea recta, sino a través de “rupturas, heridas y circularidades”.
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Este libro narra la historia de Sara y Lejla, dos antiguas amigas que hace doce años que no se ven ni saben nada la una de la otra. Sara se marchó a Dublín e hizo todo lo posible para olvidar Bosnia, su país de origen. Sin embargo, un día, después de todo este tiempo, Lejla la llama y le pide que vaya a recogerla a Mostar y la acompañe a Viena a buscar a su hermano, desaparecido años atrás.

Así, acompañaremos a las dos chicas en su road trip y, a través de sus recuerdos y conversaciones, conoceremos detalles de la peculiar amistad que las une y de la crisis de identidad que sufren debido a la guerra y los conflictos políticos y religiosos que les tocó vivir de niñas y adolescentes.

La narración de la autora atrapa por su frescura y por los guiños a "Alicia en el país de las maravillas", pero también es una lectura interesante porque, entre líneas, invita a reflexionar sobre la perdurabilidad de las heridas y cicatrices producidas por las guerras, aunque el tiempo pase y se ponga tierra por medio.

Novela deliciosa en la que Lana propone una reflexión sobre el paso del tiempo y cómo lo percibimos a través de los recuerdos.
La amistad de Sara y Lejla, cómo afectó a su desarrollo posterior su tiempo compartido y lo que supone su reencuentro, algo descabellado, doce años más tarde, constituyen la base de esta historia, sin principio, sin final, eterna.

La historia se narra en dos tiempos y va saltando de pasado al presente en cada capítulo. Lo que parece ser, al principio, una novela sobre un encuentro entre dos amigas que se distanciaron, sobre la búsqueda del hermano de una de ellas, sobre un ajuste de cuentas entre ambas, sobre sobreponerse a la influencia que una ejerce sobre la otra, sobre lo que una guerra fratricida rompe; todo eso se va transformando poco a poco y nos queda la duda de si estamos mirando bien la obra o si hay algo que se nos escapa, que, como la memoria, nos traiciona
El final, que nos lleva al principio -o el principio que nos descoloca en un primer momento- es inesperado, sorprendente y te hace plantearte toda la novela. El recuerdo, la memoria no es un buen guía, como tampoco lo es un narrador en primera persona en una novela que pretende justificar, explicar las decisiones que se tomaron...Siempre habrá una explicación favorable al protagonista.
El final te hace considerar todo, desde la primera palabra hasta la última. Se cierra el círculo y que quedas dentro de él.

En un viaje es tan importante disfrutar del recorrido como del destino. En el viaje de las protagonistas de 𝘼𝙩𝙧𝙖𝙥𝙖 𝙖 𝙡𝙖 𝙡𝙞𝙚𝙗𝙧𝙚 de @lanabasta es muy importante detenerse en todas las paradas para poder encajar las piezas de este puzzle, ya que la historia de estas dos amigas es un rompecabezas de principio a fin.

En este libro hacemos un viaje muy personal por sus vidas, desde los inicios de su relación de amistad hasta llegar a lo que son hoy en día. La forma en la que está narrada esta historia, con sus pausas y sus enigmas, hace que quieras descubrir más de Sara y de Lejla. Un viaje lleno de incógnitas con un final inesperado pero que no podía ser más sorprendente y perfecto.
Me ha gustado mucho recorrer Bosnia tanto espacial como temporalmente con estas dos amigas que, inevitablemente, me han recordado a Lila y Lenu de la saga Dos amigas de Elena Ferrante. Esa relación amor-odio y ni contigo ni sin ti me ha atrapado desde el principio y me encanta descubrir esa parte tan humana de las protagonistas, con lo bueno y lo malo.
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