Vaya gran concesión! Si pudieras verlos en el altar, supondrías que iban a casarse.
|
Vaya gran concesión! Si pudieras verlos en el altar, supondrías que iban a casarse.
|
¡Y Vosotros... vosotros, mis árboles, a quienes conozco tan bien! ¡Pensar que seguiréis siendo los mismos! Que no se os caerá ni una sola hoja porque nosotras partamos, que ni una sola rama dejará de moverse porque ya no podamos contemplarlas más! No! Seguiréis siendo los mismos! Sin conocer el placer o el dolor que ocasionáis, e insensibles a todo cambio en aquellos que caminan bajo vuestra sombra! Pero ¿quién, quién os queda? ¿Quién os disfrutará?
|
Pero mientras la imaginación permita a otras personas formarse juicios erróneos sobre nuestra conducta, así como sacar conclusiones a la luz de frágiles apariencias, nuestra felicidad estará siempre, en cierta medida, en manos del azar.
|
Només jo estava al corrent dels teus sentiments i les teves penes; i tot i així, ¿què he fet? Saber-ho no m'ha mogut pas a cap mena de compassió que ens pogués fer bé a tú o a mi. Tenia el teu exemple davant dels ulls, però ¿de què ha servit? ¿He pensat més en tú i en la teva felicitat? ¿He imitat la teva paciència o t'he alleujat de responsabilitats assumint una part de les obligacions degudes a la cortesia o a l' agraïment que havies de complir tota sola? No, ni quan em pensava que estaves contenta ni quan he sabut que eres infeliç no m'he preocupat per fer cap demostració de respecte o d'amistat a ningú.
|
…cuando uno no quiere convencerse de una cosa, siempre encuentra motivos para dudar de ella.
|
No creo que ninguna de mis hijas vaya a incomodar al señor Willoughby con intentos de atraparlo. No es una ocupación para la que hayan sido criadas. Los hombres están muy a salvo con nosotras, sin importar cuán ricos sean.
|
Me consta que la naturaleza humana, casi siempre, está llena de grandes contradicciones.
|
¿Cree usted que la gente habla del amor cuanto están presentes otras personas?
|
He sufrido los castigos del amor sin disfrutar de sus ventajas.
|
Mientras la imaginación permita a otras personas formarse juicios erróneos sobre nuestra conducta, así como sacar conclusiones a la luz de frágiles apariencias, nuestra felicidad estará siempre, en cierta medida, en manos del azar.
|
Jane Austen (16 de diciembre de 1775-18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la