Sé lo que quieres decir, afirmaríamos. O, utilizando una expresión que aún se oye en boca de la gente mayor: Oigo de dónde vienes, como si la voz misma fuera un viajero que llega de algún lugar lejano. Que podría serlo, que lo es.
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Sé lo que quieres decir, afirmaríamos. O, utilizando una expresión que aún se oye en boca de la gente mayor: Oigo de dónde vienes, como si la voz misma fuera un viajero que llega de algún lugar lejano. Que podría serlo, que lo es.
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(...) un espejo redondo, convexo, de cuerpo entero, como el ojo de un pescado, y mi imagen reflejada en él como una sombra distorsionada, una parodia de algo, como la figura de un cuento de hadas cubierta con una capa roja, descendiendo hacia un momento de indiferencia que es igual al peligro. Una Hermana, bañada en sangre.
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Pero la silla, la luz del sol, las flores… no deben despreciarse. Estoy viva, vivo, respiro, saco la mano abierta a la luz del sol.
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Lo que temen no es que nos escapemos —al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos— sino esas otras salidas, las que puedes abrir en tu interior si tienes una mente aguda.
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Éste es el tipo de detalles que les gusta: arte popular, arcaico, hecho por las mujeres en su tiempo libre con cosas que ya no sirven. Un retorno a los valores tradicionales. No consumir, no desear. Si no consumo, ¿por qué, a pesar de ello, deseo?
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Intento no pensar demasiado. Como el resto de las cosas, el pensamiento tiene que estar racionado. Hay muchos que no soportan pensar. Pensar puede perjudicar tus posibilidades, y yo tengo la intención de resistir.
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Si al menos nos miraran, si pudiéramos hablarles… Creíamos que así podríamos intercambiar algo, hacer algún trato, llegar a un acuerdo, aún nos quedaban nuestros cuerpos… Ésta era nuestra fantasía.
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Suspirábamos por el futuro. ¿De dónde sacábamos aquel talento para la insaciabilidad? Flotaba en el aire; y aún se respiraba, como una idea tardía (...)
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Así empezamos todos los que escribimos: leyendo. Oíamos la voz de un libro que nos hablaba.
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Defred registra su historia como buenamente puede; luego la esconde, con la confianza de que, con el paso de los años, la descubra algún ser libre, capaz de entenderla y compartirla. Es un acto de esperanza: toda historia registrada presupone un futuro lector.
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¿En qué año se publicó originalmente?