El reino de las mujeres

El reino de las mujeres, publicado originalmente en 1894 y que con tan solo 91 páginas es un libro perfecto para disfrutar una tarde o bien para introducirse en la literatura de Antón Chéjov.

El libro sigue de cerca a la protagonista, Anna Akímovna, que es a quien más vamos a conocer en este libro. El autor hace aquí un despliegue de maestría para mostrar (y desarrollar) todos los conflictos internos de Anna en muy pocas páginas, y de una manera tan sutil que vas poco a poco entendiendo a la protagonista sin que haya grandes monólogos internos ni párrafos de exposición.

Anna me ha parecido un personaje complejo e interesante, que lucha por encontrar su lugar en un mundo todavía anclado en las sociedad de clases y el papel tradicional de la mujer en la familia. En este contexto, Anna se debate por entender los intereses de las familias adineradas que frecuenta ahora y las obreras, entre las que nació y se crió. La presión de la sociedad en general le llevará también a dudar sobre qué quiere hacer con su futuro, si casarse o formar una familia o seguir la senda empresarial.

El contrario de lo que pudiera parecer, El reino de las mujeres nos presenta una historia muy dinámica que transcurre en apenas unos días, en la que continuamente hay diálogos entre los personajes o bien algo interesante está ocurriendo. Lo que hace este libro tan bueno es la capacidad de Chéjov de aunar esta ligereza en la trama con unas reflexiones profundas de los personajes y con un toque de humor que te hace disfrutar aun más la lectura.
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Chéjov en esta novela corta, nos da una muestra más de las limitaciones de ser mujer a lo largo de la historia, en este caso en la Rusia zarista.
A pesar de que su protagonista ha heredado una gran fortuna y un negocio próspero y que teóricamente no depende ni de un padre, ni de un marido, se siente insegura a la hora de tomar decisiones tanto en la fábrica, como con la manera de invertir su dinero. Se sabe engañada por la gente que administra sus bienes, pero no tiene el valor suficiente para enfrentarse a ello, ya que no ha sido educada para ello. Por un lado echa en falta un marido en el que apoyarse, por otro, las opciones que tiene no la convencen, porque se haya atrapada entre la clase social en la que nació y la clase a la que pertenece ahora por herencia.

Anna Akimovna está sumida en un mar de dudas. Heredó una fábrica de su padre y su tío, pero no encaja ni entre las personas del clase alta a la que ahora pertenece, ni entre los obreros entre los que pasó su infancia. Tampoco sabe si casarse o permanecer soltera. ¿Qué hacer?

Es increíble cómo en menos de cien páginas y en el espacio temporal de la víspera y día de Navidad, Chéjov te mete en los pensamientos, deseos y contradicciones de la joven Anna, un personaje de los que te crees, perfectamente construído.

No he entrado en la historia, los personajes no me han apasionado y no he disfrutado.
Había leído otra novela corta de Chéjov y me había encantado, pero aquí no he sacado nada en claro, ni historia ni personajes ni nada.
Poco más que decir, sólo que un libro más.

Hoy vengo con la reseña de uno de los primeros títulos publicados, El reino de las mujeres (Antón Chñejov, 1894).

La acción se extiende a lo largo de dos días, la víspera de Navidad y el día de Navidad mismo, fechas señaladas en las que por costumbre social de aquel tiempo, se reúnen dueño y empleados. Este escenario permite que el libro ofrezca en pocas páginas una buena representación de la sociedad de la Rusia zarista.

La protagonista de esta breve novela es un personaje que se encuentra atrapado entre dos clases sociales: Anna Akímovna, una mujer de origen obrero que ha heredado la empresa que fundó su tío y se siente fuera de lugar en ambos ambientes.

Chéjov describe los sentimientos internos de Anna, especialmente la contradicción entre su desplazamiento social y su búsqueda natural de pareja.

Una lectura fácil, breve que me ha permitido ver la cantidad de obstáculos que tenían las mujeres en el mundo del patriarcado ruso de finales del siglo XIX.

En esta ocasión Chéjov me ha deslumbrado con esta novela corta que escribió en 1894. En ella, vivimos la noche de Navidad y el veinticinco de diciembre junto a Anna Amíkovna, la heredera de una importante fábrica rusa. A pesar de ser rica, Anna proviene de una familia obrera y a sus veintiséis años se mueve entre dos mundos –el de la infancia y el de origen– y no sabe si tiene que casarse con un noble o con un comerciante. Chéjov nos presenta un personaje que no acaba de encontrar su identidad; tiene remordimientos por el hecho de ser rico y se siente incómodo ante el vasallaje que le rinden los trabajadores y los otros miembros de la colonia.

Un libro que hace reflexionar sobre quién somos y sobre la importancia que damos a las convenciones sociales a la hora de tomar decisiones cruciales en nuestras vidas.

«Anna Akímovna tuvo ganas de lavar, planchar, correr a una tienda o a la bodega, como hacía cada día cuando vivía con su madre. ¡Cómo le gustaría ser una trabajadora más y no la dueña!»

CATALÀ:

Avui us porto la ressenya del Petit Plaer que obre la col·lecció i que m'ha fet descobrir a Txèchov.

M'han agradat molt les descripcions, sobretot les del primer capítol, que m'han transportat a caminar, de la mà de l'Anna, pels carrers dels pisos dels treballadors i sentir les olors, sobretot les olors.

Txèchov ens presenta una sèrie de personatges típics en la Rússia de l'època tsarista, dividits en burgesos i obrers i, enmig de tots ells, l'Anna Akímova, una protagonista plena de contradiccions perquè la seva classe social és indefinida. Les seves contradiccions i les incerteses són descrites meravellosament bé per el realisme que caracteritza a l'autor.

Com tots els Petits Plaers que he llegit l'he gaudit i us el recomano. Coneixeu la ploma d'Anton Txèchov?


ESPAÑOL:

Hoy os traigo la reseña del Pequeño Placer que abre la colección y que me ha hecho descubrir a Chejov.

Me han gustado mucho las descripciones, sobretodo las del primer capítulo, que me han transportado a andar, de la mano de Anna, por las calles de los pisos de los trabajadores y a sentir los olores, sobretodo los olores.

Chejov nos presenta una serie de personajes típicos en la Rusia de la época zarista, divididos entre burgueses y obreros y, en medio de todos ellos, Anna Akímova, una protagonista llena de contradicciones porque su clase social es indefinida. Estas contradicciones y sus incertidumbres son descritas maravillosamente bien por el realismo que caracteriza al autor.

Como todos los Pequeños Placeres que he leído lo he disfrutado y os lo recomiendo. Conocéis la pluma de Chejov?
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Este libro ha conseguido que me guste solo la primera mitad, mientras que la segunda no la he disfrutado nada. Me explico: al principio de la historia, se hace una crítica brutal acerca de la beneficencia sin motivo, sin saber, y las consecuencias de la misma. Ricos que dan dinero para sentirse mejor consigo mismos, para borrar sus pecados y pensar que están limpios de alma, sin saber realmente a quien le están dando ese dinero, si sirve para algo o se van a lucrar los de siempre.

Pero, por otro lado, en la segunda para del libro la protagonista y las mujeres que la rodean (cocineras, camareras, limpiadoras) se quejan de que no encuentran un marido, de que cada vez es más difícil casarse. Llegan incluso a decir que antes eran las feas y las lisiadas las que no conseguían marido por su apariencia, pero que ahora ni con dinero conseguían casar a una mujer bella. Esta parte no me ha gustado nada, me ha parecido de lo peor que he leído en mi vida. Pero aquí no acaba la cosa…

Nuestra protagonista, Ana Akímovna, quiere casarse porque ha heredado una fortuna increíble y una fábrica, y siente que la está echando a perder porque es mujer y un marido podría hacer todo perfectamente, es decir, que necesita un hombre que le lleve las cuentas y la fábrica. Ahí es nada. La mujer depende del hombre porque es tonta y no es capaz de llevar este tipo de cosas.

Os podéis hacer una idea de lo absurdo que me ha parecido todo, de lo horrible del libro y de que de no ser porque eran menos de 100 páginas, lo hubiese dejado. La cantidad de veces que las mujeres de esta novela se quejan de que no tienen marido, de que quieren un hombre en su vida, me ha desesperado completamente.

Por todo esto, obviamente no recomiendo su lectura, a no ser que queráis incluirlo en una lista de lecturas casposas.

Siempre he tenido miedo a los libros de dimensiones reducidas y a los autores rusos. Aunque sigo siendo muy reticente a leer libros de relatos (en plural) cada vez me gustan más los libros cortos que en pocas palabras son capaces de presentar un microcosmos con vida propia como el de El reino de las mujeres, al mismo tiempo que se me está despertando un interés creciente por la literatura rusa.

Anna Akimovna es una joven de 26 años de origen humilde, que ha heredado una gran fábrica con miles de trabajadores. Es Navidad y su casa rebosa de gente que viene a felicitarle las fiestas. Mientras sube y baja escaleras, Anna reflexiona sobre su futuro, sin encontrar un lugar en el que se sienta realmente a gusto, ni abajo con los trabajadores que ya no sienten que pertenece a su mundo, ni arriba con la alta sociedad donde la miran con desdén por sus orígenes humildes.

He disfrutado mucho con esta novelita corta que me ha servido para estrenarme con Chéjov y participar este bimestre del #téconrusos organizado por @teconlibros.

Las reflexiones de Anna sobre su futuro me han parecido muy interesantes, tanto, como los consejos que recibe, ¿qué debería hacer? ¿Casarse? ¿Es realmente apetecible el matrimonio para una joven rica dueña de una gran fábrica?

«-Creo que una mujer joven y rica tiene que ser independiente, inteligente, elegante, valiente y un poco libertina. Usted, querida, no debe dejar pasar ni una ocasión, ni vivir como todo el mundo, sino saborear la vida, y un leve libertinaje es la salsa de la vida. »

Reflexiones y consejos que en una novela del siglo XIX y escrita por un hombre no dejan de llamarme la atención.

La soledad que siente Anna es precisamente fruto de esa sensación de no pertenecer a ninguno de los dos mundos. Se siente muy cercana a los trabajadores y sus familias pues recuerda su niñez entre esas gentes que ya no la aceptan de igual manera. Y no termina de encajar en la alta sociedad. Se siente condenada a vivir entre dos mundos.

Al principio, me desconcertó el final, pero con el tiempo he comprendido que es el final lógico.

Seguiré leyendo a Chéjov por supuesto.