La Débâcle de Émile Zola
Mataban aún, destruían en todos los rincones; el bruto suelto, la imbécil rabia, la locura furiosa del hombre destruyendo al hombre
|
La Débâcle de Émile Zola
Mataban aún, destruían en todos los rincones; el bruto suelto, la imbécil rabia, la locura furiosa del hombre destruyendo al hombre
|
La Débâcle de Émile Zola
Desde aquel momento Weiss no tuvo conocimiento de lo que hacía. Él y los otros cinco continuaron disparando como locos, acabando los cartuchos y sin figurarse que tenían que rendirse
|
La Débâcle de Émile Zola
Ante la furiosa resistencia del pueblo, su cólera (de los alemanes) aumentaba y las pérdidas enormes que llevaban sufriendo en las cinco horas de ataque, les hacían tomar represalias atroces
|
La Débâcle de Émile Zola
Muchos de aquellos soldados bisoños habían llegado de Tolón, de Brest y de Rochefort, con muy poca instrucción y sin haber sido aún fogueados, y ya desde por la mañana se batían como unos veteranos. Ellos que, desde Reims a Mouzon habían caminado tan pesadamente por la falta de costumbre, se revelaban ahora como los más disciplinados, los más fraternalmente unidos por aquellos lazos que impone el deber y la abnegación frente al enemigo
|
La Débâcle de Émile Zola
¿No era una tontería haberles hecho abandonar una posición que tenían que tomar ahora, cuando el enemigo era dueño de ella? ¡Estaban dispuestos a hacerse matar, pero no por capricho!
|
La Débâcle de Émile Zola
El ejército de la derecha ocupaba ya todo el valle de Givonne, el XII cuerpo se había apoderado de la Moncelle, la guardia prusiana acababa de atravesar Daigny, subiendo el riachuelo, en marcha ya hacia la meseta de Illy, después de haber obligado al general Ducrot a replegarse detrás del bosque de Garenne
|
La Débâcle de Émile Zola
Y a la cabeza del cortejo reconoció al emperador que volvía a Sedán, después de haber estado cuatro horas en el campo de batalla. La muerte no quería hacer presa en él
|
La Débâcle de Émile Zola
¡Porque hay un desbarajuste tal, que parece que todos se han vuelto locos! Y siempre viene gente nueva, y las puertas no paran, unos se incomodan, otros lloran, y en la casa hay un saqueo completo: los oficiales beben todo el vino, duermen en las camas vestidos; mire usted, el emperador es, después de todo, el más cariñoso, el que ocupa menos sitio; le basta un rincón para quejarse
|
La Débâcle de Émile Zola
Pero no era ya aquel fantasma de bandera, anegado en la niebla de la mañana. Bajo el sol ardiente, el águila dorada brillaba, los tres colores de la seda lucían sus notas claras y vivas, a pesar del desgaste glorioso de las batallas. En pleno cielo azul, en medio de los proyectiles, flotaba como una bandera victoriosa
|
La Débâcle de Émile Zola
Le insultaba muy quedo, tratando de avergonzarle con palabras violentas, porque sabía que se envalentonaba a los hombres a patadas
|
La Débâcle de Émile Zola
Y volvían a salir de los labios las acusaciones fatales de traición: Ducrot y Wimpffen querían ganar los tres millones ofrecidos por Bismarck, lo mismo que MacMahon
|
La Débâcle de Émile Zola
¿De qué te quejas? No estamos del todo mal aquí. Tendremos tiempo de exponernos más tarde. A cada cual le toca su turno. Si todos se hiciesen matar al principio, no quedarían para el final
|
La Débâcle de Émile Zola
En Solferino estuvimos echados durante cinco horas en un campo sembrado de zanahorias
|
La Débâcle de Émile Zola
¿Quiere usted echarse?, ¡quién me ha enviado soldados que se hacen matar cuando no se les manda!
|
La Débâcle de Émile Zola
¿Iban a estar mucho tiempo así, echados entre las berzas? No veían nada, no sabían nada. No había medio de formarse una idea de cómo iba la batalla: ¿era una verdadera gran batalla?
|
La Débâcle de Émile Zola
En aquel momento un trozo de granada fue a romper la cabeza de un soldado en la primera fila. No lanzó un grito: un chorro de sangre y de sesos, y fue todo
|
La Débâcle de Émile Zola
Su esperanza iba en aumento, como una borrachera, desde que había visto el buen orden de todas las tropas. Ya creía en la victoria, siempre que se pudiera atacar a la bayoneta
|
La Débâcle de Émile Zola
¡Muchachos, hay que beber a la salud de sus novias, si las tienen, y a la gloria de Francia! ... No hay más que eso. ¡Viva la alegría!
|
La Débâcle de Émile Zola
¿Y qué les importa si estamos vendidos? Nada tiene que ver eso. Lo que es preciso que sepan es que los prusianos están ahí y que les vamos a atizar una soberana paliza, de esas que no se olvidan fácilmente
|
La Débâcle de Émile Zola
En el momento mismo en que empezaba la batalla, el problema de llenar el estómago se presentaba imperioso, decisivo. Héroes, tal vez, pero estómagos ante todo
|
Gregorio Samsa es un ...