La Débâcle de Émile Zola
Pero no era ya aquel fantasma de bandera, anegado en la niebla de la mañana. Bajo el sol ardiente, el águila dorada brillaba, los tres colores de la seda lucían sus notas claras y vivas, a pesar del desgaste glorioso de las batallas. En pleno cielo azul, en medio de los proyectiles, flotaba como una bandera victoriosa
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