"En resumidas cuentas, que la mayoría de estas historias me pillaron en varios momentos de mi vida y no quisieron soltarme hasta que no las escribí. Mi demonio habla. Ahora solamente falta que le escuches". Y es todo un placer hacerlo señor Bradbury. Historias tiernas, como la de una vieja sirvienta negra que espera a "su niño" blanco bajar de un tren, o la de un adolescente negro que no quiere tomar el sol en la playa para no quemarse, y que tiene su propio razonamiento para estas cosas. "Un blanco que trabajaba al sol se ponía negro. Así, ¡sin duda!, un negro que se escondiera en la oscuridad se volvería blanco. Era lógico, ¿no?" Relatos cargados de suspense como el de esa pareja cuya habitación de motel está llena de relojes y calendarios del año 2035. Ella llora desconsolada todas las madrugadas, desconcertada y aterrada a partes iguales. ¿De dónde han salido y que hacen allí? También hay sitio para el amor. Como el de esa pareja de recién casados que llega a su nueva casa, una auténtica ruina (recuerda mucho a la escena de la película ¡Qué bello es vivir! cuando ella le lleva hasta la casa en su noche de bodas, y las paredes están cubiertas de fotografías de todos aquellos lugares donde no van a ir) en la que seguramente el amor no va a ser suficiente, al menos para ella. "No obstante, no era aquello lo que quería oír él. Él no quería irse de allí en la vida. William adoraba aquel sitio y quería arreglarlo de arriba abajo". Angustia y temor es lo que representa la vida para Rob, un escritor cuya enfermedad, hemofília, le convierte en un condenado y en un blanco fácil para quien quiera deshacerse de él. "Y así es tu vida. Tan solo necesitas cuatro horas de sueño y te mantienes alejado de los objetos cortantes. Cada uno de tus días es, como quien dice, el doble de largo que el de una persona normal y corriente, pero tus expectativas de vida son cortas, por lo que, aunque no sin cierta ironía, existe cierto equilibrio". Un peculiar triángulo amoroso, unos grafitis que cuestan "literalmente" la vida, unos extraterrestres muy humanos (al menos a la vista de los habitantes de un planeta arácnido. ¡Qué repelús da este relato!), un coleccionista de libros que no puede evitar los "efectos colaterales" de la Vida... Espléndida la creatividad de este hombre que convierte un acontencimiento banal en una historia fabulosa. Y para muestra el relato que da título al libro, El signo del gato, mi favorito. Una casualidad, un hecho fortuito (un gatito en medio de la nada), convierte a dos personas que no se conocen de nada en... Con una sola frase Bradbury crea un final al más puro estilo Billy Wilder. ¡Ahí es nada! + Leer más |