Beirut, año 1948. La familia Pelletier forma parte de la colonia francesa afincada en Beirut. No obstante, para gran disgusto del matrimonio, sus cuatro hijos buscan ampliar horizontes lejos del hogar familiar.
Diría estamos ante una historia dramática con algún toque de humor irónico y satírico e incluso, sórdido que contiene una gran crítica hacia las insensateces de la política francesa de mitad del siglo xx. Y para ello, el autor nos traslada a los años posteriores a la ll Guerra Mundial y lo hace a través de unos personajes bastante atípicos que pasean sus vidas por las ciudades de Beirut, París y Saigon entre amores, desamores, fracasos, corrupción, escándalos, y hasta algún asesinato.
No obstante, creo que lo más destacable de la novela son las descripciones de la época. Me ha gustado conocer ese París que aún sufre las secuelas de la guerra e intenta resurgir de sus cenizas o la vida en la pequeña colonia francesa de ese Beirut de mitad de siglo. Pero, sobre todo, descubrir ese Saigón con la guerra de Indochina en pleno apogeo, una ciudad carcomida por la corrupción, los aguaceros y los fumaderos de opio.
Y una vez terminado el libro, me reafirmo en que, realmente, con lo que he disfrutado, ha sido descubriendo ese período histórico y no siguiendo las aventuras y desventuras de esta peculiar familia con cuyos miembros no he llegado apenas a empatizar. Me han parecido demasiado caricaturescos y en algunos momentos, tan absurdos que me resultaban poco creíbles.
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