Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Es una gran desventura, en efecto, carecer de amigos; pero los corazones de los hombres están llenos de amor fraterno y caridad, cuando se encuentran libres de prejuicios y no los mueve un egoísmo patente.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
¿Era,en efecto, el hombre tan poderoso, tan virtuoso y magnífico, pero tan bajo y vicioso a la vez? Unas veces parecía un puro brote de maldad, y otras un compendio de todo lo noble y lo divino.
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Mathilda de Mary Shelley
Me encuentro en un raro estado de ánimo. Estoy sola...completamente sola...en el mundo...la calamidad y el infortunio se han cruzado en mi vida y me afectan, sé que estoy a punto de morir y me siento feliz...alegre. Siento mi pulso, late deprisa; pongo mi mano delgada en mi mejilla, arde; noto dentro de mí una leve y viva energía que emite ya sus últimos destellos. Nunca veré las nieves de otro invierno, creo que nunca más volveré a sentir el calor vivificante del sol de un nuevo verano; y con esta convicción empiezo a escribir mi trágica historia. |
Mary Shelley
¡Amor! ¿Qué tenía para amar? ¡Oh!, muchas cosas: estaba el claro de luna, y las rutilantes estrellas; las brisas y las lluvias refrescantes; estaba la tierra entera y el cielo que la cubre, todas aquellas encantadoras figuras que visitaban mi imaginación; todos los recuerdos de heroísmo y virtud. Sin embargo aquello era muy distinto de mi vida anterior, aunque como entonces me limitaba a la naturaleza y a los libros. En aquel entonces saltaba por los campos, muchas veces mi alma parecía cabalgar sobre los vientos, y mezclarse con el aire ambiental en alegre solidaridad. En aquel entonces si paseaba despacio me animaba con una dulce canción o con ensoñaciones todavía más dulces. Me parecía que de todo lo que veía surgía un bendito arrobamiento.
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Mary Shelley
Y de nuevo besó sus ojos y sus labios, y se inclinó sobre su cuerpo inanimado en plena agonía, contemplando su semblante todavía adorable pese a los cambios, observando cada ligera convulsión y variación de color que indicaba que la vida todavía persistía aunque estaba a punto de morir. Por un momento volvió en sí y reconoció su voz; sus labios esbozaron una sonrisa, una última y adorable sonrisa. Pasó doce horas de vela a su lado y luego murió.
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Mathilda de Mary Shelley
En verdad, estoy enamorada de la muerte; ninguna doncella disfrutó más al contemplar su traje de novia que yo al imaginar mi cuerpo envuelto ya en su sudario. ¿Acaso no es mi traje nupcial?
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Mathilda de Mary Shelley
Mi mayor placer era disfrutar de un cielo sereno rodeada de aquellos bosques verdeantes, pero me gustaban todos los cambios de la naturaleza; y la lluvia y la tormenta, y las preciosas nubes del cielo traían consigo sus deleites. Mecida por las olas del lago mis ánimos se alzaban con júbilo lo mismo que un jinete siente con orgullo los movimientos de su bien alimentado corcel. Pero solo me proporcionaba placer la contemplación de la naturaleza. No tenía ningún acompañante: al no encontrar respuesta en ningún otro corazón humano, mis ardorosos afectos se vieron obligados a desperdiciarse en objetos inanimados. |
Mathilda de Mary Shelley
¿No es extraño que la aflicción siguiera tan pronto a una felicidad tan divina? Bebí de una copa encantada pero había hiel en el fondo de su prolongada dulzura. Mi corazón rebosaba de cariño profundo, pero se sentía tranquilo con su profundidad y plenitud. No tenía la menor idea de que el sufrimiento pudiera surgir del amor, y esa lección que todos en definitiva deben aprender la descubrí de un modo que pocos se ven obligados a aceptar.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
¡Creador insensible y despiadado...! Me otorgasteis sensaciones y pasiones, y luego me arrojasteis al mundo para desprecio y horror de la humanidad.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Cuando miraba a mi alrededor, no veía ni oía que hubiera nadie como yo. ¿Era entonces un monstruo, un error de la Tierra, un ser del que todos los hombres huían y a quien todos los hombres rechazaban?
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
De mi creación y de mi creador yo no sabía absolutamente nada; pero sabía que no tenía dinero, ni amigos, ni nada en propiedad. Además, se me había dado una figura espantosamente deforme y repulsiva; ni siquiera tenía la misma naturaleza que el hombre.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Aprenda de mí, si no por mis consejos, al menos por mi ejemplo, cuán peligrosa es la adquisición de conocimientos y cuánto más feliz es el hombre que acepta su lugar en el mundo en vez de aspirar a ser más de lo que la naturaleza le permitirá jamás.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
La piadosa alma de Elizabeth brillaba como lámpara sagrada en nuestro hogar apacible. Su simpatía era nuestra; su sonrisa, su voz suave, la dulce mirada de sus ojos celestiales estaban siempre presentes para bendecirnos y alentarnos. Era el vivo espíritu del amor que atempera y atrae, yo podía haberme vuelto un ser taciturno por mis estudios, áspero por el ardor de mi naturaleza, pero ella estaba siempre a mi lado para aplacarme y hacerme adoptar una semblanza de su propia dulzura.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Finalmente, el cansancio sucedió al tumulto que había soportado previamente, y me eché vestido en la cama, tratando de encontrar unos momentos de olvido. Pero fue en vano; dormí, efectivamente, y los sueños más dislocados vinieron a turbarme el descanso. Me pareció ver a Elizabeth, radiante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Sorprendido y lleno de alegría, la abracé; pero al depositar el primer beso en sus labios, estos se volvieron lívidos y adquirieron la coloración de la muerte; sus facciones se transformaron, y me pareció que tenía en mis brazos el cadáver de mi madre; su cuerpo estaba envuelto en un sudario, y entre los pliegues del tejido vi pulular los gusanos.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Una lúgubre noche de noviembre vi coronados mis esfuerzos. Con una ansiedad casi rayana en la agonía, reuní a mi alrededor los instrumentos capaces de infundir la chispa vital al ser inerte que yacía ante mí. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeteaba triste contra los cristales, y la vela estaba a punto de consumirse, cuando, al parpadeo de la llama medio extinguida, vi abrirse los ojos amarillentos y apagados de la criatura; respiró con dificultad, y un movimiento convulsivo agitó sus miembros. |
Mathilda de Mary Shelley
¿Quién es más solitario, aunque se encuentre entre la muchedumbre, que aquel cuya historia, cuyos persistentes sentimientos y recuerdos no son conocidos por ningún ser vivo?
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Deseaba el amor y la amistad, pero me eran cotidianamente negados ¿No es esto una cruel injusticia? ¿Debo, acaso, ser considerado como el único criminal, cuando todos los humanos han pecado contra mí? ¿Por qué no desprecia usted a Félix que me arrojó de su lado con horror y asco? ¿por qué no maldice al campesino que disparó sobre mí que acababa de salvar la vida de su hija? ¡No, para usted ellos son seres llenos de pureza! Yo, el miserable, el proscrito, soy tan solo un monstruo hecho para ser golpeado e injuriado.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
No me era posible comprender la razón de su infelicidad, pero aquello me afectaba profundamente. El hecho de que tan hermosas criaturas se sintieran desgraciadas me hacía más fácil la admisión de que yo, ser solitario e imperfecto, lo fuera más todavía.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
No os sintáis satisfecho al ser justo para con los otros si conmigo, con quien tiene más derecho que nadie a vuestra justicia y, también, a vuestra clemencia y amor, os mostráis implacable.
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Gregorio Samsa es un ...