Mathilda de Mary Shelley
Mi mayor placer era disfrutar de un cielo sereno rodeada de aquellos bosques verdeantes, pero me gustaban todos los cambios de la naturaleza; y la lluvia y la tormenta, y las preciosas nubes del cielo traían consigo sus deleites. Mecida por las olas del lago mis ánimos se alzaban con júbilo lo mismo que un jinete siente con orgullo los movimientos de su bien alimentado corcel. Pero solo me proporcionaba placer la contemplación de la naturaleza. No tenía ningún acompañante: al no encontrar respuesta en ningún otro corazón humano, mis ardorosos afectos se vieron obligados a desperdiciarse en objetos inanimados. |