Puerto escondido de María Oruña
La lluvia era ya tan fuerte e incesante, que la visibilidad en la carretera era difusa, y el aire bailaba con el agua, cargado de humedad, desplomando con furia lágrimas frías sobre la tierra
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Puerto escondido de María Oruña
La lluvia era ya tan fuerte e incesante, que la visibilidad en la carretera era difusa, y el aire bailaba con el agua, cargado de humedad, desplomando con furia lágrimas frías sobre la tierra
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Lo que la marea esconde de María Oruña
La felicidad nunca ha sido una amiga de la que uno pueda fiarse.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
Pero la felicidad nunca ha sido una amiga de la que uno pueda fiarse.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
—Nunca hay poco que no llegue ni mucho que no se acabe —intervino Zubizarreta, con su tono sentencioso habitual—, y la codicia es mala consejera.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
Algunos naufragios era mejor que se quedasen en el fondo del mar, dormidos, para que los marineros pudiesen seguir navegando. Con frecuencia, es lo que la marea esconde lo que da valor a cada nuevo latido, a la proeza de vivir.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
A aquella mujer no la perseguía la mala suerte, sino que lo que le sucedía era que no esquivaba la vida. Asumía riesgos y tomaba decisiones, y las transitaba hasta el final. La admiraba por ello. Y porque no le parecía tan aburridamente predecible como el resto del planeta.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
¿Cómo saberlo, cómo juzgar, si somos incapaces de adentrarnos en las verdades de cada corazón?
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Donde fuimos invencibles de María Oruña
De la alquimia llegamos a la química; del curanderismo a la medicina, de la astrología a la astronomía. Ocurrirá lo mismo con lo paranormal.
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Lo que la marea esconde de María Oruña
Le estaban dando algo de tiempo, pero aquel camino que había escogido era solitario e insólito, y temía que la joven terminase convirtiéndose en un envoltorio sin nada en su interior. Como uno de aquellos cuerpos de la mesa de autopsias
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El bosque de los cuatro vientos de María Oruña
Yo ya sabía, por propia experiencia, que las personas estábamos hechas en gran medida en razón de nuestras circunstancias.
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El bosque de los cuatro vientos de María Oruña
Hay objetos que nos buscan para contarnos su historia.
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Donde fuimos invencibles de María Oruña
En el jardín secreto, el vergel parecía dejarse mecer por aquella música que recordaba que, al llegar el frío, deberíamos intentar recordar lo invencibles que éramos aquel verano. Y que cuando, por fin lo hubiésemos recordado, solo teníamos que seguir caminando.
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Un lugar a donde ir de María Oruña
A la niebla y el mar, como a los amantes infieles, les cuesta separarse. Deben hacerlo, es su propia naturaleza la que les marca caminos divergentes, pero a veces se entretejen de forma difusa y, en lugar de que todo sea opaco y triste, su encuentro se convierte en algo que sabemos que va a morir, que va a deshacerse en el aire pero que destila belleza
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Donde fuimos invencibles de María Oruña
Nos sentíamos invencibles porque amábamos la vida. Sin pensarla como los ancianos, sin ignorarla como los niños. La juventud estaba en nosotros. ¿Qué más podíamos pedir?
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Puerto escondido de María Oruña
¿Acaso tú no harías todo, absolutamente todo lo posible, para salvarte a ti mismo y salvar del abismo a la carne de tu carne, a tu única referencia mortal?
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Puerto escondido de María Oruña
A veces es mejor buscar solo el camino propio, para poder estar bien de verdad y compartir el tiempo con los amigos.
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Cual es el nombre completo de Dumbeldore?