Manuel Vilas
Te hiciste viejo en un laberinto español idéntico al laberinto español en donde yo me hago viejo. Los valores son los mismos. A lo que cabe añadir algo que había en tu carácter y que pasó al mío, algo parecido a una timidez desalentadora a la hora de lograr un sitio en el mundo, a la hora de decir: «Aquí estoy yo».
El año de 1980 es idéntico al año de 2015.
Todo el mundo quiere triunfar, es lo mismo. El éxito y el dinero, es lo mismo. Tú, al final, te dedicaste a ver la televisión. Yo me dedico a navegar por internet, que es lo mismo.
Evoluciona tecnológicamente nuestra manera de dormir o de morir.
Ni tú ni yo tuvimos acceso a la felicidad, había y hay algo que hace que todo se tuerza; ahora bien, esa inaccesibilidad procedió y procede de una forma de simpatía con el mundo, con todos los pobres y desdichados de la tierra. Por eso no pudimos, no puedo ser feliz. Faltaríamos a la cortesía general con todas las desgracias habidas en este planeta y en el universo.
¿Te has fijado, papá, en la inmensa ruina del universo, en esa soledad del taqmaño de los muertos humanos y esa luz en que te has convertido?
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