O'Farrell se sirve aquí de una oscura y cuestionada historia acerca de la primera mujer del terminal duque de Ferrara para ahondar en su personal pregunta acerca de qué es lo correcto, sin olvidarnos del siempre difícil papel de la maternidad. Más sencillo que en otras ocasiones (los últimos días de Lucrecia de Médicis entreverados por la revisitación de su breve vida), escrito con su estilo en esa peculiar y sorprendente mezcla de lenguaje frío y al mismo tiempo pletórico de vivísimas descripciones sinestéticas que sacuden la página y nuestra consciencia, altamente satisfactorio. Las contradicciones y dilemas (a lo Harry Lime) del Renacimiento están aquí: Alfonso II es recordado por uno de los mecenas de la musica reservata, y se nos aparece en primer lugar como fascinado por la expresividad pictórica de la joven Lucrecia, ese espíritu indomable, esa hipersensible mujer abierta al mundo y sus voces. Sin embargo, los múltiples uxoricidios y leyendas e intrigas de las cortes del cinquecento reclaman su tributo, y ya desde el primer momento de la novela advertimos su aliento trágico. Si cambia, todo cambia, yo agradezco sin fin ese final veneciano presentado de modo tan sutil y prometedor, como un "adiós a todo eso" y una victoria del arte, de la resolución verdaderamente libre, personal, sobre la hereditaria nobleza. + Leer más |