Brotando del mundo
Después de mucho buscarla, al final la encontró. Balandria, una ciudad cuyas ruinas junto al mar han despertado la curiosidad de miles de aventureros. Nuestro protagonista ha conseguido llegar, ha conseguido andar entre sus calles y lo primero que encuentra es un libro… Al abrirlo no solo comenzará un cuento, se sumergirá en él, lo vivirá y comenzará poco a poco desentrañar la historia de Balandria.
De este modo comienza nuestra novela, cuando un muchacho cualquiera consigue llegar hasta Balandria, «la ciudad que no existe». En ella, nuestro protagonista viajará, a través de los distintos libros que va encontrando por los hitos más importantes de la historia de la ciudad, configurando la narración y llevando al lector de la mano a intentar descubrir cómo llegó Balandria a desaparecer. Para ello no estará solo, contará con la ayuda de un anciano que vive aún en la mítica ciudad y que le guiará para no perderse entre las historias y la realidad en la que habita.
Fuera del tiempo y el espacio
En este sentido, lo que notará el lector en todo momento será la desubicación de tiempo y espacio que adolece al propio protagonista. Los días y las noches al comienzo del relato se suceden, pero poco a poco comenzarán a desdibujarse, provocando que la acción se acelere y el lector, más desubicado que nunca, avance con entusiasmo para llegar a comprender todo.
Esta indeterminación del tiempo y el espacio (en tanto que Balandria no tiene ubicación más que está al lado del mar), junto el anonimato de nuestro protagonista, nos acerca al género del cuento y como tal la novela será un recopilatorio de diferentes historias fantásticas de las cuales podremos sacar cierta enseñanza. Así, por el placer de narrar por narrar, encontraremos historias que no son sino memorias y que, por tanto, nos llevan a escenas, momentos y lugares puntuales. Historia de dragones, doncellas mágicas, de asaltos piratas y de pruebas de valentía poblarán los rincones de Balandria.
La insistencia como don
Sin embargo, nuestro protagonista no se dará por satisfecho y, a pesar de los peligros a los que le están llevando estas historias, no puede parar hasta llegar al libro más importante: el libro de los centinelas. Aquí me gustaría mencionar que no sé si el título juega una buena o mala pasada, ya que durante toda la narración cabrá preguntarse qué pintan las sirenas en todo esto. Si sumamos esto a la insistencia de nuestro narrador, quizá podamos desentrañar pronto el misterio.
No obstante, es una novela cuya agilidad y fluidez en el estilo se conjuga con una clave: la maravilla. Al principio, al encontrarnos diferentes historias cortas podríamos pensar que el esquema de la obra, en su conjunto, podría ser repetitivo; sin embargo, cada historia es lo suficientemente maravillosa (pensando en el género) para cuadrar dentro de lo misterioso del mundo de nuestro protagonista. Así la maravilla pasa de ser un recurso narrativo a ser el principal motor del lector.
Trazos generales
A nivel general, la obra me ha gustado porque conjuga muy bien esa idea de poder maravillar al lector en cada historia un poquito más sin que pierda el horizonte del relato en sí. Por otro lado, de manera individual, cada historia o cuento ha tenido la entidad suficiente para tener su propio carácter e interés per se. Si, además, a esto le añadimos el estilo del autor que es sencillo y fácil de seguir para el lector, nos encontramos con una historia agradable y entretenida.
Quizá, por ponerle un pero que justifique que no le dé la máxima puntuación, diría que la desubicación espacio-tiempo, aunque no es densa ni pesada, sí que exige al lector en el momento inicial un pequeño esfuerzo. Por otro lado, el título en mi caso ha funcionado como una brújula, como el lugar al que tenía que llegar y sentía que no llegaba.
Más allá de esto, os lo recomiendo. Una narración fluida, muchas historias preciosas y maravillosas y un final muy esperado, pero que satisface. Espero que os guste.
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