La chica de los ojos color café de Lisa Kleypas
A veces, tienes que arriesgarte y dejar que alguien se acerque porque el instinto te dice que esa persona merece la pena. |
La chica de los ojos color café de Lisa Kleypas
A veces, tienes que arriesgarte y dejar que alguien se acerque porque el instinto te dice que esa persona merece la pena. |
Tentación al anochecer de Lisa Kleypas
- ¿Sabes lo que es un volante de compensación? Ella negó con la cabeza. - Cada reloj lleva uno. Gira de un lado a otro sin parar. Es lo que produce el sonido del tic-tac. Lo que hace que las mancillas se muevan hacia delante para que marquen las horas. Sin él, el reloj no funcionaría. Pues tú eres mi volante de compensación. |
Tentación al anochecer de Lisa Kleypas
Finalmente se había dado cuenta de que el amor no consistía en encontrar a alguien perfecto con quien casarse. El amor era ver una persona tal y como era, y aceptarla con sus defectos y virtudes. El amor era un don. Y Harry lo tenía en abundancia, incluso aunque no estuviera preparado para reconocerlo.
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El diablo en primavera de Lisa Kleypas
Aprendió a amarlas sin cambiarlas. Dejó que fueran lo que estaban destinadas a ser.
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El diablo en primavera de Lisa Kleypas
Eres tan hermosa...Tan valiosa para mí. No te pido que te rindas, al contrario, me estoy rindiendo yo. Haré lo que sea. Tienes que ser tú, Pandora. Solo tú durante el resto de mi vida. Cásate conmigo... Dime que vas a casarte conmigo.
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Cuando tu llegaste de Lisa Kleypas
—Tú y yo somos iguales, en cierta manera —murmuró—. Orgullo, carácter y obstinación. Moverías montañas con tal de conseguir tus objetivos... pero tú, mi pobre bestia coma ni siquiera sabes dónde está la montaña.— sonrío al recordar cómo había echado sus prendas por la ventana.
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Cuando tu llegaste de Lisa Kleypas
—¿Piensas que se ha creído que nuestro era de verdad? —Seguro que sí. ¿Por qué no? —No se le escapa ni una. —Me está empezando a cabrear que todo el mundo le sobrevalore |
Cuando tu llegaste de Lisa Kleypas
—Creo en el amor que una madre siente por su hijo. Y en el amor entre hermanos. Creo en la amistad. Pero en mi vida he visto un asunto romántico que llegará buen fin. Todos están destinados a acabar con celos, enfados, indiferencia... —Se armó de valor y le miró con frialdad—. Compórtate como lo haría cualquier hombre, querido, haz un matrimonio de conveniencia y luego consigue un amante que te proporcione el amor que necesites durante todo el tiempo que quieras mantenerla.
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Una Navidad inolvidable de Lisa Kleypas
Dirás que es demasiado pronto para sentir esto. Te preguntarás cómo puede ser cierto. Pero algunas cosas no se pueden medir con el tiempo. Pregúntamelo dentro de una hora. Pregúntamelo dentro de un mes. De un año. De diez. Durante toda mi vida. Mi amor sobrevivirá a cualquier calendario, sobrevivirá al tiempo, a los tañidos del reloj...
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Mi bella desconocida de Lisa Kleypas
(…) Giró la cabeza y contempló el nítido perfil del hombre que estaba a su lado. Lord Savage, su esposo. Si ella se lo permitía, él dominaría su vida. La mantendría a salvo, cobijada, y la inundaría de suficiente lujo como para que a ella ya no le importase estar encerrada en una jaula de oro. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a permitir que nadie la poseyera. Había pasado la mayor parte de su vida bajo la planta de su padre, y ya estaba harta. No se quedaría a la sombra de un marido como había hecho su madre. Reservaría con esmero esa parte de ella que se había esforzado por nutrir y proteger; eso significaba que cualquier tipo de relación con Damon era imposible. |
Mi bella desconocida de Lisa Kleypas
(…) Era increíble que él hubiese abrigado un resentimiento contra ella y la hubiese negado durante su vida… y que ella hubiese terminado siendo lo que él más deseaba.
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Mi bella desconocida de Lisa Kleypas
—Bueno, yo no diría que te haya visto locamente enamorado… pero haber estado casado desde los siete años es un obstáculo para ello. No has querido sentir nada por una mujer debido a una supuesta obligación por una muchacha que jamás has conocido. Yo te aconsejaría que te deshicieras de Julia… y tal vez te sorprendas de lo pronto que se deshiela tu corazón.
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Mi bella desconocida de Lisa Kleypas
(…) Qué raro resulta saber que pertenezco a un desconocido… que él tiene más derechos sobre mí que yo misma, desde el punto de vista legal. Esa idea me despierta el deseo de huir al último confín de la tierra. Admito que me da miedo descubrir qué clase de hombre es, en realidad. No estoy lista para eso… tal vez, nunca lo esté.
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¿Dónde está mi héroe? de Lisa Kleypas
—Prefiero estar loco contigo que cuerdo sin ti. —Sonrió Jake, y la besó de nuevo.
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¿Dónde está mi héroe? de Lisa Kleypas
Siempre había deseado ser como las demás. Siempre había intentado emular a sus amigas y fingir que le gustaban las muñecas y los juegos de interior, cuando en realidad prefería subirse a los árboles y jugar a las batallas con sus hermanos. Más tarde, cuando sus primas estaban absortas en la moda, las aventuras románticas y otras diversiones femeninas, Lydia se había sentido atraída por el fascinante mundo de las matemáticas y las ciencias. A pesar de lo mucho que su familia la amaba y protegía, no podía aislarla de los rumores maliciosos ni de las habladurías que daban a entender que era una chica poco femenina, poco convencional; en definitiva, rara.
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¿Dónde está mi héroe? de Lisa Kleypas
(…) A lo largo de los años, su antipatía mutua aumentó hasta que no podían estar en la misma habitación sin enzarzarse en una discusión que ahuyentaba a los demás. Lydia había intentado mostrarse indiferente con él, pero tenía algo que la provocaba hasta lo más profundo de su ser. Cuando estaba con él decía cosas que no quería decir, y después se pasaba horas reflexionando amargamente sobre sus conflictivos encuentros. Durante una de sus peleas, Linley la había bautizado con el exasperante apodo de «Lydia Logaritmos», que la familia y los amigos todavía usaban a veces para fastidiarla. Y ahora, finalmente, había tratado de frustrar su compromiso con lord Wray. |
Sueno Contigo de Lisa Kleypas
—Señor Craven… —El corazón se le atragantó en la garganta, apenas podía hablar—. Quizá no tendría inconveniente en ayudarme en mi investigación. Hay algo que podría hacer por mí. —Sara respiró hondo y continuó, precipitadamente—: Al vivir en Greenwood Corners se suele tener una experiencia limitada. Desde luego, jamás había conocido a un hombre como usted, ni creo que vuelva a conocer ninguno. —Gracias —contestó él con sequedad. —Por tanto, puramente en beneficio de mis investigaciones… para ampliar mi experiencia, etcétera… he pensado que quizás usted podría desear… quiero decir, podría considerar la posibilidad de… —Sara apretó los puños y se obligó a terminar la frase sin rodeos—… besarme. |
Sueno Contigo de Lisa Kleypas
Derek las mantuvo fuera de su alcance mientras miraba su rostro descubierto. Eso era lo que había estado ocultando bajo aquel disfraz de solterona: una piel pálida y luminosa, una boca sorprendentemente carnosa, una naricilla coqueta con las marcas de las gafas en el delicado puente. Unos ojos azules de ángel, puros y seductores, enmarcados en unas cejas curvas y oscuras. Era bonita. Podría haberla devorado en unos pocos bocados, como a una perfumada manzana roja. Deseaba tocarla, llevarla a algún lugar y apretarla bajo él como si, de alguna forma, pudiera borrar una vida de pecados y vergüenza en la dulzura de su cuerpo.
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Sueno Contigo de Lisa Kleypas
(…) En su interior, admitía que Sara Fielding era la única mujer que había conocido que era una verdadera dama. No tenía ninguno de los vicios que podía detectar con tanta facilidad en las demás mujeres: celos, codicia, lascivia… Sara parecía estar por encima de aquellas cosas. Pero también percibía el lado temerario que algún día podía causar su ruina. Necesitaba a alguien que le impidiera meterse de lleno en problemas, o al menos que la sacara de ellos. Y no parecía que su desventurado pretendiente estuviera a la altura de las circunstancias.
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Sueno Contigo de Lisa Kleypas
(…) Después dobló las gafas, las metió en el bolsillo de su chaqueta y cerró el bolso. Cuando Sara descubriera su falta, creería que se las había dejado en algún sitio, como solía pasarle. Era el primer robo que cometía en diez años. Pero tenía que tenerlas. Quería poseer a toda costa una pequeña parte de ella.
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Gregorio Samsa es un ...