Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
Tengo condones. Justin rio en sus labios. - Usaremos los mios que, con la suerte que tienes, seguro que, los tuyos, se desintegran con mirarlos.
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Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
Tengo condones. Justin rio en sus labios. - Usaremos los mios que, con la suerte que tienes, seguro que, los tuyos, se desintegran con mirarlos.
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Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
Pues parece que estás jodida - sentenció.- Si y no de la forma que me gustaría
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Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
—Tú no vas a ser una cita desastrosa más, ¿verdad? —preguntó inocentemente. Justin casi sintió el impulso de tomarle el pelo, pero decidió ser benevolente. —Yo no, nunca. Esa era una promesa solemne. |
Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
(…) Yo estoy sola en esta ciudad, no tengo amigos y te tengo a ti. Si me pasa cualquier cosa o quiero hablar puedo llamarte, pero si tenemos algo más y la cosa acaba mal perderé eso. Te necesito cerca, necesito a un amigo. Aquello lo dejó sin palabras, la comprendía y sintió lástima de lo que Alicia experimentaba. No era fácil mudarse a un lugar nuevo. —Valoro más lo que tenemos que todo el placer que puedas darme y espero que lo entiendas. |
Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
(…) Estaba claro que existía cierta tensión sexual entre ellos que debía morir ya. Iban a ser amigos, lo que significaba que no podían estar jugando con un fuego con el que quemarse. —No deberíamos… —susurró incapaz de seguir con la frase. Justin se mantuvo en silencio unos segundos. —Sabes que puedo ser un gran amigo, pero que acabaremos cayendo. Yo solo esperaré a que te decidas. |
Las catástrofes de Alicia de Lighling Tucker
—¿Tu ego y tú cabéis en la cama? Porque la pobre mujer que pase la noche contigo no tendrá sitio. Su risa fue como la de un rayo alcanzando el suelo. Él la ponía nerviosa, tenía un efecto en su sistema nervioso diferente al de todos los hombres con los que había estado, no obstante, no podía tener nada con él mientras fuera su casero. —Tenemos espacio de sobra para ti si es lo que estás preguntando. |
No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
—Que me buscases no iba a significar que me lanzase a tus brazos. No somos una película romántica.
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No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Contempló sus hermosos ojos azules dilatados por el placer y quiso llorar por verse reflejada y ser la causante. —Lo siento, Chase —dijo susurrante. Había luchado por mantenerlo al margen, por protegerlo y no lo había conseguido. Lo había traicionado. —Yo no —sentenció solemnemente. Y todo por lo que había luchado en esos cinco años se había desvanecido en cuestión de segundos. |
No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Aimee tomó aire repetidas veces, efectivamente, aquel hombre ya no era el Chase que una vez conoció. Los ojos se anegaron de lágrimas y, por primera vez en mucho tiempo, no las reprimió; dejó que salieran, aunque amenazasen con acabar con su cordura. No quería estar allí. |
No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Se puso de pie dejando caer su bata al suelo dejando su piel expuesta y las crecientes marcas que surgieron. Todo su cuerpo se llenó de tribales propios de su especie, unos de color blancos dado su origen de ángel y otros negros por los demonios. Así era ella, hija de Luz y Oscuridad. En ella convergían dos mitades tan distintas que eran imposibles la existencia de la una sin la otra. Los tribales se esparcían por su cuerpo, al completo, hasta en sus ojos. Mostrando su auténtica naturaleza a su hermano, una que ya conocía bien. |
La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
Aquella mujer se erizaba cuando él le susurraba. Cuando posaba sus labios sobre su oído para que pudiera escucharlo con atención. Y esa reacción le encantaba. Ella podía ser un lienzo en blanco a veces, neutra y sin expresión, pero empezaba a ver otras muchas facetas en ella.
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La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
No deseaba otro amor en su vida, pero sí algo de diversión. Aquella forastera era un soplo de aire fresco en aquella monotonía absurda a la que estaban sometidos en aquel lugar donde todos se conocían.
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La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
—Eres como un pequeño pájaro en apuros. Das pequeños saltos alrededor de alguien que te ayude, pero cuando te dan la mano sales volando. Me pregunto qué es lo que hace falta para lograr que te poses cerca de forma tranquila.
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La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
- No me puedo imaginar el dolor que has vivido. Lo lamento, lamento no haber llegado antes a tu vida. Eso la sorprendió. - ¿Y eso por qué? - Porque hubiera tratado de curar tus heridas. |
La tentación del Cowboy de Lighling Tucker
Wyatt se descubrió a sí mismo rogando al cielo para que aquella canción durara toda una eternidad. Dejando que ambos estuvieran unidos fuertemente hasta que el mundo dejase de existir.
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No huyas del Alpha : Devoradores de Lighling Tucker
La ambientación, escenografía y diálogos son las guindas de las escenas que se desarrollan.
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No te enamores del Devorador de Lighling Tucker
-Has venido a que te ayude. Quieres que me introduzca en el sueño de la joven y la haga reaccionar. Ella debe tomar una decisión: vivir o morir.
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Gregorio Samsa es un ...