Amante Eterno de J.R. Ward
-No voy a enamorarme de ti -dijo-. No puedo permitírmelo. No lo haré. -Está bien. Yo amaré por ambos. |
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-No voy a enamorarme de ti -dijo-. No puedo permitírmelo. No lo haré. -Está bien. Yo amaré por ambos. |
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[…] Llevaba puesta una camiseta sin mangas que dejaba ver los poderosos brazos. Su pecho era amplio y bien definido, el estómago tan sólido que se podían ver los músculos abdominales aun bajo la camiseta. Piernas largas, muslos fuertes… -¿Te gusta lo que ves? -preguntó él con voz profunda y serena. ‘Sí, cómo no’, pensó. Pero, por supuesto, no respondería a eso. |
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Rhage contuvo la respiración y observó a la humana con toda atención. Ah, era adorable. En absoluto lo que había esperado, pero adorable al fin y al cabo
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-¿Puedes levantarte? -preguntó Butch. Rhage lo intentó y se sintió agradecido cuando sus muslos pudieron con su peso. Fuera del coche, su estómago pareció calmarse. Sus oídos captaron un dulce tintineo, y un momento después un cálido torrente cayó sobre su cuerpo. -¿Qué tal la notas, Rhage? ¿Demasiado caliente? -La voz de Butch. Muy cerca. El policía estaba en la ducha con él. Y olía a tabaco turco. V también debía de estar en el baño. -¿Hollywood? ¿Está demasiado caliente para ti? -No. -Torpemente, buscó a tientas el jabón-. No puedo ver nada. -Mejor así. No tienes por qué saber qué aspecto tenemos así, desnudos, juntos. Francamente, yo estoy lo suficientemente traumatizado por ambos. Rhage sonrió a medias mientras una toallita le fregaba la cara, el cuello, el pecho. |
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La muerte es una forma segura de hallar la paz, pensó Rhage. Y todos morían. Incluso los vampiros.
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Amante Oscuro de J.R. Ward
Bienvenido al maravilloso mundo de los celos –pensó–. Por el precio de su entrada, obtiene un maldito dolor de cabeza, un deseo casi irresistible de cometer un homicidio y un complejo de inferioridad. ¡Viva! |
Amante Oscuro de J.R. Ward
V dio una calada al cigarrillo y echó el humo lentamente. -Anoche soñé contigo. Wrath se puso rígido. Estaba esperando algo así. -No me lo cuentes, hermano. No quiero saberlo. En serio. El vampiro asintió. -Sólo quiero que recuerdes una cosa, ¿de acuerdo? -Dispara. -Dos guardianes torturados combatirán entre sí. |
Amante Oscuro de J.R. Ward
Wrath medía un metro noventa y cinco de puro terror vestido de cuero. Su cabello, largo y negro, caía directamente desde un mechón en forma de uve sobre la frente. Unos grandes anteojos de sol ocultaban sus ojos, que nadie había visto jamás. Sus hombros tenían el doble del tamaño que los de la mayoría de los machos. Con un rostro tan aristocrático como brutal, parecía el rey que en realidad era por derecho propio y el guerrero en que el destino lo había convertido. Y la oleada de peligro que le precedía era su mejor carta de presentación. |
Amante Oscuro de J.R. Ward
Grandioso. Allí estaba, desnuda bajo una bata, sola con más de quinientos kilos de vampiro. Intentar hacerse la indiferente era imposible (...)
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Amante Despierto de J.R. Ward
Voy a pasar eso por alto, Z. Pero sólo porque sé cuánto te gusta que te golpeen, y no estoy de humor para hacerte feliz.
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Amante Despierto de J.R. Ward
Phury se arrodilló junto a él y le acarició la cara. —Siempre has sido la única razón de mi vida. Si mueres, no me queda nada. Estoy totalmente perdido. Y a ti te necesitan aquí. |
Amante Despierto de J.R. Ward
—Hasta que tú me encontraste, estaba muerto, aunque respiraba. Estaba ciego, aunque podía ver. Y luego tú llegaste... y desperté.
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Amante Despierto de J.R. Ward
La angustia la asfixiaba, y lo único que le permitía mantener la cordura era la idea de quedarse en esta habitación y dormir durante varios días con Zsadist a su lado. Él era el frío que la hacía mantenerse despierta. Y el calor que no la dejaba temblar. Era el asesino que la mantenía a salvo. |
Amante Renacido de J.R. Ward
Ella levantó los ojos y, cuando quedó frente a aquellos ojos de hielo, dijo: —Ciertamente tendréis que sacarme a rastras de aquí si queréis que me marche. El hermano frunció el ceño. —Nos traen a un peligroso… Un súbito gruñido pareció sorprender al macho. Qué estupidez, pensó N’adie, teniendo en cuenta que era él quien estaba haciendo ese... Pero no. No era él. Era ella. Ese gruñido de advertencia estaba saliendo de su propio pecho y brotaba de sus labios. Mejor, se dijo, y reafirmó con palabras lo que había indicado el gruñido. —Me quedaré aquí. ¿En qué sala lo van a curar? |
Amante Renacido de J.R. Ward
Joder, en qué estaba pensando. Se había alimentado de ella una sola vez y además no le pertenecía. Nunca sería suya, por demasiadas razones. En efecto, al pensar en la manera en que hasta aquella prostituta humana había huido de él hacía unos meses, Xcor se dijo que alguien tan puro y perfecto como aquella Elegida nunca tendría nada que ver con un ser como él. Throe, sin embargo, podía tener alguna oportunidad. Pero claro, tampoco era un hermano. Sin embargo, estaba enamorado de ella. Y esa criatura estaría acostumbrada a que la amasen. |
Gregorio Samsa es un ...