El lobo estepario de Hermann Hesse
Todo humorismo superior empieza porque ya no se toma en serio a la propia persona.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Todo humorismo superior empieza porque ya no se toma en serio a la propia persona.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Me tuvo el espejito delante de los ojos (se me ocurrió un verso infantil: "Espejito, espejito en mi mano"), y vi, algo esfumado y nebuloso, un retrato siniestro que se agitaba, trabajaba y fermentaba dentro de sí mismo: vi mi propia imagen, a Harry Haller, y dentro de este Harry, al lobo estepario, un lobo hermoso y farruco, pero con una mirada descarriada y temerosa, con los ojos brillantes, a ratos fiero y a ratos triste, y esta figura de lobo fluía en incesante movimiento por el interior de Harry, lo mismo que en un río un afluente de otro color enturbia y remueve, en lucha penosa, infiltrándose el uno en el otro, llenos de afán incumplido de concreción. Triste, triste me miraba el lobo deshecho, a medio conformar, con sus tímidos ojos hermosos.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Pero hoy, en esta bendita noche, irradiaba yo mismo, el lobo estepario Harry, esta sonrisa, nadaba yo mismo en esta felicidad honda, infantil, de fábula; respiraba yo mismo este dulce sueño y esta embriaguez de comunidad, de música y de ritmo, de vino y de placer sexual, cuyo elogio en la referencia de un baile dada por cualquier estudiante había escuchado yo tantas veces con un poco de soma y con aire de pobre suficiencia. Yo ya no era yo; mi personalidad se había disuelto en el torrente de la fiesta como la sal en el agua.
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Hermann Hesse
Aprendí ante todo que estos pequeños juguetes, objetos de moda y de lujo, no sólo son bagatelas y una invención de ambiciosos fabricantes y comerciantes, sino justificados, bellos, variados, un pequeño, o mejor dicho, un gran mundo de cosas, que todas tienen la única finalidad de servir al amor, refinar los sentidos, animar el mundo muerto que nos rodea, y dotarlo de un modo mágico de nuevos órganos amatorios, desde los polvos y el perfume hasta el zapato de baile, desde la sortija a la pitillera, todo era materia plástica del amor, de la magia, de la seducción; era mensajero, intermediario, arma y grito de combate.
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Hermann Hesse
Pero aquella noche fue cuando de nuevo por primera vez desde la época de mi derrota me miraba mi propia vida con los ojos inexorablemente radiantes, y volví a reconocer a la casualidad como destino y a las ruinas de mi vida como fragmento celestial. Mi alma respiraba de nuevo, mis ojos veían otra vez, y durante algunos instantes volví a presentir ardientemente que no tenía más que juntar el mundo disperso de imágenes, elevar a imagen el complejo de mi personalísima vida de lobo estepario, para penetrar a mi vez en el mundo de las figuras y ser inmortal, ¿no era éste, acaso, el fin hacia el cual toda mi vida humana significaba un impulso y un ensayo?
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Hermann Hesse
El mismo, el viejo Harry había sido un Goehte así burguesmente idealizado, un héroe espiritual de esta clase de nobilísima mirada, radiante de sublimidad, de espíritu y sentido humano, lo mismo que de brillantina, y emocionado casi de su propia nobleza de alma. Diablo, a este lindo retrato le habían hecho, sin duda, grandes agujeros, lastimosamente había sido desmontado el ideal señor Haller. Parecía un dignatario saqueado en la calle por bandidos, con los pantalones hechos jirones, que hubiese debido aprender ahora el papel de andrajoso, pero que llevaba sus andrajos como si áun colgaran órdenes de ellos y siguiera pretendiendo lastimeramente conservar la dignidad perdida.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Ciertamente que Harry Haller se había disfrazado en forma maravillosa de idealista y despreciador del mundo, de anacoreta lastimero y de iracundo profeta, pero en el fondo era un burgués, encontraba reprobable una vida como la de Armanda, le molestaban las noches desperdiciadas en el restaurante y los duros malgastados allí mismo, y le remordía la conciencia y suspiraba no precisamente por su liberación y perfeccionamiento, sino por el contrario, suspiraba con afán por volver a los tiempos cómodos, cuando sus jugueteos espirituales aún le divertían y le habían proporcionado renombre.
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Hermann Hesse
Atiende, pequeño. Voy a jugar contigo a vida y muerte, hermanito, y quiero enseñarte mis cartas boca arriba antes de que empecemos a jugar.
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Hermann Hesse
¿Que yo te gusto y represento algo para ti, porque en mi interior hay algo que responde a tu ser y te comprende? En realidad todos los hombres deberían ser espejos así los unos para los otros y responder y corresponderse mutuamente de esta manera, pero los pájaros como tú son todas personas extrañas y caen con facilidad en un encantamiento que les impide ver y leer nada en los ojos de los demás, y ya no les importa nada de nada. Y si uno de estos pájaros vuelve a encontrar así de pronto una cara que lo mira verdaderamente y en la que nota algo como respuesta y afinidad, ¡ah, entonces experimenta completamente un placer!
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Y cuando por fin llegó el martes, se me había hecho claro, hasta darme miedo, la importancia de mi relación con la muchacha desconocida. Sólo pensaba en ella, lo esperaba todo de ella, me hallaba dispuesto a sacrificarle todo y ponérselo todo a sus pies, sin estar enamorado de ella en lo más mínimo. No necesitaba más que imaginarme que quebrantaría nuestra cita, o que pudiera olvidarla, entonces veía claramente lo que pasaba por mí; entonces se quedaría para mí el mundo otra vez vacío, volvería a ser un día tan gris y sin valor como otro, me envolvería de nuevo la quietud totalmente horripilante y el aniquilamiento, y no habría otra salida de este infierno callado más que la navaja de afeitar. Y la navaja de afeitar no se me había hecho más agradable en este par de días, no había perdido nada de su horror. Esto era precisamente lo terrible. Yo sentía un miedo profundo y angustioso del corte a través de mi garganta, temía a la muerte con una resistencia tan tenaz, tan firme, tan decidida y terca, como si yo hubiera sido el hombre de más salud del mundo y mi vida un paraíso.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Ustedes los sabios y artistas tienen toda clase de cosas raras dentro de la cabeza, pero son hombres como los demás. Y también nosotros tenemos nuestros sueños y nuestro juegos en el magín.
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Demian de Hermann Hesse
Había una cosa de la que no era capaz: arrancar la meta vital que se ocultaba oscuramente en mi interior y plasmarla ante mis ojos, como lo hacían todos aquellos que sabían perfectamente que iban a ser profesor o juez, médico o artista, cuanto tardarían en llegar y que ventajas tendrían.
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Lecturas para minutos de Hermann Hesse
De acuerdo con mi experiencia, el peor enemigo y corruptor de los hombres es la pereza mental y el ansia de tranquilidad que les conduce a un colectivo, a las comunidades de dogmática fijamente establecida, ya sean religiosas o políticas.
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Siddhartha de Hermann Hesse
Bueno es escribir; pensar es mejor. Buena es la inteligencia; la paciencia mejor.
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Hermann Hesse
Me despedí de mi mundo anterior y de mi patria, de la burguesía, la moral y la erudición, no de otro modo que el hombre que tiene una úlcera de estómago se despide la carne de cerdo.
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Hermann Hesse
Todo hedía a corrupción manida, a putrefacta medioconformidad, todo era v iejo, marchito, pardo, macilento, agotado. Santo Dios, ¿cómo era posible? ¿Cómo había podido yo llegar a tal extremo, yo, el joven lleno de entusiasmo, el poeta, el amigo de las musas, el infatigable viajero, el ardoroso idealista? ¿Cómo había venido esto tan lenta y solapadamente sobre mí, esta paralizacion, este odio contra la propia persona y contra los demás, esta cerrazón de todos los sentimientos, este maligno y profundo fastidio, este infierno miserable de la falta de corazón y de la desesperanza?
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El lobo estepario de Hermann Hesse
Al contemplar la cara de los deudos del muerto, que iban trotando detrás del coche fúnebre, tuve este pensamiento: ¿Dónde vive en esta ciudad, dónde vive en este mundo la persona cuya muerte me representara a mí una pérdida? ¿Y dónde la persona a la cual mi muerte pudiera significar algo?
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Hermann Hesse
Nadie podía impedirme la satisfacción de ahorrarme con ayuda del gas, la navaja de afeitar o la pistola la repetición de un proceso, cuyo amargo dolor había tenido que gustar, en efecto, tantas veces y tan hondamente. Había preferido el honor a la comodidad, el heroísmo a la razón.
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El lobo estepario de Hermann Hesse
En todos estos sacudimientos de mi vida salía al final ganando alguna cosa, eso no podía negarse, algo de espiritualidad, de profundidad, de liberación; pero también algo de soledad, de ser incomprendido, de desaliento.
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¿Cuántas novelas policíacas publicó Agatha Christie?