Leer algo de Gema Tacón siempre es un acierto. Si algo caracteriza a Gema, y para mí es algo digno de admirar, es la gran documentación que lleva a cabo en todas sus novelas y la habilidad que tiene para que, a partir de una leyenda urbana, un dato histórico, cualquier mínimo de la historia del lugar, crear una historia tan hilada y tan coherente (dentro de la fantasía de sus libros, claro está) que parece real hasta decir basta.
El aquelarre perdido de Trasmoz es una auténtica maravilla escrita. Va mezclando subtramas entre los diferentes personajes para encaminarlos a una trama común que explota como una bomba para dejar al lector con las patas colgando.
El suspense y el misterio que abarca la lectura es lo que le da ese toque mágico que consigue que te creas todo lo que lees. No sé si conoces la historia del pueblo de Trasmoz. Trasmoz, en la realidad, es un pueblo de Zaragoza al que la iglesia católica excomulgó (sí, al pueblo al completo) considerándolo maldito, tanto que actualmente, solo el Papa puede ser capaz de quitarle lo de "maldito". ¿Y sabéis por qué? Por la brujería, la magia y las tradiciones paganas que se llevaban a cabo en la Edad Media. Según las leyendas, las brujas se escondían en Trasmoz para salvarse de la "quema" de la iglesia, lo que hacía que en Trasmoz hubiera aquelarres y sacrificios de forma habitual.
¿No os parece flipante? Yo no conocía esta historia, pero siempre que leo algo de Gema, me invade la vena curiosa y acabo informándome de todo lo ocurrido en los libros y la historia de sus pueblos.
A todo esto añadido, la cantidad de personajes tan variopintos que nos encontramos en la novela: monjes, demonios, brujas... Todos con una carga importante para la historia, no hay ningún personaje que sobre ni ninguno que falte. Todo en su justa medida.
Pero vamos a poner un poco en alto la historia.
No encontramos con dos historia paralelas. Por un lado tenemos a Lidia, que ha perdido a su madre y que empieza a experimentar cosas un tanto extrañas; y William, un chico cuyos recuerdos sobre su padre y su desaparición no le dejan vivir tranquilo, y que se acentúa tras una sesión con un supuesto terapeuta.
Ambos, no tienen nada que ver, ¿o sí? Tras la aparición de una marca imborrable en sus pieles, ambos deciden averiguar qué está pasando y cómo regresar a la normalidad de sus vidas. Esto hace que se encuentren y que comiencen un viaje de reencuentros con ellos mismos, con las historias de otros lugares y con sus orígenes...
Una historia trepidante, con un ritmo que no te deja respirar porque siempre quieres más, nunca es suficiente, con variedad de registros: por un lado el formal que le da esa calidad a la lectura, en el que se incrusta un registro más informal y sarcástico. Contada a dos voces, Lidia y William, con lo que esto conlleva de conocer más a cada uno y cómo viven las mismas situaciones ambos desde su perspectiva.
Sin duda, una lectura completa, en la que parece que la autora ha ido picando de lo mejor de su pluma para crear una composición prácticamente perfecta. Si te gustan las historias de brujas y el misticismo que les rodea, no dude en leer El aquelarre perdido de Trasmoz.
Y recuerda: ¡NO DA MIEDO! 😂
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