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En este libro nos encontramos con la inspectora Kate Warne, que es cualquier cosa excepto convencional, ya que arrastra un pasado que la ha marcado a fuego y le condiciona su día a día tanto en las relaciones con sus compañeros como en sus métodos de trabajo. Eso no significa que no sea muy buena en lo que hace y por eso tiene el respeto, y a veces el cariño, de muchos a su alrededor. En esta historia le toca investigar una serie de asesinatos dirigidos a los asmrtist que, aunque tiene más o menos claro por dónde van, no para de errar el tiro cuando se trata de dar con el asesino y encontrar un móvil que no se desmorone. El libro está narrado de manera ágil y son pocos los momentos en los que hay una pausa o se detiene la acción, aunque se esté explicando algún pasaje anterior que permita comprender mejor el presente. Siempre está ocurriendo algo; la protagonista y sus compañeros casi siempre están en peligro. porque ponen toda la carne en el asador para intentar parar lo que está sucediendo y los lectores nos vemos atrapados en esa vorágine y en esa carrera que nos corta la respiración. Es un constante desasosiego y un agobio el ver que, por mucho que que intenten hacer, eso no les lleva a ninguna parte y se transmite muy bien esa sensación de andar completamente extraviada, de creer que se ha encontrado algo para que se escape volando entre los dedos, ese cansancio y esa angustia que se producen cuando se arriesga y se pierde cada vez más. El pasado de la protagonista mezclado con el presente arrollador, la investigación que hace aguas en ocasiones, el precio que han de pagar por no rendirse, el diccionario al final explicando los nombres de los personajes que salen, la fuerza narrativa que no se detiene... En resumen, no te lo pierdas; yo estoy deseando leer el siguiente. |
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