Me ha gustado, aunque algunas partes de la historia me han enganchado más que otras. Ya no por la trama en sí, sino por los personajes protagonistas de ese momento.
En este libro nos encontramos ante la venganza de unos personajes que de primeras, tienen mucho que ganar y poco que perder en lo que aparentemente es un "crimen perfecto". De hecho, creo que si Cesar no hubiera sido así, habría sido todo un éxito.
Por un lado, tenemos a tres justicieros, que tras meses de hablar en los foros de La Razón, deciden conocerse y pasar a la acción. Son un grupo muy variopinto, ya que tenemos a una banquera de Segovia (María), a un funcionario de Madrid (Eduardo) y a un ex-caddy master de Marbella (César).
Con los dos primeros empaticé desde el principio, pero en el caso de César... se me atragantó desde la segunda página. No me gustaba su personalidad, y a la vez entendía que era la que mejor encajaba con la historia.
En cuanto a la historia, tenemos dos escenarios, el de los justicieros donde van llevando a cabo el plan de César, y el de los policías, donde Javier tratará de reunir las pruebas necesarias para conectar a tres personas con tres asesinatos cuanto todas tienen una coartada.
Los capítulos van entremezclando lo que sucede en los diferentes equipos, de forma de que cuando es que la policía logra encontrar un hilo del que tirar, llega una escena del plan medido al milímetro creado por César que hace que sea otro callejón sin salida, que, aunque haga que la policía se acerque a la verdad, no pueda hacer nada al respecto.
Me ha encantado el cómo ha llevado a cabo el plan César, lo reconozco, pese a lo mal que me ha caído, no he podido dejar de admirar lo bien que ha organizado todo y como tenía planes por si todo salía mal.
En la primera mitad del libro, estaba más del bando de los justicieros, ya que por la organización y el cómo acababan con los objetivos, pensaba, ostras, parecen profesionales.
Pero en la segunda... sólo por el comportamiento de César con María hizo que me pasara al bando de los policías. No me pareció justo el cómo se portó con ella, reclamando algo que no estaba pactado. En ese momento, María pasó a ser uno de los personajes que más me preocuparon hasta el último capítulo.
En cuanto a la policía, me resultó curioso el cómo Javier, sin estar asignado al caso, demostraba ser el mejor para hacerse cargo de él, consiguiendo información a través de Fernando.
Era frustrante ver el cómo no podían hacer gran cosa para encontrar las pruebas que necesitaba Javier para poder arrestar a sus claros culpables. Esto me llamó mucho la atención, el cómo Javier ataba cabos con tanta facilidad, y el cómo jugaba en el límite de la legalidad para confirmar sus sospechas.
En cuanto a su equipo, el compañerismo es lo que mejor lo describe, tanto por su fiel amigo Fernando, como en las actuaciones de Raúl. Los capítulos policiales se me pasaban volando, ya que sus personajes no dejaban que el caso se estancara.
Por otro lado, cuando había algo de calma, regresaba el momento de ver cómo María trataba de salir de la comprometida situación en la que César la obliga a estar. Aquí me sorprendió la gran cantidad de ideas y cosas que fue capaz de llevar a cabo la segoviana.
En cuanto al final, me gustó al ser algo que según avanzaban los últimos capítulos, esperaba que sucediera. No algo exactamente así, pero sí algo similar.
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