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Crítica de CARMINA


CARMINA
19 November 2022
Félix García Hernán consigue que el libro se te pegue a las manos, con temas a priori incómodos, de esos que el común de los mortales preferimos mirar hacia otro lado. Ya consiguió sacarme de mi zona de confort en Pastores del mal y lo ha vuelto a conseguir en "Días sin sol", con una novela que supone un claro homenaje a Alfred Hitchcock y Patricia Highsmith.

Días sin sol se ambienta en los años posteriores a la crisis del 2008, aquella que removió los cimientos de la banca y se llevó por delante los ahorros de muchos pequeños inversores. El retrato que ofrece Félix es tan desgarrador que te hace empatizar con sus personajes, que no son más que víctimas de esa crisis y de algunas malas gestiones y decisiones. Pero esa empatía pronto se ve truncada y el lector no sabe muy bien a que agarrarse, porque es verdad que cualquier persona llevada al límite puede convertirse en un delincuente, pero conforme avanza la novela y el sentimiento de culpa se adueña de algún personaje, este no sabe muy si son víctimas como parecía al principio o son verdugos, a mí al menos en alguna ocasión me ha provocado un gran dilema moral.

Félix recupera los personajes fuertes de sus anteriores novelas, los comisarios Javier Gallardo y Fernando Luengo, también a Raúl Olaya, aunque yo he echado de menos un poco más de protagonismo de este último.

Como es habitual en el autor nos encontramos con una novela de fuerte denuncia social, en la que el lector conoce desde el principio a los culpables y el porqué de su actuación, y poco a poco también el cómo, en ese paso por delante en la investigación el aliciente es el enfoque del trabajo policial para deshacer el entramado de una venganza muy bien planificada en la que la introducción de elementos que no estaban previstos y el narcisismo de uno de los involucrados terminan por proporcionar las pistas que la policía necesitaba para esclarecer los crímenes.

Nos encontramos con capítulos cortos, narrados desde el punto de vista de los tres personajes ejecutores y también somos testigos de la investigación policial. El autor consigue que veamos a las víctimas odiosas, a través de los ojos de los personajes principales, las tres víctimas son personas corruptas de una manera u otra, sobre todo dos porque trabajan en el sector público, tienen cargos de poder y son culpables de malversación de fondos. El tema como podemos ver es de una latente actualidad. La de aquellos que aprovechan para enriquecerse cuando la mayoría de la gente no tiene ni con qué malvivir. La tercera víctima es un hijo de papá, que tiene pocas luces, está acostumbrado a no pagar las consecuencias de sus actos y a poner tierra de por medio cuando vienen mal dadas.

La historia se desarrolla en Madrid principalmente pero Félix nos pasea por Marbella donde mete la cuña del contrabando en el estrecho y Segovia, de esa manera vamos conociendo a nuestras víctimas/verdugos y poco a poco entendemos cómo han entrado en un juego que si tenían pocas probabilidades de ganar hay un momento en que el lector ve claramente que son carne de cañón y las han perdido todas.

El comisario Gallardo es conocido por no seguir siempre las normas y usar métodos poco ortodoxos y a pesar de estar destinado a trabajos burocráticos como castigo por trabajar al filo de la ley es el único capaz de resolver el entramado, porque a veces y solo a veces el fin justifica los medios.

Es un placer contar con investigadores que no tienen pasados oscuros que se superponen a la trama robándole todo el protagonismo, que no se sacan cartas de la manga, y que de vez en cuando y con la investigación en punto muerto arriesgan y trabajan al filo de la legalidad, aunque eso les suponga un problema a la hora de demostrar lo que han descubierto.

Ante tanta oscuridad, ante tanta maldad, ante hechos tan denigrantes, el autor consigue terminar sus novelas con un rayo de esperanza, con optimismo, devolviendo al lector su fe en la humanidad y en que si el bien no siempre triunfa, el mal tampoco se impone siempre.

Para mí al final esa nota de optimismo viene de la mano de una de las víctimas/verdugo, que en una reflexión acerca de lo vivido en primera persona acaba entonando su mea culpa, y hace una reflexión tan acertada como certera que me dejó pensando durante días.

Seguiré leyendo a Félix, para mí un gran exponente de la novela negra social.
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