Es una novela muy corta, pero intensa. Nada más conocer a la protagonista de la historia, Aurora, recibimos la noticia de que sufre la misma enfermedad terminal que acabó con su madre años atrás. Como es normal, Aurora no acogerá esta noticia con muchos ánimos, y, por si fuese poco, también descubrirá que Mark, su pareja desde hace 9 años, le está siendo infiel. Todo esto supondrá un duro golpe para ella y no le será fácil sobreponerse. No obstante, los recuerdos y las palabras de su madre la ayudarán durante este proceso a ver la vida de otra manera, y es entonces cuando decidirá disfrutar del tiempo que le queda viviendo cada día al máximo y como si fuese el último.
En su camino también se cruzarán Narel y su hija Sam, dos personas que se convertirán prácticamente en la nueva familia de Aurora y que le enseñarán a adoptar un nuevo estilo de vida donde primara, especialmente, el ecologismo.
Personalmente, esta es la parte que más me ha gustado de la historia. Te hace reflexionar sobre el consumismo y el materialismo, y también te muestra la realidad que hay detrás de la contaminación y el supuesto reciclaje. Es una parte bastante dura porque te hace ver que, lo que creías que podrías estar haciendo bien, no es suficiente para solventar este problema medioambiental.
También tengo que destacar el final porque no me lo esperaba. Junto con la importancia que se le da a la naturaleza acuática, creo que ha sido de las sorpresas más bonitas que podía dar esta historia.
En lo que respecta a la protagonista, no he llegado a conectar con ella, y el romance que surge entre Narel y Aurora se desarrolla de una manera bastante rápida para mi gusto. Aun así, recomendaría su lectura por el tema del ecologismo y la lección que nos da sobre el concepto materialista que adquirimos desde la infancia.
+ Leer más