Virgins de Diana Gabaldon
Y tú muchacho - le dijo a Ian muy serio-, tu obligación es permanecer en el lado derecho de tu señor y guardar su lado más débil.
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Virgins de Diana Gabaldon
Y tú muchacho - le dijo a Ian muy serio-, tu obligación es permanecer en el lado derecho de tu señor y guardar su lado más débil.
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Lord John y el prisionero escocés de Diana Gabaldon
Hacía muchos años que no oía ni hablaba en Gàidhlig (...) y al escuchar aquellas palabras con aquel sonido tan hogareño y familiar, sintió ganas de echarse a llorar.
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Forastera de Diana Gabaldon
Una mano rozó la pared y oí el débil rasguño de un anillo de bodas contra la piedra. Un anillo para cada mano, uno de plata, otro de oro. El fino metal de repente se volvió pesado como las cadenas del matrimonio, como si los anillos fueran esposas diminutas que me amarraban de brazos abiertos, a la cama, desplegada para siempre entre dos polos, cautiva como Prometeo en su monte solitario, dividida por el amor que, como un buitre, devoraba mi corazón.
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Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
-Es la primera vez que me siento completamente limpia en meses. -¿Qué tiene que ver la limpieza con que te hayas arrancado todos los pelos de debajo de los brazos? |
Atrapada en el tiempo de Diana Gabaldon
Hazme un favor, Sassenach - dijo, posando el pesado terciopelo sobre mis hombros -. Lleva un abanico más grande.
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Tambores de otoño de Diana Gabaldon
Donde vayas, iré; donde vivas, viviré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios. Cuando mueras, yo moriré y allí seré enterrada. En una colina de Escocia o en los bosques del sur. Harás lo que tengas qué hacer y yo estaré ahí.
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Tambores de otoño de Diana Gabaldon
-Tú eres mi valor, así como yo soy tu conciencia -susurró-. Tú eres mi corazón y yo tu compasión. Solos no somos nada. ¿No lo sabes, Sassenach?
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Tambores de otoño de Diana Gabaldon
Y cuando mi cuerpo perezca, mi alma todavía será tuya, Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no seré separado de ti. Nada se pierde, Sassenach; sólo se transforma.
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Viajera de Diana Gabaldon
Por amarte he conocido el infierno más de una vez, Sassenach; si es necesario, volveré a conocerlo
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Viajera de Diana Gabaldon
Te he visto tantas veces... -me susurró al oído-. Venías a mí con tanta frecuencia... A veces cuando soñaba. Cuando tenía fiebre. Cuando me sentía tan asustado que pedía morir. Cuando me hacías falta te veía siempre, sonriendo, con el pelo rizado alrededor de la cara. Pero nunca decías nada. Y nunca me tocabas.
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Forastera de Diana Gabaldon
-Hubo otro motivo. El principal. -¿Motivo? –repetí con desconcierto. -Por el cual me case contigo. -¿Cuál?- No sé qué esperaba, tal vez otra revelación sobre sus intricados problemas familiares. En cierta manera, lo que finalmente dijo me sorprendió bastante. -Porque te deseaba. |
La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Jamie, como su nieto, también era una esponja, reflexioné al verlo ir de un lado a otro completamente desnudo y despreocupado. Lo absorbía todo, y parecía capaz de entenderse con cuanto le tocara en suerte, por extraño que fuera a su experiencia: Potros maniáticos, sacerdotes secuestrados, criadas casaderas, hijas tozudas y yernos paganos. Lo que no podía vencer, burlar o alterar, simplemente lo aceptaba, igual que la esponja aceptaba a su concha incrustada.
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La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Puedes decir lo que quieras de los irlandeses, Sassenach, aunque creo que se lavan de vez en cuando.
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Tambores de otoño de Diana Gabaldon
Qué misterio el de la sangre. ¿Cómo un pequeño gesto o tono de voz podía transmitirse a través de generaciones?
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Diana Gabaldon
SI TE ACUESTAS CON UNA BRUJA, DEBES ESTAR PREPARADO A QUE TE MUERDA ENTRE OTRAS COSAS [...] VEN BRUJITA, MUÉRDEME OTRA VEZ.
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Forastera de Diana Gabaldon
ERA UNA FORASTERA, PARA COLMO INGLESA, Y AUNQUE HABÍA CREÍDO QUE SERÍA TRATADA CON CIERTO RESPETO EN MI CALIDAD DE HABITANTE DEL CASTILLO, HABÍA VISTO A MUCHOS DE LOS ALDEANOS PERSIGNARSE FURTIVAMENTE A MI PASO.
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Once