La red púrpura de Carmen Mola
El mundo está enfermo de violencia. Hay personas enganchadas a la violencia en cualquiera de sus formas. Y todavía nadie se ha preocupado de conseguir una cura.
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La red púrpura de Carmen Mola
El mundo está enfermo de violencia. Hay personas enganchadas a la violencia en cualquiera de sus formas. Y todavía nadie se ha preocupado de conseguir una cura.
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La bestia de Carmen Mola
Deberíamos encontrar el momento para la belleza, para recordarnos lo bueno que tiene la vida, por qué estamos luchando.
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La Nena de Carmen Mola
Sé que la venganza no es cristiana, pero no lo puedo evitar. Cuando me voy a la cama sólo pienso en que encuentren a ese desgraciado que lo mató y que su familia lo pase tan mal como lo he pasado yo. Después me arrepiento y voy a la iglesia y pido perdón, pero por la noche vuelvo a pensar lo mismo. No sólo me quitaron a mi hijo, me han quitado también la compasión
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La bestia de Carmen Mola
Pero ella no vuelve. Sale a la oscuridad de la noche. Un farol de gas ilumina el letrero del almacén de pirotecnia del señor Alexandre. Clara se dirige allí, atraida por ese cerco de luz. Todavía hay charcos en el suelo por las lluvias recientes, debe pisar con cuidado. No sabe donde ir, paseará por el centro, se meterá en un patio vacío para dormir un poco.
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Las madres de Carmen Mola
Soy un pecador. Me creí mejor, como tú te crees mejor...Pensé que todo lo que hacía estaba justificado, que yo no podía perder...Esta sociedad me necesitaba pero...solo soy un pecador. Zárate le abofetea, Beltrán está perdiendo tanta sangre que pronto se desmayará. |
La bestia de Carmen Mola
Ni siquiera percibe que el trayecto ha finalizado. El palacio de Hortaleza, su hogar, la espera a dos pasos. El remanso de paz que siempre ha sido. En el jardín cotorrean las aves exóticas y pasea el pavo real su insolencia. El colibrí rojo hunde su pico en la flor. El cochero baja del pescante y abre la portezuela. Ana Castelar no se mueve. esta muerta.
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La bestia de Carmen Mola
Ha aprendido a cargar su voz con sensualidad. La boca del gigante se entreabre y en su mirada se dibuja la tentación. Es sólo una fracción de segundo, un breve lapso en que valora yacer con ella, pero la ira vuelve a cerrar cualquier puerta. No sucumbirá al cuerpo de Lucía, aunque ella tampoco lo necesita. La ha bastado esta mínima distracción para alcanzar uno de los jarrones que hay junto a la cama y, rápido, estrellarlo contra la cabeza del monstruo. La porcelana estalla y, con el agua y las flores, el hombre cae al suelo. Podría intentar cruzar la puerta, pero sabe que eso sólo prolongaría la presecución. Tiene que acabar con él ahora, para siempre.
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La bestia de Carmen Mola
El monje se ha arrancado la navaja del abdomen y ahora la usa contra los que siguen intentando invadir la capilla. Sabe que su resistencia no será eterna. Por eso, los religiosos que hay escondidos tras él huyen por la capilla del Cristo de los Dolores. Luego, en apenas dos pasos, el monje se venga de la cuchillada del líder. Revienta el cráneo del hombre, que todavía no había logrado incorporarse.
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La bestia de Carmen Mola
Antes de llegar al lazareto del convento de Nuestra Señora de Valverde, casi en el pueblo de Fuencarral, Diego debe apartarse del camino; así lo exigen los soldados que escoltan un carro en que viajan ocho hombres, los contagiados por el cólera detectados por las patrullas vecinales que recorren Madrid cada noche. Uno de los enfermos grita desde dentro. -- ¡Nos llevan a matarnos! Todos miran hacia otro lado, nadie va a enfrentarse, nadie va a jugarse la vida ayudando a los apestados. |
La bestia de Carmen Mola
Clara sonríe y mira al cielo desde la cueva. A las nubes que lo motean y hacia donde asciende el olor del guiso y el alma de Cándida para convertirse en ese pájaro de colores. Lucía sabe que ha conseguido que el dolor de Clara sea más llevadero, pero también es consciente de que, después de hoy, habrá un mañana. La muerte se convertirá en un dolor soportable, pero no así el hambre. Los quince reales que había conseguido se perderán en pagar un trocito de arena en el cementerio de San Nicolás, el más cercano a las Peñuelas. Y ¿de qué vivirán luego?
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La bestia de Carmen Mola
En la vida es todo tan casual que de nada sirve hacer planes o pensar en lo que podría haber pasado.
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La bestia de Carmen Mola
Echar la vista atrás para intentar reescribir el pasado es absurdo. El tiempo solo corre en una dirección.
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La bestia de Carmen Mola
Uno no se da cuenta de las cosas que realmente se disfrutan hasta que las pierde.
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La bestia de Carmen Mola
Una moza grita desesperada desde un bancal. - ¡Es la cabeza! ¡Se la va a comer el perro! Diego sale corriendo. Entre las patas del perro escuálido, que chorrea empapado como un espantajo, está la cabeza de la niña. El chucho, muerto de hambre, desgaja la carne de la mejilla. Uno de los chavales lanza una piedra al animal y le acierta en el costado. El perro deja escapar un gemido de dolor y huye del aluvión de piedras que los niños siguen tirando. |
La bestia de Carmen Mola
Entre el estruendo de la lluvia, el gorjeo histérico de una vieja arrodillada junto a un cadáver cubierto de barro en el fondo de un pequeño barranco -- La Bestia... vendrá a por todos. La Bestia nos matará... |
¿Cuál es el nombre completo de la protagonista femenina en "Una corte de rosas y espinas"?