La bestia de Carmen Mola
Pero ella no vuelve. Sale a la oscuridad de la noche. Un farol de gas ilumina el letrero del almacén de pirotecnia del señor Alexandre. Clara se dirige allí, atraida por ese cerco de luz. Todavía hay charcos en el suelo por las lluvias recientes, debe pisar con cuidado. No sabe donde ir, paseará por el centro, se meterá en un patio vacío para dormir un poco.
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