Las dos vidas de Mina Índigo de Alaitz Leceaga
Hay muchos tipos de fantasmas, arrepentimiento, secretos, culpa, soledad.. pero la mayoría de los espectros los invocamos nosotros mismos.
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Las dos vidas de Mina Índigo de Alaitz Leceaga
Hay muchos tipos de fantasmas, arrepentimiento, secretos, culpa, soledad.. pero la mayoría de los espectros los invocamos nosotros mismos.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
—¡Oh, Gloria! Estás muy equivocada si crees que por portarte bien y estar calladita te vas a librar —me dijo—. No nos libramos ninguna. Tarde o temprano harás o dirás algo que no encaje con las normas y con lo que se espera de ti, y entonces verás esa misma mirada de desprecio en sus ojos, pero esta vez dirigida a ti.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
A menudo las cosas más terribles tienen los nombres más hermosos.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Si no has decidido nada, es que en realidad no quieres ninguna de esas cosas.
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Hasta donde termina el mar de Alaitz Leceaga
Descubrió que el pasado deja una marca invisible en nuestro corazón, una cicatriz imposible de ver pero que nunca deja de doler.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
No deberías subestimar lo que un hombre herido que cree haber sido privado de algo que merece es capaz de hacer.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
No confío mucho en las personas pero me gustaría poder confiar en ellos.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
El hábito de engañar a otros es de los más difíciles de abandonar.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
Mientras me critican a mí no tienen que fijarse en las cosas de su vida que no les gustan o que no pueden cambiar.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
No hay forma humana de mandar en los sentimientos de otra persona, esa es la única cosa en este mundo sobre lo que nadie tiene poder.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
Si los demás intuyen que eres débil enseguida te comen viva.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
La culpa no es más que una pérdida de tiempo: una trampa inventada para contenernos, una jaula de barrotes transparentes que nos obliga a sentirnos mal por desear lo que deseamos o a quién deseamos.
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El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga
A una le ponen la fama de algo y luego ya no hay forma de quitársela.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Aunque hayas conseguido escapar de la jaula te darás cuenta de que ahora esa cárcel va contigo a todas partes; dentro de ti.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Me soltó la mano porque ya no necesitaba seguir apretando: el daño de sus palabras era más intenso y afilado que el dolor en mi mano.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Mi querida Gloria, ya hay suficiente dolor y soledad en esta vida como añadirle más. ¿ Alguna vez has tenido todos los ingredientes perfectos para hacer una tarta pero aún así has decidido usarlos para otra receta?
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
Los demonios de verdad, los que de verdad te roban el sueño y la vida, nunca se molestan en esconderse. Pasean a plena luz del día y bajo el sol más brillante.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
El dolor necesita su tiempo para despedirse de nosotros y marcharse.
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Las hijas de la tierra de Alaitz Leceaga
El dolor se cuela hasta por las rendijas más pequeñas y se instala ahí. Anida en las grietas oscuras. Crece, crece y crece como un animal hambriento que se alimenta de todo lo demás, devorándolo. Hasta que solo queda él; el dolor.
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Gregorio Samsa es un ...