Esto no se dice de Alejandro Palomas
Todos estos años me han enseñado que suavizar la verdad no la hace menos fea ni menos terrible.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Todos estos años me han enseñado que suavizar la verdad no la hace menos fea ni menos terrible.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Cuidamos de no herir a quien nos escucha porque desconocemos el alcance de lo que vamos a compartir. Contamos sin querer contar. Y tenemos miedo del rechazo. De que no nos crean. Siempre.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Hay ausencias que suman, aunque para llegar a entenderlo tengamos antes que sufrir alguna que le haya restado un gran tramo de horizonte a nuestro presente.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Los niños y las niñas necesitamos que nos enseñen que hay maneras de querer que en realidad no lo son y que forman parte de un mundo adulto que en ningún caso debe ser el nuestro en el futuro. Todos los colegios sin excepción deberían tener escrita en las pizarras de todas sus aulas esta frase: «Si es amor, no duele. Si duele, no es amor».
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
En mi cabeza cualquier contacto humano ha sido leído y recibido durante muchos años como una amenaza de acercamiento sexual. Peligro. Alarma. Cualquier roce accidental, una caricia, alguien que te toma de la mano en un momento de tensión… todo eso ha sido tortura en vena, porque no ha habido una sola vez en que mi inconsciente no haya sentido una oleada de terror y asco ante la sospecha de que quizá había algo sexual en ese contacto. Desde el mal cerrado capítulo de los abusos, cualquier mano que me buscara quería «hacer eso» conmigo, incluso la de un compañero de clase. Incluso la de mi madre. Sí, también la suya.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Escribo como aprendí a leer, incapaz de despedirme de mis personajes así, dejándolos colgados en un limbo en el que yo no quiero imaginarlos. Cuando digo que mis personajes son personas con las que convivo no exagero. Son mi familia y necesito tenerlos conmigo, no quiero que mueran porque mi vida es más vida cuando me adentro en el mundo de mi ficción que cuando estoy en este plano, en el «real».
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Necesito siempre una ventana. Me basta con una y con tener la certeza de que, llegada la necesidad, mi cuerpo cabrá por ella; de lo contrario, hay una parte de mí que se mantiene en alerta constante, no hay descanso.
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Un perro de Alejandro Palomas
No es extraño que nos cueste tanto perdonar, perdonar de verdad, cuando nos es tan difícil nombrar lo que realmente duele
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Insisto, somos quienes somos porque somos la suma de todo lo que hemos sido hasta ahora: renuncias y decisiones, los caminos no tomados y sus finales, y también los caminados, todo eso somos, "a pesar de" muchas cosas y "gracias a" muchas otras.
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Esto no se dice de Alejandro Palomas
Somos la suma de todos lo que hemos sido y de todo lo que no pudimos ser Somos, en gran medida, lo que preguntamos. Y en una medida quizá mayor, las preguntas que callamos |
Un perro de Alejandro Palomas
Nuestras certezas nunca son inamovibles. Un día uno quisiera morirse, y al día siguiente se da cuenta de que bastaba con bajar un par de escalones para encontrar el interruptor y ver las cosas más claras.
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Un perro de Alejandro Palomas
Porque la vida no es lo que controlamos ni lo que limpiamos para que brille. La vida es lo que mancha.
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Un perro de Alejandro Palomas
R no ha vuelto a dormir en el suelo. A veces, cuando corre en sueños, noto su pata sobre las costillas, empujando. Otras, el calor húmedo de su hocico en el cuello. Y hay noches en que soy yo el que lo abraza por detrás, buscando ese olor a cachorro que conserva todavía y en el que yo encuentro una pequeña casa donde todo está bien.
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Un perro de Alejandro Palomas
Siempre los años entre nosotros, siempre los años. Siempre el amor. Siempre las horas. |
Un perro de Alejandro Palomas
Hijo. Nadie dice como lo dice mamá, porque nadie apunta ni golpea así, con el aire comprimido que une las cuatro letras. A pesar de las luces y de las sombras que nos separan, de las cuentas pendientes y de los rincones más ventilados, a pesar de todos los tropiezos, las torpezas, las teclas desafinadas y las piezas perdidas del rompecabezas que somos juntos y también por separado, mamá sigue siendo esa porción de vida que tengo asegurada, la quiera o no la quiera, la nombre o no, la asuma o no. Mamá es y luego está, y aunque deje de estar sigue siendo, y eso ocurre tan poco, aparece tan poco en la vida, que, por mucho que me empeñe, siempre termino aceptando su amarre porque con ella hago pie.
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Un perro de Alejandro Palomas
No es extraño que nos cueste tanto perdonar, perdonar de verdad, cuando nos es tan difícil nombrar lo que realmente duele.
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Un perro de Alejandro Palomas
Max era el silencio y la mirada. Tenía una cabeza enorme en la que solo parecía haber espacio para mí, y eso, en aquellos años en los que mi relación con lo humano se limitaba principalmente al trabajo, al grupo de conocidos con los que jugaba al pádel y a la familia, hizo de él un pequeño faro que a mí me daba la dosis de luz diaria sobre lo cotidiano y lo fiable.
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Un perro de Alejandro Palomas
Me gustaría decirte tantas cosas, mamá, antes de que sea tarde y no lleguemos», me oigo pensar, y justo entonces ella se vuelve hacia mí y sonríe, no sé por qué, pero sonríe.
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