Un perro de Alejandro Palomas
Max era el silencio y la mirada. Tenía una cabeza enorme en la que solo parecía haber espacio para mí, y eso, en aquellos años en los que mi relación con lo humano se limitaba principalmente al trabajo, al grupo de conocidos con los que jugaba al pádel y a la familia, hizo de él un pequeño faro que a mí me daba la dosis de luz diaria sobre lo cotidiano y lo fiable.
|