La inteligencia sólo existe en estado suelto, espontáneo, no puede ser una pose.
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La inteligencia sólo existe en estado suelto, espontáneo, no puede ser una pose.
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Yo quería una felicidad, ¡con ella! Se lo dije, mojando sus dedos delgados con mis lágrimas. “Eso sólo puede perjudicarnos”, comentó. “¿De veras quieres que yo sepa cómo eres?”, me acarició el pelo. Tenía razón: yo quería poseer sus historias, pero era mejor que ella no conociera las mías. |
“No se puede tener lo de hoy y lo de ayer, no se puede ser a la vez quien se ha sido y quien se es. Hay que escoger. La felicidad ha de ser una. No puedes tener el sol… y la luna”.
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Me pareció, más que nunca, una mujer escrita en arameo, la mujer que yo no podía leer.
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Generaba una paz extraña. Era como un libro de consulta. No había necesidad de revisarlo, pero era bueno que estuviera ahí. Su sola presencia otorgaba confianza en el saber.
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Laura era un libro que yo abrazaba sin comprender su significado. Un libro único, valiosísimo, escrito en una lengua desconocida. No formar parte del resto de su vida me hacía sentir que poseía un libro indescifrable. No me bastaba su cuidada encuadernación en piel, su tipografía atractiva, sus ilustraciones en miniatura. ¡Quería leer a Laura!
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El amor tiene una sed de absoluto. No me refiero a su carácter posesivo, sino a la necesidad de compartirlo todo y conocer al otro, hasta donde eso es posible.
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Me eligió como se elige un libro en una biblioteca. Ignoro si me escogió por el título, el lomo, la portada, la tipografía o por mi ubicación entre otros libros. No sé qué clase de texto fui para ella.
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Una biblioteca es una lluvia que se detiene, pero no por mucho rato. Los libros siempre están en movimiento. Hay que encontrarles acomodo. Llega uno nuevo y debes desplazar todos los restantes. No sé si he pasado más tiempo leyendo o moviendo libros.
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“El mundo existe para convertirse en libro. Todo lo que nos rodea ya es un libro, y la biblioteca es su resumen." (Mallarmé) |
Como agua para chocolate