No es fácil prestarle libros a alguien que los ama lo suficiente como para no devolverlos
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No es fácil prestarle libros a alguien que los ama lo suficiente como para no devolverlos
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Laura era un libro que yo abrazaba sin saber su significado. Un libro único, valiosisimo, escrito en una lengua desconocida
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En este país quienes leemos en serio acabamos por conocernos tan bien que nos tememos. No es fácil prestarle libros a alguien que los ama lo suficiente para no devolverlos. Entre perder una amistad y perder un libro, cualquier bibliófilo prefiere perder una amistad.
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Pasan los años, regresan los instantes.
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Si un libro depende del lector, una conferencia depende del público. La voz tiene sentido si alguien la oye. Misteriosamente, también define a quien la oye. Escuchar es ser interpretado.
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Eras un gatito precioso, color café con leche, con un moño rojo y un cascabel en el cuello. Laura supo que serías mi compañía perfecta. Te he visto teclear en la computadora cuando me descuido, con displicencia de sabio chino. Una vez llenaste toda la pantalla con el número siete, que no conoces pero intuyes. Te he visto pasar pomejores repisas de la casa, escogiendo siempre zonas ilustres del librero. Te he visto ronronear satisfecho mientras leo y has tenido la enorme discreción de no traerme nuestros comunes enemigos, los ratones que seguramente cazas. Te he visto salir de noche rumbo a tu otra vida, que no necesito conocer, y regresar con el pelambre descompuesto sin que eso implique una tragedia ni me motive a hacer preguntas. Te he visto beber mi taza de leche, y eso me gusta. No sabes que eres mortal y que la felicidad debe ser una, pero no necesitas saberlo. Cuando no estoy en casa ocupas mis espacios. Lo sé por los pelos que dejas en el sillón y encima de mi almohada. Y cuando estoy aquí me recuerdas quién te trajo. Algo de Laura vive en ti. Eres la vida que no pude atrapar en ella. + Leer más |
Nomen est omen, decían los latinos. “El nombre es el destino.” El de Soledad lo fue.
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Soledad y yo tuvimos un problema de corrección de estilo: donde yo quería una conjunción copulativa, ella ponía una adversativa.
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me eligió como se elige un libro en una biblioteca. Ignoro si me escogió por el título, el lomo, la portada, la tipografía o por mi ubicación entre otros libros.
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No es fácil prestarle libros a alguien que los ama lo suficiente para no devolverlos. Entre perder una amistad y perder un libro, cualquier bibliófilo prefiere perder una amistad.
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Como agua para chocolate