Conferencia sobre la lluvia

“ no soy un profesor ni un erudito, pero he vivido entre libros y me gusta compartir hallazgos “
Juan Villoro escribe este monólogo para ser interpretado, aunque como literatura no requiere interpretación, con todo lo poético que puede ser su prosa , nos lleva de la mano, por un viaje a través de la vida del orador quien al perder los papeles, literalmente, debe improvisar.
Luego entonces; una conferencia que tal vez debería abarcar un tema impersonal, se convierte en una confesión, sobre la lluvia, el amor, la lluvia de amores y su relación con la literatura, ( y las mujeres ) que pasa de una lluvia que no moja a un torrente de referencias, que clarifican su vida privada, que amplían al escucha su visión del mundo desde su reducto de bibliotecario, desde su necesidad de empaparse de amor, y el simple hecho de solo haberlo recibido a cuentagotas,
Fundamentos que atrapan, invitan , concitan, al lector o auditorio,
Auditorio que, al final, no necesita ninguno de estos argumentos,
Final curiosamente sorprendente para una clase de literatura, o actuación, que no necesitan la sorpresa
Hasta en eso atrapa Villoro.

¿Hasta dónde controlamos lo que decimos? Esta es una pregunta que formula Juan Villoro en el prólogo de esta obra y cuya respuesta estará implícita en el devenir del texto. Una pregunta que no carece de interés en esta y otras épocas. Muchos preferimos la escritura antes que la oralidad a la hora de relatar cuestiones que merecen cuidado. La escritura es lenta, precisa, se revisa, se perfecciona; la palabra dicha es desordenada, se mueve al ritmo del pensamiento, esto es, de manera vertiginosa. Las ideas fluyen como el agua en una cascada, las palabras como suave brisa.

Esta forma de desarrollarse nuestro proceso comunicativo estará retratada en Conferencia sobre la lluvia, un corto monólogo donde su personaje principal, un bibliotecario que pretende dar una conferencia sobre la relación de la lluvia con la poesía y la literatura, termina dejándose llevar por la palabra dicha y convierte su conferencia en una confesión. El juego literario del autor es bastante interesante, al inicio nos da la idea de que efectivamente se trata de un conferencista que ya se enfrenta a su público, todo se reviste de seriedad. No obstante el desenlace de la obra nos mostrará que la conferencia es apenas un ejercicio de reflexión que se dirige sobre un único espectador indiferente: Bruno.

El argumento de la historia es simple. El conferencista ha perdido sus papeles, es decir, los apuntes de su conferencia. Ahora se haya a merced de su memoria. Pero su memoria no es la mejor guía: sus sentimientos, pensamientos, intuiciones y dolores, se entremezclan con ella y van llevando a su artífice por un viaje hacia su interior. Perder los papeles tiene aquí otro sentido. Dice el personaje que se ha dedicado a ordenar libros y los libros le han desordenado la vida. Ha perdido los papeles respecto a su vida. Y en este perderse, en este recordar, irá hilando los temas principales de su conferencia con los recuerdos y situaciones de su vida.

Decía Borges que siempre llueve en los recuerdos. Así, mientras transcurre la historia, la lluvia no es solo el elemento literario al que acude el personaje para su conferencia, o una característica presente en los escenarios de sus recuerdos; la conferencia sobre la lluvia es en sí misma una larga lluvia que, como decía Pessoa y nos recuerda el bibliotecario protagonista de esta historia, cae en diagonal y lo estropea todo pero no daña nada.

Al final, esta obra nos entrega una exquisita reflexión sobre la literatura, sobre los autores y su relación con la lluvia, sobre el amor y sobre la vida misma. También nos habla de las bibliotecas, de la lectura, de la vida de quienes se han retirado del mundo y se han refugiado en los libros, la gloria de los que han decidido ser algo no siendo nada, parafraseando a Pessoa.

Una lectura absolutamente recomendada, profundamente rica, riqueza que en estas vagas palabras apenas si se alcanza a vislumbrar.

Esta lectura fue un cambio de última hora para uno de mis retos (Retópata #22: un libro en el que tenga algún protagonismo la lluvia), estaba a primeros de noviembre y fue la elegida por su breve extensión básicamente, porque en esas fechas andaba con más lecturas pendientes aparte de mis quehaceres... Es breve, muy breve, con cierta gracia y la puntuación que le doy me parece suficiente para un libro de trámite como éste...

Un bibliotecario da una conferencia sobre la relación de la lluvia y la poesía, pero ha perdido los papeles y tiene que improvisar. ¿Hacia dónde irán sus disertaciones?

Se me han hecho cortas estas 64 páginas para calarme del universo climatológico y sentimental del bibliotecario. Es un ensayo, una obra de teatro, un alegato a la lectura y a los libros que nos acompañan y nos construyen, un experimento de flujo de conciencia y de emociones tal y como también fluye la lluvia.

En lo personal, es el libro más bonito que tengo⁠. Este libro una de esas lecturas ligeras que amas con locura cuando acabas de leerlo. ⁠De verdad es muy corto.
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Trata sobre un conferencista que extravía sus apuntes y el nerviosismo lo lleva a improvisar su discurso, el tema de la charla es la relación entre la lluvia y la poesía amorosa.⁠

Un libro corto y pequeño con una prosa poética tan bella que no puedes evitar divagar sobre tu misma vida junto a las divagaciones del bibliotecario protagonista de esta magnifica introspección a lo que es la vida y los recuerdos que empoderan o lastiman, en la añoranza y la nostalgia de los amores perdidos y los anhelos frustrados que la vida nos arroja y no podemos evitar que la lluvia se convierta, en ocasiones, en nuestros limbos personales donde podemos enjugar nuestras lagrimas pero sin lograr la redención o la catarsis de nuestros sufrimientos.
O quizás si has vivido lo suficiente, pueda que te conectes las lineas que Juan Villoro expone en el libro, es una pequeña joya que en lo personal lo he disfrutado y lo he sufrido porque proyecto en mi cosas que solo uno entiende.

"El amor es un interprete obsesivo"


Bello libro, escrito a manera de monólogo teatral. Se lee en una misma sentada. En un diálogo consigo mismo, el bibliotecario habla de los libros, del amor y sus victorias y fracasos... todo enmarcado bajo la excusa de querer hablar sobre la lluvia. Se apoya a lo largo del discurso de frases de diversos autores, versos poéticos y demás, que parecen hablar sobre la lluvia pero en realidad hablan de algo más. Todas ellas dan la sensación de ser las piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente en la narrativa del libro.

Leí la edición colombiana de Angosta, que tiene un diseño increíble.