Un robo. Una caída en medio del castillo de Edimburgo. ¿Qué era lo siguiente? ¿Un rescate del monstruo del lago Ness? |
Un robo. Una caída en medio del castillo de Edimburgo. ¿Qué era lo siguiente? ¿Un rescate del monstruo del lago Ness? |
Su vida era una tragicomedia en la que era la protagonista principal.
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Química.Una simple palabra que englobaba muchas sensaciones,sentimientos y reacciones. Y entre ambos esa química era explosiva ...
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—Puto chucho —masculló este al mirar hacia atrás y verlo sentado al lado de Adela, quien permanecía dormida sin enterarse de nada. El perro, al ver que lo miraba, le gruñó amenazante, mostrándole los colmillos. El mensaje era claro: ella es mía, no te acerques.
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(…) esa mujer se había colado en su piel, en su corazón, apareciendo en sus sueños… Tenía tanto que decirle pero… Volvió a besarla. Lo necesitaba. Y… cuando sus lenguas se reencontraron… se sintió en casa y, recordó todo lo que había vivido para volver a encontrarla. Tal vez fuera el destino quien los unió, daba igual, ya que en esos instantes lo único que le importaba era que Adela estaba en sus brazos. |
(…) El perro era pequeño, muy pequeño, con los ojos saltones y muy expresivos, una de las orejas le caía sobre la frente y la otra la tenía de punta. Se fijó que poseía una cola larga y curvada hacia arriba, y el pelaje que lo cubría era de una tonalidad que le recordaba a la miel, dorado, con el pelo corto y… olía fatal. El pobre estaba sucio, con pegotes negros por todos lados como si se hubiera revolcado en el barro. Se sorprendió al ver que este se acercó a su mano. La olisqueó y le acarició con su cabecita, cerrando los ojos con placer. Sin dejar de acariciarle, Adela miró a su alrededor para ver si encontraba al dueño de ese animal, pero ella era la única que se encontraba en el parque. ¿Qué hacía ese perro solo? |
¡Yupi! ¡Vivan las compras! No, en serio. Las odiaba. Odiaba ir de compras. No solo porque no le gustaban las aglomeraciones de gente, si no, porque nada más entrar en una tienda, enseguida se te acercaba una dependienta dispuesta a seguirte por toda la tienda, como si te estuvieran vigilando. Y ya ni que deciros el tener que quitarse la ropa en los probadores, ¡con el frío que hacía! e intentar ver si te quedaba bien la prenda en esos espejos del infierno que te hacían parecer un orco recién levantado de la cama. |
¿Era posible enamorarse de un extraño? ¿Que este inundara sus sueños y sus pensamientos sin poder controlarlo? Sí, lo era. (…) |
La fortuna favorece a los audaces
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?