Un highlander para Adela de Azahara Vega
¡Yupi! ¡Vivan las compras! No, en serio. Las odiaba. Odiaba ir de compras. No solo porque no le gustaban las aglomeraciones de gente, si no, porque nada más entrar en una tienda, enseguida se te acercaba una dependienta dispuesta a seguirte por toda la tienda, como si te estuvieran vigilando. Y ya ni que deciros el tener que quitarse la ropa en los probadores, ¡con el frío que hacía! e intentar ver si te quedaba bien la prenda en esos espejos del infierno que te hacían parecer un orco recién levantado de la cama. |