Un highlander para Adela de Azahara Vega
(…) El perro era pequeño, muy pequeño, con los ojos saltones y muy expresivos, una de las orejas le caía sobre la frente y la otra la tenía de punta. Se fijó que poseía una cola larga y curvada hacia arriba, y el pelaje que lo cubría era de una tonalidad que le recordaba a la miel, dorado, con el pelo corto y… olía fatal. El pobre estaba sucio, con pegotes negros por todos lados como si se hubiera revolcado en el barro. Se sorprendió al ver que este se acercó a su mano. La olisqueó y le acarició con su cabecita, cerrando los ojos con placer. Sin dejar de acariciarle, Adela miró a su alrededor para ver si encontraba al dueño de ese animal, pero ella era la única que se encontraba en el parque. ¿Qué hacía ese perro solo? |