La azotea

Para mí tiene una narrativa magnífica. Intimista, llena de imágenes perfectamente pintadas para el lector, con un humor agridulce. La historia es brutal, el personaje de Clara se te mete dentro, está muy bien trazado. La casa y la azotea, esos símbolos que entrañan nuestros miedos, paranoias y fantasías. Con tres personajes y un canario, Fernanda Trías nos regala esta breve pero intensísima obra. Una joya.

'La Azotea' (2020), de 'Fernanda Trías' es destrucción en caída libre.

Paranoia, vida familiar casi tóxica, conflictos con la maternidad, la fugacidad del dinero 💸 y de la sanidad…

Leer esta novela fue experimentar un ambiente opresivo donde las paredes se iban cerrando sobre los personajes; donde una podía paladear la cal y el moho en la boca.

No hay manera pretenciosa de explicar el argumento: una mujer cuida de un hombre enfermo que, después descubrimos, es su padre. Este se dejó desfallecer después de que su esposa, Julia, falleciera en un accidente de coche. Todos los personajes, sin saber lidiar con la pérdida y despegándose poco a poco de la humanidad y de las preocupaciones ligadas a esta —gas, luz🕯️💡, cuentas, relaciones con otras personas o comida— son interpretados según el narrador no confiable que es Clara.

Debo reconocer que tiene muy buenas frases y me generó una tristeza y angustia verdaderas por toda la situación, pero más por la niña, Flor. Ni el reconocimiento de su inocencia, o la comprensión de que esta decadencia familiar es tan plausible que podría estar sucediendo a dos cuadras de distancia, resuelve nada. Y esa, claro, es una verdad terrible.

Esta novela fue una crónica de autodestrucción 💥 anunciada.
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Clara vive con su padre, viven encerrados en la casa desde la muerte de Julia. Para Clara todo lo que hay fuera de esa casa es peligroso, todos quieren hacerles daño, pero hasta ella misma busca una escapatoria en la azotea.
Es una novela llena de claustrofobia, de inquietantes dudas de la relación padre e hija, y una historia en la que nunca sabrás qué es real y qué está ocurriendo solo en la mente de Clara.
La forma de escribir de Fernanda Trías te embauca y te hace sentir dentro de esa casa, su luz u oscuridad, sus olores, su aire cargado, …
Ha sido todo un descubrimiento.

Me ha descolocado tanto que aún no sé bien. Entiendo que ésa era la intención, transmitir el desconcierto, esa incógnita constante de qué pasa realmente y por qué.

La oscuridad, el aislamiento, la locura se pueden percibir aquí como si fueran de carne y hueso. Se les puede escuchar respirar y notar el espacio que ocupan. Y, en esta historia, conviven con todos los miedos que Clara, la protagonista, ha ido criando. Todos esos miedos que se multiplicaban y que ha ido alimentando a biberón desde que eran bien chiquitines con dosis cada vez mayores de desconfianza, recelo y odio hasta que se volvieron fuertes e independientes y se olvidaron de que provenían de ella y empezaron a destruirla lentamente, dueños absolutos de su mundo, aplastándola bajo sus mil reglas. No salir, no ver a nadie, no dejar entrar ni la luz en la casa. Capas y capas de protección hasta que está todo tan envuelto que no hay opción de moverse para cambiar de postura, hasta que no se puede ni respirar.

Aquí no hay explicaciones, nada de razonamientos. Es la atmósfera opresiva de una locura que va en aumento, subiendo de nota más y más hasta que el sonido es tan agudo que no se oye nada.

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«Los días se alargaban y sólo podía pensar en una cosa: la azotea, el borde afilado del pretil y yo haciendo equilibrio en esa cuerda floja, siempre a punto de perder pie».

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"Yo tenía razón: un día te hacen preguntas y al siguiente están metidos en tu casa, se apoderan de tus cosas, toman decisiones y no tienen la menor idea de lo que hacen" 🇺🇾 Fernanda Trías
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Esta novela es inquietante. Desde el comienzo, cuando la narradora te hace saber que vive encerrada con su padre, su hija y un canario, y no permite que nadie salga de la apartamento donde viven, te comienzan a surgir muchas dudas e inquietudes.
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Inmerso en este aura de misterio, Trías logra causar intriga e incluso a desespero por entender. No solo por saber qué ocurre en el exterior, sino por entender las dinámicas en el interior (incluido el guiño de incesto que se dibuja en el relato).
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Navegar el transcurso de los días de encierro dentro de la mente constantemente alarmada de Clara es asfixiante. La lectura se vuelve igual. Es un texto corto, e interesante, pero a veces no tan cómodo de leer de corrido. Debí tomarme mis pausas para respirar, no tanto del encerrado apartamento en el que vive Clara, sino de su mente agobiante.
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El final es 😶. Creo que es el mejor final que se le habría podido dar a la novela, si la leen, me cuentan para comentar 🌊📚🏊🏽‍♀️

Si hay algo que tienen en común los libros que he leído publicados en Editorial Tránsito es que son intensos. Su lectura no es cómoda, no son historias para, simplemente, pasar el rato.

Con este en concreto, el desasosiego que sentí desde las primeras páginas no llegó a desaparecer en ningún momento. Es fascinante cómo Trías logra transmitir la atmósfera de ese piso, su olor, la luz y la ausencia de ella, la opresión de ese aire viciado.

La azotea que da nombre a la novela es la vía de escape de Clara, una joven embarazada que vive con su padre, al que un pequeño pájaro hace compañía. La relación que les une y cómo evoluciona tras el nacimiento de Flor es uno de los ejes del libro. Pero esta relación no es sana ni libre sino que está marcada por los demonios de Clara, convencida de que mil peligros les acechan. Su paranoia va en aumento conforme sus recursos económicos se van agotando de modo que, poco a poco, se siente acorralada, sólo la azotea del edificio le proporciona cierto desahogo.

Me ha parecido bello el paralelismo entre la figura del padre y del pájaro, ambos enjaulados, ambos ansiando la luz y ambos a merced de Clara y sus actos.

Trías no escribió una novela complaciente, no creo que fuera su intención tampoco, y me encanta encontrar libros tan oscuros y asfixiantes, pero claro no digo nada nuevo.

Hace bastante que leí este libro pero no sabía bien cómo hablaros de él. No quiero contar mucho porque creo que es mejor adentrarse en la historia a ciegas. En ese fluir de pensamientos que tiene la protagonista consigo misma, un monólogo en el que ella reflexiona y piensa, a trompicones, sobre su vida. Una vida reducida a un pequeño piso con la única compañía de su padre, su hija y un pájaro. Sin salir. Solo ella con sus pensamientos, que cada vez son más extraños. Desde el principio notas que algo raro pasa, hay algo latente bajo la superficie, y esa sensación, lejos de desaparecer, va aumentando cada vez más, más rápido, hasta un final que te deja sin aliento. La tensión en el ambiente es tan palpable que casi se puede tocar.

Es un libro especial, distinto. Tan duro que te corta la respiración. Aunque yo diría que es más un relato que una novela mí me ha parecido muy bueno, por su originalidad, por la forma de expresar esa locura que se va apoderando de la protagonista y sobretodo por la capacidad de transmitir angustia, claustrofobia, congoja. En serio, el clima que consigue la autora es brutal. La narración juega con la ambigüedad, te deja entrever algo pero no te lo aclara, y no sé si es más duro lo que estás leyendo o lo que no cuenta pero imaginas. Justamente por eso no es un libro que recomendaría a todo el mundo. Es diferente, se sale de lo común, y tiene tanta carga emocional que puede afectar si no estás en un buen momento.

A veces cuesta mirar las paranoias y locuras de otros y necesitamos tomar cierta distancia. ¿El motivo? ¿Vergüenza ajena?¿Miedo? ¿Empatía?... Una mezcla de todo, supongo. A veces también pensamos que el horror viene de fuera pero, ¿y si tal como dice Marta Sanz en la contraportada, el peligro está dentro de nosotros? ¿Y si surge de los propios abismos del ser humano y de traspasar esa delgada línea que mantiene a raya nuestra cordura?

No sé cómo lo ha hecho Fernanda pero por momentos he sentido que estaba en ese piso, me costaba respirar e incluso sentía la necesidad de perfumar mi habitación porque el olor a pájaro enjaulado se había adherido a mis fosas nasales.

Que esta nouvelle tiene una atmósfera asfixiante y opresiva, es cierto. Que sentirás claustrofobia leyéndola, será perturbadora e incómoda, también. Pero si eres de los que gusta de novelas bien construidas, de esas que remueven y no te dejan indiferente, desde luego aquí tienes una.

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La línea que divide la cordura de la locura es muy delgada y Clara, la protagonista de esta novela, parece traspasar esta frontera y alejarse cada vez más hasta hundirse en su mundo, tan real como el que la rodea.

Fernanda Trías aborda muchos temas en La azotea, pero aparte de la locura, el otro constante en cada capítulo es el miedo. Creo que empieza con el miedo a enfrentarse a la edad adulta, a las responsabilidades, por eso Clara intenta primero suplantar a Julia, la mujer de su padre fallecida hace tiempo, vistiéndose con su ropa; y después encerrándose con su padre y su hija en su casa. Reduciendo cada vez más su propia libertad hasta quedar atrapada en su habitación mientras sueña con la azotea, el único contacto con el exterior que le quedaba. Una claustrofobia creciente que el lector también siente.

Miedo a ser diferente, a enfrentarse a los demás, a un mundo que cada vez le es más ajeno y lejano. “El mundo es esta casa”, le dice a su padre, un microcosmos que, como una diosa, crea y sólo ella puede destruir.

Es una novela impactante que no os va a dejar indiferentes, y de la que vais a devorar página tras página. 

«Yo tenía razón: un día te hacen preguntas y al siguiente están metidos en tu casa, se apoderan de tus cosas, toman decisiones y no tienen la menor idea de lo que hacen».
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Cuando termino un libro me gusta recrearme en el poso que ha dejado en mi: ¿Qué me ha aportado? ¿Lo releeré? ¿Me ha removido? ¿Con qué palabra lo asociaría? Hay libros que a medida que pasan los días voy dejando en el olvido. Hay otros que sin embargo siguen ahí incomodándome, se niegan a dejarme, me gritan para que vuelva a cogerlos, comprobar que siguen en su sitio, como si tuviesen vida propia. «La Azotea» es uno de ellos.
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Han pasado varios días desde que lo terminé y no dejo de pensar en él. Trías hace gala de la máxima «menos es más» y con tres personajes y un canario construye un relato que es un auténtico impacto contra el estómago. Cuando le preguntaron a Fernanda Trías si coincidía con Mariana Enríquez (autora argentina cuya lectura recomiendo encarecidamente si no la han leído ya) en su afirmación de que si un texto no le causaba pudor, vergüenza por contener cosas íntimas, ese texto no le servía, ella contestó que estaba completamente de acuerdo pues escribir es «como rasparse las rodillas durante una peregrinación»
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Clara es una joven que vive encerrada en su casa con su padre y su hija. «El mundo es esta casa», dice, y todo lo que hay fuera es una amenaza terrible de la que hay que defenderse. El padre en un principio ansía ir a ver el mar, la hija sueña con ver «los pajaditos», el canario querría escapar pero todos comprenden que no hay ningún lugar al que ir.
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Leer este libro me provocó dolor y una sensación de ir de puntillas sobre las líneas de cada párrafo con miedo a caerme en cualquier momento. Si hay un libro que revuelve las entrañas y que nos hace patalear, es éste; si hay un libro que remueve y que además tiene una excelente calidad literaria (la imagen de la azotea es inolvidable), es éste; si hay un libro que cumple con la exigencia de Kafka de ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros, sin duda, es éste. El estreno de @transitoeditorial es inmejorable. Hay que seguir de cerca a sus «criaturas salvajes».
#Laazotea #FernandaTrías #MaternidadesLit