Quebrada

Dicen que quiénes buscan, encuentran. Es tan grande el deseo de Lina de salir de la quebrada, que se lanza sola a buscar, a llegar a su destino: el mar. Arroyo abajo porque todas las aguas se dirigen a él. Esto es migrar con todo el cuerpo y el alma, porque la tierra no da nada, ni esperanza, ni fruto, ni porvenir.

Lina se va sola porque Relicario no quiere dejar la tierra que le vio nacer, porque eso conlleva abandonar a sus muertos. Un precio demasiado alto.

Sin embargo, ambos emprenden el camino. Lina primero, buscando el mar, Después Relicario, preocupado buscando a Lina. Y ambos buscando a su hijo que hace mucho partió para forjarse un destino. Demasiado tiempo sin mirarse a los ojos.

No irán solos, Lina tendrá la suerte de encontrarse con personas bondadosas que le hablan de una tierra fértil como un vergel, porque allá llueve. Lina nunca vio llover. Relicario irá con un paciente burro, animal sabio, y con sus muertos, en constante conversación con ellos.

La lluvia no es siempre bondadosa, y por aquellas tierras, arrasa. Trae consigo desgracias y difíciles circunstancias. Así como trajo encuentros, también traía despedidas. El destino a veces es mezquino, y lo que da, también lo puede quitar. Lina solo se quería marchar y hallar…

Esta es una historia contada a tres voces y en dos relatos conectados entre sí. Mariana escribe sencillo, regalándote una lectura ágil de capítulos cortos donde la intensidad va ascendiendo. Es un relato lleno de vínculos, paisajes, de cuerpos quebrados como la montaña, de amor de madre, de personas bondadosas, de migrar porque la tierra no da tregua.

Hace ya algunos días que terminé de leer “Quebrada”, de Mariana Travacio, y aún me impregna y va conmigo a todos lados su acérrima belleza. Porque la prosa de Travacio rebosa de un lirismo, a veces agresivo y prudente, a veces desbordante, que va de la mano de una historia marcada por la soledad y el anhelo de quien nada tiene y espera poco.

Mariana Travacio nos lleva a la quebrada, ese lugar inhóspito entre montañas en el que viven Lina y Relicario, un paisaje seco, espigado, donde nada crece, donde nunca llueve. Lina partirá en busca del mar y de su hijo, que se fue hace mucho en busca de una vida mejor. Y caminaremos al lado de sus pasos firmes y su lúcida determinación, arrastrados por la fuerza de una mujer que es capaz de dejarlo todo para perseguir lo que desea, que no es mucho y es todo. Su marido, reticente a marcharse porque no quiere abandonar a sus muertos, terminará emprendiendo su propia búsqueda: la buscará a ella. Y, separados, encontrarán quienes les ayuden y comprendan. Y verán por fin campos verdes a los que les cuesta acostumbrar una mirada que siempre ha sido del color de la tierra y la piedra.

“Quebrada” se sitúa en un tiempo indeterminado para hablarnos también de las migraciones, de la pugna entre pudientes y sometidos, de raíces y desarraigo, de resignación, de locura y de muerte. Como uno de los personajes le dice a Lina a propósito de su viaje a tierras fértiles, “también es mucha la locura en ese sitio, doña”.

Son varias las voces que nos narran esta historia que, a pesar de su brevedad, es intensa y dura. Una de esas obras que disfrutas durante la lectura porque la lectura en sí es bella; que no quieres terminar porque te lleva a lugares en los que las palabras son tratadas con maestría y ferocidad (escuetas, justas, ásperas -bellas siempre-); de la que no sabes qué esperar y que, cuando lo descubres, de manera abrupta, te paraliza.

Quebrada es un lugar en el que nunca llueve, que no permite ver el horizonte, que aísla del mundo. Sus habitantes, los pocos que decidieron quedarse, viven con lo que tienen pero saben que hay más, mejor, algo diferente. Algunos se fueron buscando ese futuro y jamás regresaron. Un hijo, un hermano, la vida entera. Y tú te quedaste ahí, atrapada entre tanta sed.
Sabes que el camino de ida no será fácil, que la vuelta es improbable. Y aun así lo haces. Te vas. Porque no aguantas más tanto polvo y tanta roca. Porque quieres ver llover, contar nubes, derrotar a la soledad. Y no te importa lo duro que sea, el tiempo que tardes, porque sabes que, si el hijo sigue vivo, lo encontrarás. O al menos morirás en campo abierto, con la mirada apuntando al cielo, con la tranquilidad que da el hecho de haberlo intentado.

📚Para todos los que caímos rendidos ante "Como si existiese el perdón", este libro es pura magia. Que dos historias se entrelacen y que parezca lo más lógico; que te hagan pensar que, si hubieras tenido que imaginarlo, habría sido exactamente así.

Lina ha decidido dejar atrás el hogar que compartía con su marido, un rancho en una tierra estéril, quebrada, que ya nada les aporta. Quiere llegar a tierras más fértiles -a las que se fue su hijo siendo un niño junto a su tío en busca de trabajo-, ver el mar, pero para ello debe recorrer un camino difícil, seguir la senda del arroyo hasta el río y atravesar kilómetros de tierra. Su marido Relicario, reticente, decide quedarse para no abandonar a los muertos que tienen enterrados en el pueblo porque “a los muertos no se les abandona”, pero más tarde decidirá seguirla.

Así comienza este viaje, primero de Lina y más tarde de Relicario, que ocupará toda la primera parte del libro. Estos episodios de Lina, que conforme avance en su camino encontrará diferentes escollos que harán que cambie su destino final, se alternarán con los de Relicario, que avanza con un burro y un carro en el que lleva los huesos desenterrados de su madre y su padre. En este punto es difícil situar esta historia en un contexto temporal determinado, pues más que en horas o días, podríamos medirla en pasos, distancias o estaciones.

A diferencia de una primera parte más tipo ‘road novel', la segunda se nos presenta como un ‘western' en esa tierra fértil con la que soñaba Lina. El punto de vista vuelve a cambiar, y ahora las voces narrativas vienen de Rulfino, un chico joven que es huérfano, y Tala, el hijo de Lina y Relicario. En este escenario, que resulta ser tan hostil como los caminos que conducen hasta allí, Lina descubrirá que la tan ansiada lluvia es en realidad sinónimo de calamidad, locura y catástrofe, de reencuentro con los vivos -su propio hijo Tala- y también los muertos.

Como la tierra en la que sucede, “Quebrada” (editado por @las_afuerases) es un lectura salvaje, áspera y ruda, como también lo es el final de ese libro/viaje, cuando la violencia demoledora alcanza también esas fértiles tierras.
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Lo que recoge la Quebrada es la dureza de paisaje, que es la dureza de carácter. Una gente árida como su polvo, seca como su suelo. Una gente quebrada en lo sentimental, porque Quebrada es la zona de la que vienen. Quebrada es el libro que las guarda.
Gente sin esperanza porque su tierra no se la da. Y Lina no puede más. Como su marido no se decide, se va sola a buscar eso que algunos cuentan que es el mar. Para ver si es verdad que en algún sitio no hay un desierto fisurado, para ver si algún sitio es fértil por tener agua. Agua hasta el punto de no ver el final. Para saber qué ocurre después os dejo leer este libro, que más que novela es relato, es nouvelle, es cuento. Bueno, no es uno, son dos. Pero os los dejo descubrir, no merece destripar estas escasas 166 páginas.

La historia es grande para un libro tan corto, y aunque me gusta mucho la analogía que hace Travacio (con una oralidad increíble en la escritura –bravo por este estilo tan auténtico de las autoras argentinas–) entre esa escritura cortante y afilada con ese paisaje duro y rasgado, y con el carácter de unas gentes que no tenían de dónde agarrarse y que son valientes por la falta de medios y comodidad, me habría leído algunas páginas más. Habría extendido un poco más la historia. Para que si tanto la historia como el páramo y como los personajes eran grandes, el libro también lo fuera un poco más en volumen. Sabe a poco, aunque supongo que eso es más bueno que malo.

De Quebrada, de @mariana_travacio, esperaba una lectura que me sacase de mi zona de confort, ya que por lo poco que sabía de él pensé de inicio que no iba a ser un libro para mí, pero al verlo tan recomendado y encontrármelo por la biblioteca de casualidad, no me pude resistir a probar suerte.

Pues bendita la suerte, benditas las recomendaciones de otros lectores, benditos @las_afueras por editarlo.

Quebrada es una breve historia de una pareja arraigada a su tierra, que por la falta de recursos tiene que salir de ahí en busca de nuevos caminos. Él no quiere, así que ella decide emprender un nueva vida sola, ya que llegan a un punto que no les queda ni para comer.

En 166 páginas, con capítulos breves (en realidad son dos relatos interconectados), se nos cuenta una historia tan simple como maravillosa. Intercalando capítulos de él y ella, iremos viendo su progreso en la vida, así como conociendo lo diferentes que son.

No quiero contar mucho más, os ánimo a, como hice yo, ir un poco a ciegas, dejaros llevar. No sé si se pueden leer las primeras páginas en algún sitio, pero si es así os ánimo a probar, estoy casi seguro de que no podréis parar.

Más que recomendable 😍.

Una maravilla de novela, con personajes que se te agarran a las entrañas y con el burro Jumento del cual me gustaria leer mas andanzas.

El clima se convierte en otro personaje más.

"las cosas se estaban poniendo malas, en la quebrada: demasiada sequía. Hasta las piedras se les venían marchitando en esa falta de agua."

"El aire se venía adensando, esa tarde. El calor nos había tenido todo el día aplastados, arrastrándonos como babosas. Llegaría pronto, la lluvia"

"El cielo se estremecía en convulsiones y se llenaba de rasguños, como heridas de luces. Y a cada rasguño que venía, las caras de los peones se alumbraban como si se prendieran y se apagaran"

"La única certeza que tengo hoy, padre, es que muy pronto nos iremos de esta tierra. Y me cuesta, porque esta tierra será poca cosa, pero acá nacimos y acá somos quienes somos. Si nos vamos, tendremos que ir por ahí explicando que de dónde venimos y para dónde vamos"

Quebrada de Mariana Travacio es un libro único.
Los capítulos cortos le dan una dinámica especial y el lenguaje rural es exacto. ¡Tan realista!
Además, nos deja claros mensajes de amor, de desarraigo, de lucha por llegar a alcanzar los sueños y de intentar doblar la curva del destino.
"A los muertos no se los abandona"