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José Manuel Álvarez Flórez (Traductor)José Manuel Álvarez Flórez (Traductor)Ángela Pérez Gómez (Traductor)Ángela Pérez Gómez (Traductor)
ISBN : 8433930141
392 páginas
Editorial: Editorial Anagrama (30/12/1982)

Calificación promedio : 4.07/5 (sobre 171 calificaciones)
Resumen:
La Conjura De Los Necios es una disparatada, ácida e inteligentísima novela. Pero no sólo eso, también es tremendamente divertida y amarga a la vez. La carcajada escapa por sí sola ante las situaciones desproporcionadas de esta gran tragicomedia. Ignatius J. Really es, probablemente, uno de los mejores personajes jamás creados y al que muchos no dudan en comparar con el Quijote. Más aún, es el antiprotagonista perfecto para una novela repleta de excelentes personaje... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (34) Ver más Añadir una crítica
rafaperez
 12 October 2022
Llevo días tratando de evitar esta reseña, haciéndome el ocupado (esto es verdad) el despistado (esto también) o aludiendo fallos en mi teléfono móvil ( esta es de siempre, mi excusa favorita) pero el número de gallinas y 💩 💩 💩 que recibo por este aplazamiento contra mi voluntad, es indecente, así que valor, ¡y al toro!

No me ha gustado nada. Nunca encontré mi sitio y no ha sido una lectura comoda.

Discrepo además, con Anagrama en la comparación de Ignatius y el Quijote como personaje. ( si la comparación fuera como texto, incendio la editorial y las siete generaciones venideras)

Hay, eso si, ciertas actitudes quijotescas en Ignatius, pero si yo fuera inquisidor, alguien ardía en la hoguera por tamaña aproximación.

Nunca me ha ocurrido que pareciéndome un libro insufrible, tenga que darle una valoración alta, pero soy incapaz de argumentar nada en contra, más alla del gusto personal.

Y es que, La conjura de los necios es una novela muy especial para los amantes de lo absurdo y el humor surrealista, y si no comulgas con este tipo de técnica narrativa, es mejor no leerlo, no te va a dar un descanso y se te hará eterno.

J. Kennedy hace una crítica de Nueva Orleans y de norteamerica, de sus gentes, de sus pensamientos y de como conviven entre ellos elevado a lo absurdo pero bajo un trasfondo tan estúpido como real.

Con un personaje principal que da asco verlo, el autor crea una excelente colección de personajes secundarios que pivotan a su alrededor y donde todos juegan un papel importante.

Las genialidades, aunque no nos gusten no dejan de serlo, y la novela me parece muy bien escrita, con una intención clara y bien ejecutada.

Es en esta locura es donde mis dos polos se enfrentan y mi sentido de justicia vence.

Es cierto que me he aburrido, que no me ha gustado y que risas...contadas, pero reconozco una buena obra cuando me enfreto a ella.

Lo único que puedo decirle al lector como aporte personal es, que si este tipo de humor no es de tu agrado, no lo leas, o lo hagas con infinita paciencia.

A los amantes de este género, de cabeza, sin pensarlo, es original, y técnicamente notable.



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Guille63
 28 June 2023
“¡Qué falta de gusto y de decencia!” “¡Qué falta de teología y geometría!”

A ver, que yo soy tan misántropo como el que más, el ser humano me da razones a diario para aumentar sin pausa el número de individuos e individuas a los que despreciar con toda el alma. Lo que inevitablemente me lleva a compartir con Ignatius Reilly, el egregio grandote con gorra de cazador protagonista de la novela, el pesimismo más atroz y para el que solo encuentro consuelo en la seguridad de que en pocos años todos estaremos comiendo mierda, y eso si hay para todos, como añade siempre mi primo con esa gracia que el diablo le dio. Si algo envidio de Ignatius Reilly es, sin duda, su desvergüenza en la falta de consideración que tiene con casi cualquier individuo o individua que se le cruza.

“Si un blanco de la clase media fuera lo bastante suicida como para sentarse a mi lado, imagino que lo golpearía sonoramente en la cabeza y en los hombros con una manaza, arrojando, con suma destreza, uno de mis cócteles molotov a un autobús en marcha atiborrado de blancos de clase media con la otra.”

Pero aun así, me niego a ver a Ignatius Reilly como un ser tierno y entrañable malogrado por una sociedad decadente contra la que luchaba en una guerra desigual. Nadie va a convencerme de ello, ninguna conjura logrará tamaña majadería conmigo. ¿Un Don Quijote obeso? ¿Un Cristo moderno? Ignatius Reilly es un haragán, sexófobo, cobarde y pontificador de soberbia infinita y luces muy justitas que se comunica con el resto del mundo a través del desagrado y que despotrica contra todo lo que se mueve con una elegancia y una gracia, eso no se lo puedo negar, que en ocasiones nos divierte por su despropósito, que en otras nos indigna, sin dejar de divertirnos, por el reaccionario y casposo espíritu que lo inspira, y que en otras tantas más, aunque en mi criterio son las menos, nos asombra por la inesperada agudeza con la que saca los colores a la sociedad de su época, en realidad de cualquier época que sea posterior a la edad media.

Tan es así que me veo en el inevitable deber de llamar la atención de todos esos pancartistas pro-Ignatius con la débil esperanza de que no pierdan el norte. Todo tiene sus límites, hasta la empatía, la comprensión o la compasión. Que uno empieza riéndose con estos seres solitarios que se pasan el día hurgando en su sucio ombligo con restos de patatas fritas en el bigote, tendidos sobre sabanas mugrientas en camas a punto de venirse abajo, garabateando en su ordenador personal sus necedades sobre la planicidad de la tierra o la salud incólume de Elvis para finalmente descubrir, con el consiguiente cerrazón de nuestra válvula pilórica, que algún cabronazo ha reconducido su odio, los ha agrupado bajo un nombre y los ha convencido de que un salvador mesiánico llamado Trump ha venido a salvarles de una conspiración de pedófilos adoradores de satán o lo que viene siendo un asqueroso atajo de degenerados comunistas.

Y no crean que esta es otra de las exuberancias quiméricas de nuestro obeso amigo. Un grupo con tales fundamentos ha surgido en el país de Ignatius Reilly bajo el nombre de QAnon, y hasta una adepta, Marjorie Taylor Greene, se presentará al congreso por el partido republicano en el distrito 14 de Georgia con muchas posibilidades de salir elegida. Ante cosas así uno abraza sin pensar las ideas con las que Ignatius pretendía cambiar todos los gobiernos del mundo, apoyando a muerte a su partido SMTD, Salvar al Mundo a Través de la Degeneración, y ayudándole en su afán de infiltrar a “pervertidos” homosexuales en todos los Estados Mayores de los países con el fin de metarfosear las guerras en orgías. al principio lo mismo perdemos el voto calvinista de los conservadores rurales, pero los inicios son siempre duros.

Quedan ustedes oficialmente avisados.
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Carampangue
 26 September 2019

La conjura de los necios es considerada por la crítica una novela brillante. Y con justa razón: es una historia hilarante, por lo ridícula (la historia y los personajes), que nos obliga a reír a carcajadas, planteada con inteligencia y mordacidad, y con la suficiente ternura como para que podamos entender a sus disparatados actores.


Sin embargo, no es una novela para todos los estómagos. Para leerla, hay que estar dispuesto a aceptar el humor absurdo, y no enojarse por los personajes desagradables. Hay que ir al libro con la mente abierta: si esperamos que la novela nos permita identificarnos con el protagonista y desear que al final conquiste a la chica, estamos perdidos. O si deseamos que se ajuste a nuestros ideales, a nuestro concepto de justicia y a lo que creemos que está bien y mal en el mundo. A Kennedy Toole le importa un pepino tu opinión, de todos modos.


La conjura de los necios es la historia de Ignatius Reilly, uno de los personajes más estrambóticos de la literatura: un tipo alto y gordísimo, que siempre viste con tela gruesa y gorra de cazador por motivos geométricos y teológicos, que en sus alrededor de 30 años nunca ha trabajado y considera una ofensa que se le ofrezca ganarse la vida, que vive con su madre, a la que plantea todo tipo de exigencias absurdas, porque él está escribiendo en cuadernos su ideario político, que consiste en volver a los ideales y prácticas de la Edad Media, ideas que él considera geniales.


Este personaje, atrabiliario, altanero -Ignatius está convencido de su superioridad sobre el resto de la humanidad, y trata a todos con el desprecio que siente le corresponde- y completamente inútil se verá obligado a trabajar. Y aquí sus desventuras se vuelven aún peores, al llegar a una empresa en la que los empleados son tan extraños como él mismo, incluída una secretaria que debió jubilar hace veinte años, pero no la dejan porque la esposa del dueño cree que eso lo disfruta (la pobre anciana solo quiere descansar).


Ignatius aquí se meterá en un montón de problemas, pero muchas veces ni siquiera les capaz de verlos, perdido como está en su nube de ensueños intelectualoides: escribe sus andanzas como trabajador, y recibe correspondencia de una especie de novia que tuvo en la universidad, una chica progresista y con activismo político, que lo llevaba a charlas y mitines en los que Ignatius solo podía despreciar a las personas que estaban allí...


Ignatius vivirá una serie de desventuras, mientras iremos conociendo una galería de personajes secundarios sorprendentes, imposibles y descacharrantes, con los que el autor nos hablará de una ciudad enloquecida, pasando por un espejo torcido las miserias de su época. Los conflictos raciales, la persecución a los homosexuales o las relaciones entre las personas de mediana edad aparecerán aquí, tergiversadas y ridiculizadas. Ya les digo, a Kennedy Toole no le importa nuestra opinión.


Y, cuando ya Ignatius se ve acorralado, entre una madre que no sabe qué hacer con él, empleadores que lo detestan y una sociedad que lo desprecia, no podemos evitar sentir pena por él: Ignatius es desagradable, inútil y sus opiniones son políticamente inadecuadas, pero en realidad no es más que un bicho raro, que no encaja entre nosotros y nos provoca rechazo, ganas de sacarlo de nuestra vista, aunque en realidad no nos haya hecho nada excepto exasperarnos con su presencia
.


Una novela de disparates, absurda y ridícula, donde todo es juego, como en Rabelais o incluso en Cervantes, que también se divierte subvirtiendo la realidad para burlarse de ella. Un festival de idioteces, ensambladas con verdadero arte, con momentos hilarantes y momentos conmovedores. Y con una coherencia interna totalmente admirable.


Una obra para atesorarla como oro en polvo.
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Egosum
 06 December 2022
Es absolutamente imposible hablar del argumento porque, por absurdo que pueda parecer lo que yo escriba, no le llega ni a la suela del zapato. Por surrealista que lo pinte, me quedo cortísima. Si intentara, por una casualidad, compararlo con otra historia, no encontraría siquiera una similar. Creo que mejor hago un recorrido por los presonajes, rapidito, y cada cual que imagine lo que quiera, al fin y al cabo, sea lo que sea, el argumento le sorprenderá.
1. Ignatius Reilly. Obeso hasta la morbosidad, intelectual, idealista, está escribiendo su "ópera magna" y no va a consentir que algo tan sumamente terrenal como un trabajo, le distraiga de su función.
2. Irene, su madre. La pobre. Años pensando que era la madre de un genio y ahora, lo único que quiere, es que su hijo encuentre un trabajo y, a ser posible, se marche de casa.
3. El agente Mancuso. Poli flacucho y enclenque con un sentido de la orientación invertido: todo lo que intenta hacer bien, le sale mal.
4. Santa. La tía de Mancuso y amiga de Irene. Lo único que le interesa es que Irene mande a su hijo a escardar cebollinos.
5. Lana Lee. Dueña de la Noche Feliz, un tugurio de mala muerte donde trabaja el "negro" (él mismo se califica así durante toda la obra) Jones, encargado de barrer el suelo siempre oculto tras unas gafas de sol y una nube de humo de tabaco. También tabaja allí Lorna, cuya función es hacer que los clientes beban y su ambición el baile exótico-erótico-festivo. Y un loro. Bueno, el loro no trabaja a jornada completa, de hecho solo lo hace un ratito.
6. El señor Levis y su fábrica de pantalones, con González (el administrador), le señorita Trixie (secretaria) y un ejército de trabajadores de "coló negro" como diría Jones.
Myrna Minkoff, personaje a nivel epistolar, amiga, compañera y colega de la Universidad de Reilly y, por la visto, la única que lo entiende. Culmina su papel con una breve aparición.
A todo esto habría que añadir: un puñado de homosexuales, entre gays y lesbianas, a George, que intenta hacer dinero con postales; vecinas indiscretas; profesores de universidad a los que se les corta la digestión cada vez que se acuerdan de Ignatius; vendedores de salchichas; conductores de autobús y habitantes y turistas de Nueva Orleans, que es la ciudad donde ocurre todo lo imaginable (incluso lo que no podemos llegar a pensar). Por cierto, y hablando de Nueva Orleans, la ciudad adquiere un protagonismo muy acentuado en el desarrollo de la ¿trama? (no se como llamarla?)
NOTA SOBRE EL AUTOR, TAN INTERESANTE COMO EL ARGUMENTO: Nació en Nueva Orleans, y estudió lengua inglesa en las universidades de Tulane y Colombia. Volvió a su ciudad, a vivir con sus padres, y dar clases en un colegio. Escribió este libro. Se lo rechazaron en varias ocasiones. Se suicidó con monóxido de carbono de su coche. Su madre entregó el manuscrito a un amigo, que se entusiasmó con él. Se publicó y ganó el Pulitzer de 1981. Autor de una sola obra, hay quien afirma que el que lo conociera encontraría rasgos comunes con Reilly. Yo, pobrecita de mi, no digo nada.
Este es uno de esos libros que hay que leer si o si. Completamente atemporal, la galería de necios y estúpidos que muestra de forma exagerada, resultan fácilmente reconocibles en amigos, conocidos y vecinos, una vez que les quitamos toda la parafernalia de la narración.
Este es de los que, en unos años (cruzo dedos) volveré a leer. Si o si.
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Tontoelquenolea
 23 January 2022
Si hay un personaje que tardaré mucho tiempo en olvidar, ese será Ignatius Reilly, protagonista de «La conjura de los necios», de John Kennedy Toole.

Ignatius es un treintañero sin empleo que aún vive con su madre, grotesco, estrafalario, egoísta, soberbio, avaricioso… e inmensamente incomprendido; podríamos decir que es el perfecto antihéroe americano.

No puedo negar que al inicio se me hizo bastante desagradable y un pelín tedioso leer las absurdas aventuras de este peculiar personaje pero, conforme avanza la trama, la historia va tomando forma y se va notando cómo el autor va camuflando, dentro de esta disparatada novela, una ácida crítica social y un retrato del ser humano exageradamente realista.

Un libro extraño y delirante, inteligente y cargado de humor absurdo, con algunos momentos brillantes y escenas que dan mucho en lo que pensar, aunque debo reconocer que peca de cierta irregularidad, pues hay pasajes que son de lo más fluidos mientras que otros resultan un poco más densos, enlenteciendo la lectura.

Si al inicio tenía la sensación de no saber muy bien qué estaba leyendo, o si dudaba sobre si lo que leía era algo mediocre y aburrido, y cuyo protagonista me despertaba repulsión y amargura, al final he terminando con la sensación de haber leído una genialidad y sintiendo por Ignatius una gran piedad y comprensión.

Un libro muy peculiar, de esos que no tienen término medio, pues me parece el ejemplo perfecto de libro que se ama o se odia, dotado de múltiples análisis y sublecturas, de esos que no dejan indiferente a nadie.

La pena es que su autor no pudiera disfrutar del éxito que cosechó esta novela póstumamente, Premio Pulitzer incluido, pero me gusta pensar que, cuando esto sucede, tomarnos el tiempo de leer su obra es el mejor homenaje.
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Citas y frases (10) Ver más Añadir cita
ZeZe23 August 2019
¿Acaso crees que quiero vivir en una sociedad comunal como esa Battaglia amiga tuya, barriendo calles y picando piedra o lo que ande siempre haciendo la gente en esos desdichados países?
Lo que quiero es una buena monarquía, firme, con un rey decente, de buen gusto, un rey con ciertos conocimientos de teología y de geometría, y que cultive una rica vida interior.
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Edd62Edd6206 October 2018
Mi organismo entero está aun agitado. En consecuencia, estoy aún en el proceso de adaptarme a la tensión del mundo laboral. En cuanto mi organismo se acostumbre a la oficina, daré el paso gigantesco de visitar la fábrica...
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RavenRaven18 April 2018
Sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie.
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Daniel7Daniel708 November 2019
—La comida enlatada es una perversión —dijo Ignatius—. Sospecho que en el fondo es muy dañina para el alma
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daguegardaguegar17 February 2019
La posesión de algo nuevo o caro sólo reflejaba la falta de teología y de geometría de una persona.
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