...me había apartado de un puntapié como a un perro cuando yo estaba dispuesto a ser un perro solo por sus caricias.
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...me había apartado de un puntapié como a un perro cuando yo estaba dispuesto a ser un perro solo por sus caricias.
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Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas.
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Sin embargo, creo que fue de otro lugar nuestro verano. Tal vez de ese planeta nuevo del que hablaba mi madre, o tal vez de Wiosna.
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No me interesaba nada ni nadie, no pensaba en el futuro ni en el presente. Vivía del pasado así como los pobres viven del pan seco.
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La barriga de matrioska de la abuela era nuestra verdadera vida, y lo que nos había sucedido fuera de ella no era sino un mal sueño del que solo podíamos despertar muertos.
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Esta mujer —a la que había odiado sin motivo en mi adolescencia— hizo por mí en unas pocas semanas más que todos los psiquiatras durante el resto de mi vida. Ella fue el Pentágono que me devolvió a la vida y me ayudó a olvidar todo lo que había que olvidar.
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Hablaba sin cesar, como un transistor —probablemente una costumbre de la gente mayor que está sola, o tal vez de los ciegos, que necesitan siquiera una voz a su lado—.
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(…) no escribas, Aleksy, por favor. Es posible olvidar los colores, las palabras, no.
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Le dije que ese cuadro iba a venderse, que se vendería con toda seguridad, e incluso por mucho dinero, porque los seres humanos están destrozados y buscan cosas destrozadas. Porque los seres humanos están enfermos y podridos y lo saben, pero fingen solo por miedo estar sanos y ser buenos. Y porque así es más fácil. Pero no todos pueden esconderse siempre. Y a veces toda su maldad y su enfermedad y su deformidad irrumpe y ellos se sienten mejor y más felices, incluso aunque los de alrededor los condenen y lloren por ellos de pena. |
Comprendí que se acercaba el final. Mi madre había comenzado en ese momento el viaje hacia el lugar en el que se encuentra ahora. Hacia su estrella en la Osa Menor, hacia su campo de girasoles suspendido en el cielo o tal vez hacia otro universo, donde existe tan solo un Mar Entero de Esmeralda, que de vez en cuando se desmigaja y llega a otros mundos en forma de ojos verdes.
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Moby Dick, Herman Melville