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Críticas sobre Rojo y negro (19)
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Sai_Miluka_bibliophile
 12 May 2024

Si me preguntas cuáles son mis colores favoritos te diré que el rojo y el negro (de acuerdo, negro y rojo). Si me dices a qué escritor me recuerda Florencia, te diré que siempre pienso en Stendhal y el síndrome al que da nombre. No obstante, en novela francesa siempre he sido más romántica que (salvo honrosas excepciones) realista así que no, no había leído Rojo y negro. Hasta ahora.

¿Qué decir? Es un clásico; dicen por ahí que la primera gran novela psicológica, y sí, es una novela psicológica. También es una gran historia, aunque hay veces que habría tirado el libro a la cabeza de Stendhal de haberlo tenido delante (escribe de un modo precioso, pero lo sabe y le encanta recrearse cual Cristiano Ronaldo frente a un espejo de cuerpo entero). He leído que es la historia del auge y caída de Julien Sorel, pero no creo que él estuviese de acuerdo. Sorel nunca se ha encontrado cómodo en su posición, en la que le corresponde por nacimiento ni en la que obtiene. No podría estarlo jamás. Su final es inevitable.

Si quieres enfrentarte a Rojo y negro ábrete un buen burdeos y ármate de paciencia porque odiarás al escritor (a veces) y odiarás al protagonista (mucho) ¿Merece la pena? Por supuesto.
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Gww
 16 March 2024
Cuando uno lee un libro y trata de reflexionar sobre la obra, lo hace inevitablemente desde esa perspectiva pasiva, como receptor del mensaje, intérprete de lo leído y siempre en función de lo que ha sentido y elucubrado durante la lectura. Sin embargo, en demasiadas ocasiones olvidamos lo que realmente es el origen último del libro, su autor y el proceso de escritura del texto que nosotros leemos pero que antes alguien ha tenido que escribir.



Y es desde este punto de vista como podemos percibir en autores como Stendhal y libros como Rojo y Negro (Editorial Alba, traducido y anotado por María Teresa Gallego Urrutia) el inmenso goce de la escritura, el placer por demorar las tramas, reflexionar y agotar las exposiciones, reproducir las conversaciones incluso en sus repeticiones y circunloquios más prescindibles; los paisajes pintados con la misma minuciosidad que los rasgos de carácter del protagonista o las tensiones entre los personajes.



Así, como es el caso, podemos adivinar el goce del autor al escribir y su enérgica voluntad para no perder ese entusiasmo hasta la última página, y cuando todo ello va unido a una pasmosa facilidad por narrar de manera sencilla pero efectiva, directa pero elegante, fluida pero íntima, nos encontramos ante una obra maestra.



Y todo ello sin que necesariamente el asunto tratado realmente nos atraiga de una manera especial o que los personajes susciten en nosotros una simpatía que nos lleve a empatizar con sus desvelos. Incluso cuando desconocemos gran parte de los acontecimientos históricos que subyacen a la trama y que tan importantes resultaban para el autor pero que en su día, no precisaban ser explicitados por resultar de común conocimiento a la fecha de la publicación de la obra.



Comencemos por este punto. Tras la derrota de Napoleón en Waterloo, se produjo la restauración en el trono de los Borrones, en la figura de Luis XVIII, sobrino del decapitado Luis XIV. A Luis, le sucedió Carlos X. El extremismo de gran parte de sus partidarios, que lucharon por reducir aún más la participación de las clases burguesas en el gobierno, en un tiempo en el que el desarrollo industrial estaba comenzando a despegar, trajo una serie de tensiones entre los partidarios de una apertura, bien al modo de la monarquía británica, bien al de un nuevo Napoleón, y quienes querían el regreso al Antiguo Régimen.



Una serie de revueltas en París durante tres días de 1830, fuerzan el derrocamiento de Carlos X y se entrona a Luis Feñipede Orleans como nuevo monarca, un rey burgués de efímero reinado.



Julien Sorel, el protagonista de Rojo y Negro, es hijo de un acaudalado carpintero de una población inventada, Verrières, en el Franco Condado. Sus escasas dotes para el trabajo físico y su despierta inteligencia le acercarán a los estudios bíblicos y a una más que probable ordenación, gracias al interés que se toma un sacerdote local. Así, merced a sus estudios de latín y teología, pronto consigue el puesto de preceptor de los hijos del alcalde de la población y comienza así una carrera en la que se verá de continuo catapultado a las más altas posiciones hasta formar parte del servicio del marqués de la Mole, a cuyas órdenes realizará diversas labores políticas en favor del partido de la reacción.



Pero, pese a lo que podamos creer, Sorel realmente no parece en su fuero interno un ferviente seguidor de dicho bando. Antes bien, admira a Napoleón y lamenta no haber nacido unos años antes para haber formado parte de su ejército y obtener así la gloria. Con su elevada inteligencia y su desmesurada autoestima, no renuncia a esa fama y reconocimiento, si bien, en estos tiempos, deberá buscarla entre unas clases a las que desprecia en secreto, pero de las que tratará de aprovecharse para medrar.










Sin embargo, no las desprecia hasta el punto de renunciar a sus ventajas ni, muy especialmente, a enamorarse y enamorar a las esposas fieles y devotas de sus señores. Se nos presenta así el amor romántico, casi un preludio de la literatura que estará por llegar pocas décadas después. Stendhal anticipa esa mezcla entre deber y deseo, hipocresía y sinceridad, freno y pasión, que tantas obras repitieron a lo largo del siglo XIX.



Pero todo esto no deja de ser una sencilla suposición porque nada queda claro en el texto. En ocasiones podemos inclinarnos a pensar así, en otras podemos creer que Sorel solo busca el amor en las mujeres que en su infancia le fue negado o que su ambición sin freno puede más que las razones del corazón, que sus conquistas son tan solo una herramienta más en su egoísta vida y que, como el protagonista de la canción de los burgueses de Jacques Brel, él es partidario, por encima de todo, de sí mismo.



Porque, si algún mérito tiene este libro, ése es el de cerrar la última página y no tener una respuesta definitiva. Este Sorel nos sigue resultando tan inaprehensible como lo es nuestro vecino de arriba, al que vemos todos los días, del que conocemos gran parte de su vida pero del que no podemos decir con seguridad en qué cree realmente. Algunos lo llaman novela sicológica pero, en realidad, es realismo simple y puro ya que todos deducimos la psique del prójimo tomando torpemente como referencia lo que afirman y sus actos, un acertijo que no suele tener forma de contraste.



Éste es el nudo gordiano de la novela sicológica, de Rojo y Negro, ése ir y venir entre un extremo y otro sin saber cuál es la verdadera intención, y todo ello pese a los alardes de diálogos interiores que, cuanto más extensos, más a confusión nos llevan. Y si alguien, llegado el final del libro, con el giro de acontecimientos de los últimos capítulos, cree aclarado el misterio, deberá antes bien meditar sobre las largas y apasionadas páginas que preceden y en cuál de todas ellas se recoge el alma de Sorel, igual que ninguno de nuestros actos da testimonio completo de la nuestra.






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taciturbio
 30 May 2023
Una novela de lectura obligatoria. Tanto precursora en la prosa psicológica como en la descripción mordaz que hace alrededor de la hipocresía que imperaba en su época, Stendhal, con su denuncia a través de Julián Soriel así como de un pueblo ficticio, traspasa la barrera del espacio tiempo. Pues, en los tiempos modernos, o post-modernos, la hipocresía sigue siendo condición sine quo non para escalar socialmente.
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Alsondeunlibro
 01 April 2023
Un clásico imprescindible que me ha regalado momentos inolvidables y con el que me he divertido enormemente.

Rojo y negro” (1830) es una de las novelas más famosas de la literatura universal. Stendhal volcó en ella la cara y la cruz de una sociedad dominada por la Iglesia y eclipsada por la nobleza de sangre y el anhelo de poder. Julián Sorel, desde mi punto de vista, es el ejemplo perfecto de esa “cara y cruz”. Se trata de un personaje complejo y muy humano construido a base de pasiones, impulsos y recelos, pero también de tenacidad, sentimiento e inteligencia. Julián es la estrella de esta obra. Pero también es su propio enemigo. Julián actúa empleando los mismos mecanismos de los que reniega: la manipulación y la hipocresía.

He de reconocer que me ha sorprendido la gran carga de temática amorosa tratada al más puro estilo “novelesco” o “folletinesco”. El ritmo narrativo es ágil y está marcado por el carácter tempestivo de las relaciones sentimentales entre los personajes principales. No obstante, el autor alcanza un intenso grado de profundidad psicológica. Madame de Rênal es el ejemplo de la mesura y la humildad, de la lucha interna entre la moralidad y la necesidad de amar y sentirse amada. En ella, las lágrimas y los remordimientos parecen anunciar la tragedia. Mathilde de la Mole representa el orgullo, la rebeldía y la vehemencia. Personajes contrapuestos, plagados de luces y sombras, acotados por el “rojo y el negro”.
Por otro lado, la situación social y política se dibuja a través de fuerzas enfrentadas: las ideas monárquicas (apoyadas por la aristocracia y el difuso papel desempeñado por el clero) y las tendencias republicanas capitaneadas por Julián Sorel y su devoción napoleónica. En relación a estas cuestiones, he de reconocer que, sobre todo en la segunda mitad de la novela, hay algunas partes en las que he temido que el autor se alejase de su trayectoria anterior, ya que parecía estar llevando la historia a la deriva y centrando la atención en aspectos menos atractivos o incluso recurrentes. Afortunadamente, se trata de momentos puntuales que conducen a un espectacular final.
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Guille63
 12 March 2023
Obedeciendo al gran principio del siglo que anuncia y retrata la novela de Stendhal, me mostraré lo contrario de lo que se espera de mí (y perdonen la inmodestia de pensar que alguien espera algo de mí): no me ha gustado apenas nada este encumbrado clásico francés.

Y no contento con esta enmienda a la totalidad, tan impopular y con toda probabilidad tan inmerecida, también llevé la contraria al autor durante la mayor parte de su lectura mostrándome aburrido, sin que ello pudiera implicar, como se pone en boca de uno de los personajes, que a esta novela, que tanto esfuerzo puso en agradarme, la considere inferior a mí. Y siento que el autor sostenga que no es de buen tono ponerse triste por sentir que me faltaba algo al leerla. Así fue, y no creo que por ello me humille ni nada semejante, es una sensación que tengo cada vez que soy incapaz de apreciar algo que tantos aprecian... en este caso hay una razón más, pero esta no viene al caso.

El origen de todo este desacuerdo puede que radique precisamente en esa concepción de la novela que se recoge en una de las frases más famosas del libro:

"Una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino. Tan pronto refleja a nuestros ojos el azul del cielo como el fango de los cenagales del camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en su mochila será acusado por vosotros de inmoral! ¡Su espejo refleja el fango y acusáis al espejo! Acusad más bien al camino en que está el cenagal, o mejor aún al inspector de caminos, que permite que el agua se encharque y lo forme."

Cuanto más hubiera yo preferido un narrador como el de Thackeray en su feria de las vanidades, divertido, caustico, cínico, entrometido, impertinente hasta con sus propios lectores. al narrador de este relato tan ruletiano no le acuso de inmoral, no, solo le reprocho su sosería… bueno, eso y ese desenlace tan inverosímil.
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entresomnis
 03 November 2022
Aunque se trata de un clásico de la literatura francesa, de este libro no esperaba mucho y, en cambio, me he llevado una grata sorpresa al descubrir una novela muy entretenida y divertida, con pocas partes densas, que se deja leer muy bien.

Obra cumbre de Stendhal que se lleva su fama por tratarse de una historia enmarcada en la sociedad francesa post-napoleónica del S-XIX, mostrándonos en ella unos momentos de gran confusión y deriva, tanto moral como ideológica, adentrándose así en el realismo, pero con aspectos todavía típicos del romanticismo. Pasiones desenfrenadas, reacciones exageradas y mucha tragicomedia, aunque enfocada desde la ironía, con un sentido del humor con el que el narrador se dirige al lector, buscando su complicidad.

Además representa una gran crítica hacia los diferentes estamentos de la sociedad, sobretodo de la aristocracia y el clero. Ahondando en la gran hipocresía y falsedad en la que se movían, para conseguir aquello que socialmente se esperaba de cada uno.

Julien Sorel, nuestro protagonista, se presenta como un ser ambicioso, orgulloso, inseguro, torpe y desconfiado, pero con el claro objetivo de conseguir progresar socialmente a costa de lo que sea necesario. Un personaje excelentemente perfilado que, aunque seguramente no se ganará la simpatía del lector, conseguirá su comprensión y resultará ser un gran personaje, con un crecimiento psicológico que mostrará a través de los monólogos internos, donde sus pensamientos y sentimientos a menudo contradictorios serán expuestos. Resultará así ser una obra de gran importancia, pionera como novela psicológica.

Los deseos de poder lo llevarán a iniciarse a una vida eclesiástica, aunque su carisma de joven conquistador le facilitará las más tortuosas aventuras con damas de la aristocracia, con las que también podría conseguir escalar socialmente, pero que lo pondrán ante grandes dudas y contradicciones.

Una novela llena de dualidades que como bien indica el título se moverá entre la política y el clero, las ideas liberales y la aristocracia, la pasión y la espiritualidad, la hipocresía y la honestidad, el amor y la ambición.

Un gran clásico que, aunque no pase a situarse entre mis favoritos, lo he disfrutado mucho.
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rafaperez
 24 June 2022
Más feliz que una perdiz inicié la lectura de este clásico allá por el siglo XV antes de Cristo.
Hasta la fecha ningún escritor francés de la época me había decepcionado, pero para casi todo hay una primera vez.

Stendhal consigue un abrumador efecto soporífero muy versado y bien escrito. Me he aburrido como cien rebaños de ovejas negras y rojas.

Su narrativa, pese a la gran calidad que posee, no me conducen por los senderos de la admiración sino por el abismo del tedio.
¡Qué hombre más pesado!

La novela tiene buenos mimbres e intenciones:
Julien Sorel, joven pobre como las ratas y con un solo talento, medrará en el fascinante mundo burgués.

La hipocresía de ese casposo círculo hará que nuestro protagonista progrese, con tal de que no trabaje para el rival de su perceptor.

Nada importa su falta de aptitudes o que se acueste con su mujer, al contrario, se asume como un coste añadido para evitar que su burgués competidor no se haga con los servicios de Sorel.

En su primera parte, Stendhal nos habla de este ascenso, de sus amoríos, del perfil pro napoleónico y de la baja estima que Julien muestra por cualquier cosa que no sea el mismo.

En definitiva, una presentación de protagonista y su entorno, con mucha ironía y crítica hacia la época y las clases establecidas. Incluido el clero.

La segunda parte del libro sigue la dinámica de prosa exquisita y de darle cientos de vueltas al mismo asunto sin que nada más allá de mis bostezos ocurra.
600 páginas después el autor espabila, las ovejas despiertan y el libro se precipita al drama que todos queremos. Stendhal deja de ser marciano y renace en la genial escritura francesa del XIX.

Como todo en la vida, entiendo que haya fieles que disfruten en el barro del autor, yo puesto a ensuciarme prefiero otros lodos más fluidos.

Lo que cuenta es muy digno e interesante, pero como lo hace me ha provocado infinitas digestiones pesadas.

Eso sí, la calidad literaria es incuestionable, pero no solo de palabras bien colocadas, se alimenta mi alma.

Lo mejor fue cerrar el libro y colocarlo en la estantería. Pertenece a una colección de tapas muy coloridas que decoran con buen gusto mi biblioteca.

Tanta paz lleves.
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efimerabonhomia
 22 December 2021
Rojo y negro es la historia de Julien Sorel, un hombre obsesionado con alcanzar un ascenso social gracias a que se ha educado y que cree que en Dios está su suerte para abandonar su escalón social. En la historia, Sorel, se verá embaucado por amores pero también arremtido con sus propias ambiciones y todo lo llevará hacia un final inesperado que busca hacer ver que la codicia es una sentencia a pagar por los deseos.

Este libro ha sido uno de los que más me han contrariado en mi vida, al principio sentía que no podía dejar de leer, que me comería la historia hasta arruinarme literalmente los pensamientos del día a día al obesionarme. Ese personaje que nos presentan unos capítulos después de la introducción, ese Julien Sorel, un joven soñador que ansía que su educación lo convierta en alguien diferente a su padre. Un joven que desea escalar socialmente y que refleja en este acto un mosaico de personalidades que le arrebatarán la razón durante toda la historia. El joven Sorel será sin duda un personaje que no te dejá indiferente pero llegará un momento, que toda esa fuerza que parecía que iba a hacer que te apasionase, explote en unos capítulos que se sumen a un tremendo aburrimiento y a un círculo de acontecimientos que se repitan una y otra vez.

Rojo y negro es un libro donde tienes que psicoanalizar al personaje constantemente para saber qué es lo que piensa, si es real, si te está mintiendo, lo que va a hacer… Un ejercicio que aunque al principio resulta tremendamente atractivo.

Sinceramente, el libro me maravilló al principio, me sumergí en el con énfasis, ganas y pasión. Me fue decepcionando y llegó al final y remontó un poco. Aunque lo he intentado con todas mis fuerzas, creo que no es un libro para mí y no sé si volveré a leerlo en otra época de mi vida para ver si significa algo diferente.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..
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lauli
 28 November 2021
Subtitulada “Crónica del siglo XIX”, este clásico francés narra las peripecias de Julien Sorel, nacido en el provinciano pueblo de Verrieres de una familia insignificante socialmente, mientras busca abrirse camino en el gran mundo y alcanzar el éxito. Primero intenta hacerlo en el clero, gracias a una memoria prodigiosa que le permite memorizar la biblia en Latín, y luego ve la posibilidad de hacerlo entre la nobleza gracias a su poder de seducción y su participación política en complots realistas. En el medio encontramos la conformación de un triángulo amoroso entre Julien, la bella y provinciana Mme. de Renal, y Mathilde, una joven noble con una fijación por los amores contrariados y los finales trágicos. También nos topamos con una galería de personajes que van encarnando distintas actitudes características del siglo XIX: el arribismo, la hipocresía, el esnobismo, la ironía, el aburrimiento, y en pocos casos el culto al trabajo como medio de ascenso social.

Para mí la lectura de esta novela fue una experiencia compleja. Creo que Stendhal es un poco desparejo en cuanto a la calidad de las diversas partes, y estructuralmente la novela dista de parecerme perfecta. Hay partes demasiado largas sobre cuestiones que luego no tienen mayor relevancia, y la forma de presentar las relaciones amorosas raya varias veces en lo absurdo (un rasgo del romanticismo que también me chocó muchísimo en el “Werther” de Goethe).

Sin embargo, con el correr de los días me fui dando cuenta de lo representativo que es Julien Sorel de un momento muy particular de la burguesía europea. Julien admira fervientemente a Napoleón y dice simpatizar con las ideas de la Revolución Francesa. Cuando llega a la Mansión del Marqués de la Mole, donde comenzará su derrotero por las altas esferas de la sociedad parisina, lo primero que evoca son las hordas revolucionarias atacándola, y constantemente critica la mediocridad, el cinismo y la hipocresía de la aristocracia. Sin embargo, en su lucha por trepar la escalera social, incurre una y otra vez en las mismas actitudes que dice detestar en los que se creen superiores a él. Incluso participa en un complot pro-monárquico contra los jacobinos, en contra de sus propios principios napoleónicos. Creo que esa contradicción captura un emergente social muy característico del momento en que la burguesía está pasando de ser la clase revolucionaria a ser la clase dominante, en una lógica que podría aplicarse a las clases medias en general como clases aspiracionales: se quiere por un lado terminar con un sistema que se percibe como injusto, solamente para que otra clase pueda ocupar los espacios de poder y establecer otro tipo de injusticia, como quedará plasmado a partir de 1848 cuando sea la clase obrera la que empieza a exponer la explotación burguesa. En esa clave de lectura, el personaje de Julien Sorel y sus contradicciones cobran para mí una dimensión muy interesante.

Recomiendo adentrarse un poco en el contexto histórico de la Francia de la Restauración antes de abordar esta novela, ya que Stendhal da por sentado que el lector conoce la época y eso puede resultar confuso para el lector contemporáneo.
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Marisoliturrios
 16 October 2021
Rojo y Negro de Marie-Henri Beyle, mejor conocido como Stendhal, publicado en 1830.

Julian Sorel un joven hijo de un aserrador, vive en una provincia francesa, poco a poco se abre camino en la alta sociedad. Gracias a su trabajo como preceptor de los hijos del alcalde, logra demostrar su capacidad mental y seducir a los miembros de la familia.

Una novela llena de dualidades: la ambición y el amor; la hipocresía y la honestidad; las pasiones y las apariencias; la monarquía y la república; la política y el clero; rojo y negro.

Está inspirada en el caso Antoine Berthet y su célebre juicio, todo cuanto le pasó, es lo acontecido con el personaje principal. Aclarando que la acción por sí misma, no es tan importante en la obra, como lo son los sentimientos y pensamientos de los personajes que los hacen llevar a cabo esas acciones u omisiones.

También es cierto que a Stendhal le gustaba hablar de Stendhal y Julian Sorel es la clase de hombre que le hubiera gustado ser: atractivo, enamoradizo y deseado por las mujeres; con una memoria prodigiosa; con coraje, etc. Pero también veremos a un personaje envidioso, resentido y ambicioso. Esta personalidad de Sorel, es una especie de juego que hace el autor con los lectores ¿es víctima o villano? ¿se debe sentir compasión por él o repulsión?

Cuando Stendhal muere, en 1842, solo dos periódicos dieron noticia de esto; solo tres personas acudieron a su funeral. Esto habla de la poca fama (aun cuando Balzac le admiraba) que tenía Stendhal en vida. Años después, un joven estudiante de la Escuela Normal Superior de París escuchó hablar con tanto entusiasmo a su profesor, que él como sus compañeros se dedicaron a leer las obras de Stendhal, y encontraron algo en ellas que había sido ignorado. Ese joven era Hipólito Taine, quien se convertiría en uno de los filósofos, críticos e historiadores más importante de su época. Taine publicaría un largo ensayo poniendo énfasis en la profundidad psicológica de Stendhal logrando con los lectores de toda Francia, lo que su profesor hizo con él.
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