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Críticas sobre Clavícula (9)
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Guille63
 24 March 2023
“Escribo de lo que me duele”

Marta Sanz es una mujer blanca, española, feminista y de izquierdas, heterosexual, urbana, de clase media y extracción proletaria que escribió esta novela no hace mucho tiempo y desde los casi 50 años de edad. Marta Sanz ha escrito un libro que, de haber tenido la suerte de poseer su capacidad, yo hubiese deseado escribir, quizás hasta necesitado escribir confiando, como ella, en el poder catártico de la escritura. Obviamente, no sería el mismo libro, no soy Marta Sanz, ni siquiera soy mujer (todo lo demás lo comparto), pero hubiese sido bastante parecido. 'C'est dans l'air du temps'… et avec moi.

“No es mi vida la que me hace infeliz. Es la oscuridad de mi cuerpo.”

Comparto con ella, o con la Marta Sanz de la novela, “el gen de la infelicidad aunque lo tengamos todo para ser felices”; comparto con ella la incapacidad para afrontar los problemas; comparto con ella el odio hacia “la naturaleza y lo inexorable” y el no saber vivir; comparto con ella un dolor físico sin causa conocida; comparto su duda sobre si el problema es genético o ambiental (“Materia o historia. Las dos grandes palabras en triste conjunción”).

“Soy una mujer de éxito llena de tristeza… He tenido mucha suerte. Me han querido tanto. No sé ganar. Ni perder.”

Lo comparto, género aparte, y también comparto su miedo a que este dolor me cambie o intensifique mis defectos, constatar en los otros el agriamiento de mi carácter; comparto su presentimiento de que la causa pudiera ser “el presagio de una pérdida”, aunque a esa pérdida no le pueda, como ella hace, ponerle nombres tales como padres, marido, trabajo, sino que es una amenaza inconcreta pero que bien pudiera deberse a la velocidad con la que se aleja mi mundo, el mundo en el que nací y crecí (“Elvira me pone un wasap elegíaco: «¡Ha cerrado el Comercial!”) y el miedo al mundo que está apareciendo; comparto su grito:

“Yo quiero que me quiten un dolor. Que me ayuden a localizarlo. Que me extirpen del corazón el ansia poniéndole un nombre y un remedio.”

No comparto su hipocondría ni, quizás por ello, su miedo a la muerte, el mío es más un miedo a la vejez, tanto en lo que implica de deterioro y posible invalidez como de alejamiento de la juventud con todo lo que ello conlleva. Por eso no puedo compartir ese encanto que le va encontrando a las venas que le empiezan a aparecer y que antes estaban a cubierto de la carne, ni tampoco comparto su deseo de poder olvidarse del cuerpo “Para lo bueno y para lo malo”, yo solo quiero olvidarlo para lo malo, aborrezco tener que olvidarlo para lo bueno.

“Me voy a morir y no voy a poder disfrutar de todas las cosas buenas que me están pasando. Me voy a morir y os voy a hacer sufrir a todos. Me voy a morir sin poder disfrutar de mi felicidad. Me voy a morir sin ganas de morirme.”

Y por eso tampoco comparto sus visitas a tanto médico, ni las terapias, ni las pastillas, ni adquiero hábitos saludables que me siento culpable de quebrantar. No comparto su necesidad de arrastrar a su dolor a aquellos que la rodean, de dolerse con ellos (no cuestiono si tiene o no derecho a quejarse. Yo me quejo, pero no soy yo el que saca la conversación, en este caso la ha sacado Marta Sanz, y me avergüenza la falta de motivos, la posible enfermedad del burgués que no tiene problemas y los busca —buena la aparición de Nietzsche—, la somatización de una felicidad no disfrutada, pero no siento miedo de incomprensión, de ser considerado frívolo, de admitir que las raíces de este dolor sea anímicas, aunque entiendo esos miedos), pero comparto su, para los dos culpable, gusto por ver como su pareja “se entristece y se desmorona conmigo” y comparto su molestia al ser preguntado y su sentimiento de que no ser preguntado sería aún peor.

“He ido a tres o cuatro médicos de cabecera. A una aniñada neumóloga que me sugiere un tratamiento basal contra la ansiedad y a una cardióloga con pendientes de perlas que me dice: «La ansiedad no existe. Vaya a un reumatólogo». La farmacéutica me recomienda tratamientos osteopáticos, bolitas de azúcar, vitaminas y placebos. He ido al fisioterapeuta. Tengo el volante para un especialista en aparato digestivo. Guardo los teléfonos de un par de psiquiatras. He estado en mi ginecóloga. Me duele. Mi última esperanza es solicitar los servicios de un exorcista.”

Me gustó la combinación de formas (leí en una entrevista que como metáfora de un cuerpo roto), me gustó su tono directo, desnudo, confesional, intimista, veraz, impúdico (me recordó a Ernaux) con el que me ha permitido conocerla un poquito y así gustarme aún más que hablara de mí.
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marta_lo
 26 June 2020
Esta novela de Marta Sanz está escrita como una especie de diario, dando un uso del humor y la ironía magistrales.

Mucha gente habla del postureo de hoy en día, esas ganas de mostrar y demostrar a los demás que tu vida es mejor que la suya, que te diviertes y haces muchas cosas interesantes cada día. Pero Marta Sanz en este libro nos muestra un no-postureo muy divertido pero real, una verdad de campeonato.

Un libro entretenido y rápido de leer, sobre todo porque cada parte (no está dividido en capítulos como tales) es diferente a las demás.
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Pichi
 22 January 2024
Novela apta para hipocondriacos. Se lee bien y rápido. Resulta interesante cómo la autora desarrolla el texto. Está muy bien escrito, aunque no ha llegado a engancharme del todo. Es el primer texto que leo de esta escritora. Lo recomendaria como lectura ligera entre libros más pesados.
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Jensv
 12 November 2018
Sabía que Clavícula, para bien o para mal, no me iba a dejar indiferente, y no me equivocaba. Necesitaba leer sobre el dolor y la enfermedad sin tapujos y en este caso Marta Sanz, como ella misma dice, escribe de lo que le duele, también de lo que nos duele a todas. La autora se reafirma en el derecho universal a la queja que nace al vivir en un sistema violento. Por un lado está el bombardeo con noticias sobre enfermedades, tratamientos, investigaciones… por otro la negativa a la posibilidad de enfermar, a permitirse estar enfermx. La medición de la valía en función de la productividad. Marta Sanz, de un modo tremendamente personal (y valiente) habla del dolor como un calambre público que debe ser remediado. En este sentido también aborda el tema de la relación médico-paciente, el dejarse hacer como sujeto pasivo y el desconocimiento e invisibilización de las enfermedades que afectan de manera directa a las mujeres. También me ha recordado temas que expone la doctora Carme Valls, como la tendencia a medicalizar los procesos naturales de los cuerpos de las mujeres y a diagnosticar sus problemas de salud como si siempre fueran psiquiátricos, separando mente y cuerpo, centrando la atención en el último.
Es un libro que habla sobre el dolor físico, psicológico, real, imaginario… te golpea porque no solo está enfermo y duele el cuerpo, también el alma.
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sinoloveo_nololeo
 23 January 2023
Un dolor repentino en su clavícula, un dolor sin causa ni aparente remedio es el hilo conductor de esta novela de Marta Sanz que tiene mucho de diario autobiográfico. El dolor se instala en su cuerpo, en su día a día, y con la preocupación y la hipocondría -o quizá sea que al llegar a la menopausia las mujeres nos volvemos más cautas y temerosas-. Comienza entonces la visita a un sinfín de médicos -como si de una peregrinación se tratase- para intentar arrojar un poco de luz a lo que le está sucediendo y encontrar un nombre a su dolor.

Diagnósticos dispares, pruebas y más pruebas médicas hasta la extenuación. En este punto es cuando la escritura se convierte en la manera de exorcizar los miedos -el miedo a la enfermedad y a la muerte- y la autora da salida a todo lo que guarda en su interior.

Enfermedades imaginarias y veniales, tics nerviosos, etc. se dan lugar en este libro de compuesto por “microcapítulos” a modo de entradas de un diario personal que también tiene una cierta dosis de humor negro.

La voz de Marta es la de todas las mujeres de "mediana edad" que descubren nuevos miedos, nuevos dolores y -por qué no- se quejan de ellos. “Hace años hubiese abofeteado a una mujer como yo”, escribe la autora. Nos han enseñado desde pequeñas a reprimir las quejas y el dolor como si fuera algo censurable, como si el hecho de hacerlo público fuera algo de lo que avergonzarse. Pues he aquí una mujer una mujer que rompe con ello: “la mujer templada que fui se descontrola y deja salir el borbotón de su rabia”.

Una lectura sincera, escrita a partir de una punzada de dolor, que me atrapa y con la que empatizo, y que me demuestra -una vez más- la maravillosa escritora que es #MartaSanz.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..
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sylatrbooks
 06 March 2022
Este ha sido mi primer contacto con Marta Sanz. No sabría decir si me ha gustado muchísimo o si sólo me ha gustado, aunque estoy en absoluta sintonía con las ideas que he podido sacar en claro de esta lectura.

Marta comienza la novela diciendo “Voy a contar lo que me ha pasado y lo que no me ha pasado. La posibilidad de que no me haya pasado nada es la que más me estremece”. Todo empieza por una pequeña punzada de dolor que ella experimenta mientras vuela en avión. Sin embargo, este dolor irá in crescendo hasta alcanzar dimensiones más anímicas que físicas. ¿Es este dolor real? ¿Un médico podría etiquetar su dolencia? Nunca lo sabremos. Pero Marta es muy valiente al centrar su narración en explicar cómo es esta afección, cómo cambia su día a día, como le duele y como la martiriza. Hoy en día parece que ni siquiera tenemos derecho a experimentar dolor, a estar cansadas, a sentir hastío, dolor o desazón. Pero Marta reivindica ese derecho a sufrir, a padecer. Entre otras cosas, habla de menstruación, y de su menopausia y llega a decir en una ocasión: “Somos tantas las locas. Tantas”. ¿A cuántas mujeres se nos ha tildado de locas, de histéricas (incluso en el ámbito de la medicina: véase histeria femenina) por manifestar algo a lo que no se da crédito? Sí, por ejemplo, con la endometriosis.

Gracias Marta, por decirnos que las locas no estamos solas.
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sansavanilla
 19 September 2020
En las páginas de Clavícula, de Marta Sanz encontramos un grito. Un grito dirigido a todas las que nos sentimos reconocidas en sus palabras de algún modo. Habla sobre el dolor, la necesidad de poner palabras a lo que sentimos y a nuestros fantasmas. Habla sobre la vorágine en que se convierte la vida, la necesidad de seguir aun cuando no todo va bien y la imposibilidad de frenar a la que nos somete la vida que hoy consideramos normal. Toda la obra es una reflexion sobre el hoy. Necesaria y dolorosa.
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MaiteMateos
 31 March 2019
Clavícula es una indagación, una reflexión, una autobiografía, una correspondencia electrónica, un cuento, una lectura plagada de referencias a la propia obra de la autora madrileña Marta Sanz, que desde la literatura del yo o la autoficción, se desnuda ante el lector para hablar con tono irónico de dolores reales e imaginarios, de escritura, de menopausia, del cuerpo de la mujer en definitiva, a través de sus propios achaques y los de sus amigas.
Con esta obra híbrida, Marta Sanz se ha propuesto realizar una llamada de atención a todo lo que supone el dolor en una sociedad capitalizada, donde no se suele hablar mucho ni de miedos, ni de menopausias, ni de enfermedades, ni de tristezas, ni de la dependencia del dinero, ni de fracasos, ni de la sensación creciente de que cada día que pasa, la sociedad en la que vivimos nos está abocando, cada vez más, hacia la anulación de nuestra capacidad de sentir y de vivir.
Y sin embargo, Marta Sanz, al afirmar que escribe de lo que le duele, se empeña en poner nombre a un dolor localizado en la clavícula, a su dolor, al dolor, a esa sensación de anulación, que en mayor o menor medida experimentamos todos, porque sabe que solo a través de su conocimiento e identificación podríamos, tal vez, llegar a erradicarlo.
Enlace: https://maitemateos.wordpres..
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Ale_caotica
 29 April 2023
Voy a ser muy clara, no me ha gustado este libro.

La historia comienza con la propia autora en un viaje de avión, cuando empieza a notar un dolor muy extraño. Un dolor que no le deja dormir y cada día que pasa le preocupa más. Después de ir a médicos, especialistas, tener a todo el mundo pendiente de ella, hay un pronóstico y se acaba la novela.

Y ya está, eso es este libro. La autora se sincera completamente con el lector y le cuenta sus miedos, dudas, otras experiencias con la medicina o de otras personas con problemas médicos.

No me ha gustado porque es muy negativo y angustioso, puede que en otro momento le hubiera encontrado lo "cómico" pero no me ha quedado claro si es lo que buscaba la autora . No sé si es que la autora es una hipocondríaca o intenta reírse de sí misma al pensar en las barbaridades que llega a pensar sobre ese dolor. Pero en general no he disfrutado esta lectura. Ha llegado momentos que me ha aburrido y eso que es corto.

Es mi primer libro que leo de la autora. No había leído nada de ella y creo que ha sido un error leer este en primer lugar, y no una novela. Me da un poco de rabia porque tenía muchas ganas de leer a la autora. Seguramente lea algo más de ella en el futuro, pero por ahora me voy a dar un tiempo.
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