En las páginas de Clavícula, de Marta Sanz encontramos un grito. Un grito dirigido a todas las que nos sentimos reconocidas en sus palabras de algún modo. Habla sobre el dolor, la necesidad de poner palabras a lo que sentimos y a nuestros fantasmas. Habla sobre la vorágine en que se convierte la vida, la necesidad de seguir aun cuando no todo va bien y la imposibilidad de frenar a la que nos somete la vida que hoy consideramos normal. Toda la obra es una reflexion sobre el hoy. Necesaria y dolorosa.
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